miércoles, 30 de enero de 2019

Quezada mató a Gabriel con una "frialdad estremecedora", según la acusación particular

ALMERÍA.- Ana Julia Quezada mató con una "frialdad estremecedora" el 27 de febrero del año pasado a Gabriel Cruz, el hijo de 8 años de su por entonces pareja, Ángel Cruz, según manifiestan en su escrito de acusación los letrados que representan a este último y a la madre del niño, Patricia Ramírez.

En el documento los abogados exponen que el pequeño estaba pasando el puente del día de Andalucía en casa de su abuela paterna en Las Hortichuelas Bajas (Níjar, Almería) junto a su padre, si bien aquel día Ángel se ausentó de la vivienda por razones laborales.
Apuntan que después de comer, el menor decidió salir a la calle e "inmediatamente después salió la acusada quien, en ejecución de un plan preconcebido para acabar con la vida de Gabriel y con el pretexto de que lo acompañara a una casa que estaban arreglando (Ángel y la acusada) en Rodalquilar (Níjar, Almería), lo subió en el coche y se trasladaron hasta la misma".
Una vez en la casa, ubicada en "un paraje desértico y apartado del núcleo urbano", Quezada se aprovechó del "escenario que la acusada se había procurado respecto al niño" y comenzó a "golpearlo reiteradamente, con violencia y con un objeto contundente".
Afirman que Gabriel quedó "aturdido por la violencia de los golpes y por la superioridad física de la acusada" e insisten en que "aún en ese estado, podría haber sido reanimado de haberse solicitado asistencia médica".
Añaden que siguiendo con su "propósito criminal" y al ver que "seguía respirando", le tapó la nariz y la boca hasta provocarle la muerte, insistiendo en que desde que lo golpeó y hasta este momento pasaron entre 45 y 90 minutos en los que se "podía haber rescatado la vida" del pequeño.
Señalan que cavó un agujero en el exterior de la vivienda en el que enterró al niño tras desnudarlo y se llevó su ropa para arrojarla días más tarde en el barrio de Retamar de Almería, así como que tras recibir una llamada de Ángel comunicándole que no aparecía Gabriel, regresó a la casa de la abuela.
Mantienen que durante los once días que duró la búsqueda, en la que participaron "miles de voluntarios", generó "falsas expectativas sobre la posible aparición de Gabriel, se dirigía a Patricia y Ángel reiteradamente, manifestándoles expresiones tales como 'hoy lo vamos a encontrar, hoy va a aparecer. Le vamos a dar Coca Cola'".
Apostillan que el 3 de marzo, con la "intención de distraer la atención de los investigadores y la de añadir más sufrimiento a los padres", colocó una camiseta del niño en una zona ya rastreada horas antes, y que el 9 de marzo, cuando se celebró una multitudinaria manifestación en la capital almeriense, "no dejaba de proclamar que el menor iba a aparecer".
Añaden que el 11 de marzo, mientras los progenitores emitían un comunicado, se dirigió a Rodalquilar y desenterró el cadáver, siendo detenida con éste en el maletero de su coche en Vícar (Almería), donde residía.
Subrayan que los padres del niño, Ángel y Patricia, padecen un trastorno de estrés postraumático en el contexto de un duelo complicado y trastorno de adaptación con reacción depresiva prolongada por lo ocurrido.
Finalmente, piden prisión permanente revisable para Quezada por un delito de asesinato, tres años de cárcel por un delito de lesiones psíquicas a Patricia, cinco años más por un delito de lesiones psíquicas a Ángel, y sendas penas de dos años de prisión por dos delitos contra la integridad moral, además de indemnizaciones de 250.000 euros para cada padre.

Ana Julia Quezada actuó de manera "meditada, fría y reflexiva" cuando el 27 de febrero del año pasado mató a Gabriel Cruz, el hijo de 8 años de su entonces pareja, Ángel Cruz, según la calificación provisional de la fiscal, que la acusa por un delito de asesinato con alevosía por el que pide prisión permanente revisable. El escrito, al que ha tenido acceso Efe, señala que sobre las 15.30 horas de ese día el niño le dijo a su abuela, en cuya casa de Las Hortichuelas Bajas de Níjar (Almería) se encontraba, que iba a jugar con sus primos, y que Quezada estaba "pendiente de sus movimientos". La fiscal mantiene que abordó al niño en el camino de cien metros que iba de la casa de su abuela a la de sus primos y le pidió que la acompañase para ayudarla porque iba a pintar en una finca del padre de Gabriel en Rodalquilar, en un lugar aislado a varios kilómetros, a lo que accedió ante la "confianza" que tenía en ella al estar "íntimamente vinculada a su entorno familiar desde el inicio de la relación sentimental con su padre". Una vez en la finca, mientras el pequeño estaba "confiado" y "totalmente ajeno a la intencionalidad criminal" de la mujer, según la Fiscalía, de forma "súbita y repentina", con intención de ocasionarle la muerte, lo tiró contra una pared y después le tapó con las manos la boca y la nariz y lo asfixió. Posteriormente, desnudó al menor y lo enterró junto a una alberca en el exterior de la finca, que cubrió con tierra y piedras, tras lo que guardó las ropas y se las llevó a casa de la abuela del niño, a donde acudió tras ser alertada por Ángel Cruz de la desaparición de Gabriel, esperando el momento oportuno para deshacerse del cadáver. El día 5 de marzo tiró las prendas a un contenedor de vidrio en el barrio de Retamar de Almería. La fiscal incide en que durante los once días que duró la búsqueda del niño acudía a diario y que ante la presión mediática "simuló un estado de aflicción, mostrándose en ocasiones compungida y apesadumbrada y en otras alentando los ánimos de los familiares, involucrándose en las batidas de búsqueda". Señala que el 3 de marzo propició el hallazgo de una camiseta del niño en un lugar que había frecuentado con una expareja suya, con la finalidad de despistar a la Guardia Civil y dirigir las sospechas sobre este hombre. El 11 de marzo desenterró el cuerpo de Gabriel y lo metió en su coche para buscar un invernadero donde ocultarlo, "profiriendo durante el trayecto expresiones carentes del más mínimo sentimiento de humanidad", hasta que fue detenida cuando intentaba acceder al garaje de su domicilio en Vícar (Almería). La fiscal pide para Ana Julia Quezada prisión permanente revisable por el delito de asesinato y 5 años más por cada uno de los otros dos delitos.

ALMERÍA.- Ana Julia Quezada actuó de manera "meditada, fría y reflexiva" cuando el 27 de febrero del año pasado mató a Gabriel Cruz, el hijo de 8 años de su entonces pareja, Ángel Cruz, según la calificación provisional de la fiscal, que la acusa por un delito de asesinato con alevosía por el que pide prisión permanente revisable.

El escrito señala que sobre las 15.30 horas de ese día el niño le dijo a su abuela, en cuya casa de Las Hortichuelas Bajas de Níjar (Almería) se encontraba, que iba a jugar con sus primos, y que Quezada estaba "pendiente de sus movimientos".
La fiscal mantiene que abordó al niño en el camino de cien metros que iba de la casa de su abuela a la de sus primos y le pidió que la acompañase para ayudarla porque iba a pintar en una finca del padre de Gabriel en Rodalquilar, en un lugar aislado a varios kilómetros, a lo que accedió ante la "confianza" que tenía en ella al estar "íntimamente vinculada a su entorno familiar desde el inicio de la relación sentimental con su padre".
Una vez en la finca, mientras el pequeño estaba "confiado" y "totalmente ajeno a la intencionalidad criminal" de la mujer, según la Fiscalía, de forma "súbita y repentina", con intención de ocasionarle la muerte, lo tiró contra una pared y después le tapó con las manos la boca y la nariz y lo asfixió.
Posteriormente, desnudó al menor y lo enterró junto a una alberca en el exterior de la finca, que cubrió con tierra y piedras, tras lo que guardó las ropas y se las llevó a casa de la abuela del niño, a donde acudió tras ser alertada por Ángel Cruz de la desaparición de Gabriel, esperando el momento oportuno para deshacerse del cadáver.
El día 5 de marzo tiró las prendas a un contenedor de vidrio en el barrio de Retamar de Almería.
La fiscal incide en que durante los once días que duró la búsqueda del niño acudía a diario y que ante la presión mediática "simuló un estado de aflicción, mostrándose en ocasiones compungida y apesadumbrada y en otras alentando los ánimos de los familiares, involucrándose en las batidas de búsqueda".
Señala que el 3 de marzo propició el hallazgo de una camiseta del niño en un lugar que había frecuentado con una expareja suya, con la finalidad de despistar a la Guardia Civil y dirigir las sospechas sobre este hombre.
El 11 de marzo desenterró el cuerpo de Gabriel y lo metió en su coche para buscar un invernadero donde ocultarlo, "profiriendo durante el trayecto expresiones carentes del más mínimo sentimiento de humanidad", hasta que fue detenida cuando intentaba acceder al garaje de su domicilio en Vícar (Almería).
La fiscal pide para Ana Julia Quezada prisión permanente revisable por el delito de asesinato y 5 años más por cada uno de los otros dos delitos.

Juramentos secretos infames / Guillermo Herrera *

Hay juramentos secretos que no necesitan calificación, porque se califican por sí mismos. Todo lo que se trama en secreto es oscuro, no tiene buenas intenciones, y por eso se esconde de la gente, a menos que sea un Movimiento de Resistencia por una liberación popular como lo fue la Resistencia Francesa durante la segunda guerra mundial. Infame es algo muy malo y vil en su especie, que carece de honra, crédito y estima.
 
Un juramento es tanto una promesa como una declaración de principios, invocando a algo o a alguien superior. Desde un punto de vista religioso, es un acto que pone a Dios por testigo de la verdad de un hecho o de la sinceridad de una promesa.

En los tiempos primitivos el juramento era algo desconocido, por la sinceridad, sencillez y cordialidad entre los hombres. Por eso los juramentos nacieron al mismo tiempo que los hombres se engañaron. Dijo Hesíodo “la discordia, hija de la noche, lleva consigo las querellas, las mentiras, los embrollos, las palabras capciosas, y por fin el juramento.”

TRADICIONES
  • Pitágoras y sus discípulos creían que el juramento había que buscarlo en el seno de la misma Divinidad, ya que opinaban que todo lo que subsiste en la naturaleza se encuentra en Dios, y desde la eternidad, Dios se había decidido voluntariamente a hacer la Creación, en cuyo acto se obligó, por juramento hecho a sí mismo, a conservarla en cierto orden. Pretendían que este juramento era el modelo de los que se habían hecho en todos los tiempos.
  • En Egipto, el hombre diviniza sus pasiones y sus vicios, el juramento siguió la suerte de la religión y los egipcios no sólo juraban por sus dioses Isis y Osiris con forma humana, por el Toro Sagrado Apis y el cocodrilo Sobek, sino también por el ajo y otras hierbas y legumbres, fáciles deidades, que sembraban y cogían en sus jardines.
  • Los Persas en sus juramentos ponían de testigo al Sol como astro vivificador.
  • Los Escitas juraban por el aire como principio de la vida e imagen de la libertad y por el hierro de sus armas como una de las principales causas de la muerte como pueblo guerrero que era.
  • Los Griegos y los Romanos juraban por todos sus dioses, tanto los suyos como los importados de sus conquistas. También recurrían a los semidioses y juraban por Cástor y Pólux, Hércules, etc. Pero los que presidían más sus juramentos era la diosa Fidelidad y el dios Fidius.
JURAMENTO CRISTIANO
En el Antiguo Testamento nos encontramos con los cuatro juramentos, formulados en términos sencillos, y en los que se promete bajo la fe religiosa o se invoca a Dios.

Con el advenimiento del cristianismo, el juramento tiene tanta fuerza como Dios, fuente de toda verdad y de toda justicia. La prueba del juramento llamada también “ordalía o purgación canónica” se hacía de varios modos.

En España existía la costumbre de poner la mano sobre los sepulcros o altares de los santos, para que ellos mismos fueran testigos de la verdad o vengadores del perjuro. Se empleaba tanto para confirmar un contrato, como para purgarse de los indicios o sospechas de un delito, y para justificar algún derecho.

Con este objeto existían ciertas iglesias llamadas ‘juraderas’ como la de San Vicente de Ávila, Santa Gadea de Burgos (donde juró el Cid Campeador) y otras varias, y existía la piadosa tradición de que al perjuro se le secaba la mano derecha. Pero los Reyes Católicos abolieron estas prácticas, aunque sin descartar el juramento en los actos judiciales, como prueba y afianzamiento de la palabra.

JURAMENTO JESUITA
El problema no es el acto de jurar, sino el contenido impresentable de lo que se jura como este fragmento literal del juramento de los Jesuitas, que está entrecomillado, y que más bien parece un juramento talibán:
Yo además prometo y declaro que yo, cuando la oportunidad se presente, preparar y hacer implacable guerra, secreta y abiertamente contra todos los herejes, protestantes y masones, como yo he sido ordenado hacer extirparlos de la faz de toda la tierra.”
Yo no perdonaré ni edad, sexo o condición, y que yo ahorcaré, quemaré, destruiré, herviré, despellejaré, estrangularé y enterraré vivos a estos infames herejes; rasgaré los estómagos y vientres de sus mujeres, y machacaré las cabezas de sus infantes contra la pared para poder aniquilar su execrable raza.”
Que cuando lo mismo no pueda ser hecho abiertamente, yo secretamente usaré la copa de veneno, la cuerda de estrangulación, el acero de la daga, el plomo de la bala, sin importar el honor, rango, dignidad, o autoridad de las personas, cualquiera que sea su condición en la vida, ya sea pública o privada, puesto que en cualquier momento yo pueda ser ordenado hacerlo por los agentes del Papa, o superior de la Hermandad del ‘Santo Padre’ de la Sociedad de Jesús.”

JURAMENTO MASÓN
Otro ejemplo de juramento secreto sospechoso se encuentra en el rito de iniciación al grado 29 de la Masonería en el que se le obliga al candidato a pisar un crucifijo con los pies y consagrarse a Bafomet, según el llamado “Rito Escocés Antiguo y Aceptado”.

Concretamente, Alberto Bárcena ha revelado en su nuevo libro “Iglesia y Masonería” uno de los secretos más herméticos del mundo: el rito de iniciación en el grado 29, mayoritario dentro de las logias masónicas, en el que se rechaza expresamente a Cristo, pisoteando con los dos pies un crucifijo y, además, se invoca a modo de consagración la protección de Bafomet.

El rito de iniciación en el grado 29 lo explica Alberto Bárcena de esta manera:
El Bafomet, dios andrógino, penetra en el templo de la logia llevado por el Vigilante Primero y por el Segundo, o sea, por las dos máximas autoridades después del Venerable Maestro. Es paseado en forma circular por la logia, siguiendo las agujas del reloj. A su paso se rinde veneración mediante la genuflexión de la pierna izquierda.”
"Bafomet queda situado en el centro de la logia mirando hacia Oriente, y hasta allí es conducido el candidato con los ojos vendados. Cuando está frente a él, se le quita la venda. De modo que, en este momento de su recorrido iniciático, el masón se encuentra cara a cara con esta representación del supuesto portador de la luz.”

El iniciado debe escoger ahora entre la Cruz cristiana, supuesto “símbolo de muerte y destrucción” y la de la llamada “la luz y la vida”, en forma de equis, asociada a Bafomet, supuesto dios de la luz.

“Dicha elección se manifiesta pisando la Cruz cristiana con el pie izquierdo y con el derecho en este orden. A continuación, el candidato recita la fórmula del juramento, con los brazos en forma de X sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo.”

(En la tradición católica, la forma de equis se llama “cruz de San Andrés” y la llevaban pintadas en su cola los aviones del bando de Franco, durante la guerra civil española, para distinguirlos a distancia.)

¿QUIÉN ES BAFOMET?
Bafomet es una deidad atribuida a los Templarios, al que se venera en la Masonería, y es un ídolo andrógino. La androginia está muy presente en la Masonería, y por ello los masones han fomentado ideología sobre la confusión de géneros masculino y femenino que tanto estamos sufriendo actualmente. 
 
Está representado por una imagen antropomorfa de un macho cabrío y está incluido en los pliegos de cargos que blandieron los agentes del Rey Felipe IV de Francia y los inquisidores de Francia para prender, torturar y procesar a los Templarios bajo la acusación de herejía, junto a otros cargos, que presuntamente habían cometido el Gran Mastre, Jacques de Molay, y su Orden del Temple, que incluían, renegar de Jesús, pisar la Cruz de Cristo en sus ritos, y practicar la sodomía y zoofilia. Cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia. ¿O no?


(*) Periodista