viernes, 4 de diciembre de 2009

Inventado un embalaje ecológico a partir de desechos agrícolas y champiñones

NUEVA YORK.- Champiñones y desechos agrícolas: dos jóvenes emprendedores estadounidenses crearon un material biodegradable que puede remplazar el poliestireno como embalaje universal y produce poco gas carbónico.

"Hemos puesto a punto un producto perfecto para remplazar el poliestireno, ya que, a diferencia de éste último, nuestro material es biodegradable, no utiliza casi energía y produce poco CO2", indicó Eben Bayer, de 24 años y coinventor de este embalaje bautizado como 'EcoCradle', en una entrevista.

"Por cada unidad producida -desde el embalaje de un televisor hasta el de una tostadora- consumimos diez veces menos energía y emitimos ocho veces menos CO2 durante la vida del producto que el equivalente en poliestireno", afirma el joven, cuyo invento está protegido por una patente en Estados Unidos y en otros 30 países, entre ellos los de la Unión Europea.

"Nuestro objetivo a largo plazo es remplazar todas las espumas de plástico para limitar su impacto sobre el medio ambiente", añadió el joven, que fundó en 2007 junto a un socio la firma Ecovative Design. El poliestireno, un derivado del petróleo, es tan dominante en el sector del embalaje y de la aislamiento que representa el 30% de los desechos en los vertederos estadounidenses.

Por el contrario, el EcoCradle, que se degrada en la naturaleza en contacto con la humedad, "tiene un impacto positivo sobre el medio ambiente porque no solo es recuperable sino que también sirve de abono natural para las plantas al degradarse", destacó Bayer. Para producir el EcoCradle alcanza con rellenar moldes reutilizables con residuos agrícolas como el trigo sarraceno o la cáscara de arroz y rociarlos con un concentrado de células de raíces de champiñones, denominadas mycelium.

El mycelium segrega potentes enzimas que descomponen la materia orgánica de la cual se alimenta para desarrollarse. Tras siete días en la oscuridad a temperatura ambiente, se forma naturalmente una red muy densa de filamentos que pueden medir hasta 10 kilómetros de largo en un cubo de 2,5 cm de lado. Tras cocerlo en un horno, el resultado es un material compacto, muy ligero, ultrarresistente al calor (hasta 800 grados) y maleable, cuyo costo de producción es comparable al del poliestireno, explicó Bayer.

Este está resuelto a partir al asalto del mercado mundial del poliestireno, estimado en 20.000 millones de dólares y dominado en Estados Unidos por una filial del gigante químico Dow Chemical. En la fábrica de Ecovative Design, situada en el Estado de Nueva York (noreste), los ocho asalariados ya produjeron miles de embalajes para varias empresas. El objetivo es alcanzar los 100.000 en 2010.

"Nuestra ambición es concebir y construir en 2010 una unidad de producción similar pero más grande en el centro de EEUU (el corazón agrícola del país) antes de implantar fábricas en Europa y Asia en los próximos tres años", detalló Eben Bayer. Este tipo de fábricas pueden funcionar casi en cualquier lugar y no requieren una inversión importante, sino del orden de unos millones de dólares, precisó.

"Se trata de una biotecnología elemental que se parece más a la cocina o el cultivo de vegetales que a la manipulación genética", subrayó.

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