CIUDAD DEL VATICANO.- Después de un proceso de escucha, diálogo y discernimiento, el papa Francisco clausuró ayer sábado el sínodo sobre la sinodalidad con un mensaje que interpela al pueblo de Dios. En este, destacó la importancia del Documento final
como un “triple regalo”: para él mismo, para la Iglesia y para el
mundo. Con un marcado tono pastoral y profético, Francisco ha querido
subraya el papel de la Iglesia como un espacio abierto e inclusivo donde
todos, sin excepción, son llamados a la comunión, según crónica de https://noticiasobreras.es
En su intervención de clausura, el Papa ha recordado que el Documento final
es fruto de “años, tres por lo menos, en los cuales nos hemos puesto a
la escucha del pueblo de Dios para comprender mejor cómo ser ‘Iglesia
sinodal’”.
Para Francisco, la sinodalidad es una invitación de Dios a
vivir en armonía, y este sínodo —dice— lo ayudó a reconocer la necesidad
de escucha continua: “El obispo de Roma […] necesita poner en práctica
la escucha”.
Su tarea, explicó, es “custodiar y promover la armonía que el
Espíritu sigue difundiendo en la Iglesia”, apelando a la enseñanza de
San Basilio y a la visión profética de Isaías de un banquete “para todos
los pueblos. Todos, con la esperanza de que no falte ninguno. Todos,
todos. Que nadie quede fuera, todos”, exhortó.
Francisco reiteró la importancia de la armonía como obra esencial del
Espíritu Santo. Haciendo referencia a Pentecostés, subrayó que la
primera manifestación del Espíritu Santo es “armonizar todas las
diferencias, la diversidad de lenguas”.
Así, el Papa llamó a no obstaculizar esta obra sinodal con actitudes
excluyentes o rígidas, advirtiendo que “¡cuánto mal hacen las mujeres y
los hombres de Iglesia cuando ponen muros!”.
En un tono de autocrítica,
recordó que el sínodo comenzó con una oración de perdón, “sintiendo
vergüenza, reconociendo que todos hemos sido misericordiados”.
El pontífice citó versos de Madeleine Delbrêl –la mística de las
periferias, en palabras de Francisco– que exhortan a no vivir la fe
“como un juego de ajedrez en el que todo se calcula” o “como un partido
en el que todo es difícil”, sino como “una danza entre los brazos de tu
gracia, con la música universal del amor”.
Estos versos son una metáfora
de la “música de fondo”, apunta Francisco, que inspira el Documento final.
En un mundo marcado por las guerras, el conflicto y la división,
Francisco llamó a la Iglesia a ser testigo de paz y reconciliación.
“Juntos, con la esperanza que no defrauda, unidos en el amor de Dios
derramado en nuestros corazones, podemos no sólo soñar con la paz sino
comprometernos con todas nuestras fuerzas”, afirmó, subrayando la
urgencia de que las palabras sobre sinodalidad sean acompañadas por
hechos concretos.
Francisco también ha señalado que el Documento final no
tendrá como resultado una exhortación apostólica, como en otros sínodos
–esto es un signo de conversión del propio Papa–, ya que su contenido
será suficiente guía para las Iglesias locales. Su publicación, afirma
el pontífice, es un acto de confianza en el Pueblo de Dios, que ahora
debe hacer accesible su mensaje en todos los continentes y contextos.
Sin embargo, el camino continua en algunos aspectos de la vida de la Iglesia señalados en el Documento,
así como sobre los temas confiados a los diez grupos de estudio “que
deben trabajar con libertad, para que me ofrezcan propuestas, se
necesita tiempo, a fin de llegar a opciones que impliquen a toda la
Iglesia. Yo, pues, seguiré a la escucha de los obispos y de las Iglesias
a ellos confiadas”.
El papa Francisco concluyó agradeciendo el arduo trabajo de todos los
involucrados en el Sínodo, desde los cardenales hasta el personal de
apoyo. “La Iglesia sinodal para la misión, ahora necesita que las
palabras compartidas vayan acompañadas por hechos”, destacó. Invitando a
todas las personas cristianas a vivir este “camino de conversión”.