domingo, 15 de septiembre de 2019

Qué es una DANA, un fenómeno que no es sinónimo de 'gota fría'


MADRID.- La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) activó el pasado lunes, 9 de septiembre, el protocolo de riesgo en varias provincias ante la probabilidad de lluvias fuertes y vientos intensos en regiones del Cantábrico y el área mediterránea. Almería y Murcia se despertaron el viernes en alerta roja por las fuertes lluvias torrenciales, que han provocado la muerte de personas en el sureste de la Península.

Este fenómeno meteorológico habitual en España se conoce mejor por el nombre de 'gota fría', un concepto asociado tradicionalmente a las tormentas intensas o lluvias persistentes que sacuden la zona meditárrenea en temporada de primavera-verano o en la época otoñal. No obstante, tal y como recoge la AEMET en un trabajo realizado por Francisco Martín León, el concepto de 'gota fría' se ha desvirtuado con el paso de los años, desde el origen del término en 1886. 
Hace referencia a la inestabilidad atmosférica que se produce en tierras soleadas de la península cuando hay presencia de aire muy frío en niveles medios, por lo que se asume que provoca acontecimientos de carácter tormentoso al unirse al aire cálido del Mediterráneo.
Aunque es un concepto más instalado en el colectivo imaginario, el que se haya convertido en la explicación de todos los daños causados por las fuertes lluvias en el Mediterráneo ha propiciado una asociación errónea al término de 'gota fría', ya que no siempre está vinculado a lluvias intensas. 
Además, hay otros fenómenos meteorológicos que originan algunos episodios de vientos fuertes y precipitaciones en las zonas afectadas.
Así, este trabajo explica que las perturbaciones de aire en altura, como la que se ha vivido esta semana, no están tan condicionadas a un núcleo de aire frío o de baja temperatura, sino que la 'gota fría' forma parte de un fenómeno más amplio que se ajusta mejor a la expresión de DANA, que define una depresión de aire frío en niveles altos que se ha separado de la circulación en chorro y se mueve de forma independiente.
Por sí misma, una DANA no es la responsable directa de lluvias torrenciales que provocan daños materiales en las zonas del Mediterráneo. Al separarse un chorro de aire de una de las grandes corrientes de viento que hay en la atmósfera se origina una depresión en altura que tiene circulación propia, moviéndose de arriba a abajo, y que puede unir todos los ingredientes necesarios para que los sistemas tormentosos descarguen sus gotas de agua con fuerza sobre el territorio español.
Dentro del concepto de DANA se encuentra la 'gota fría', puesto que estas perturbaciones pueden conservar parte de las propiedades de la circulación 'madre' que las originó, conservando en su lado izquierdo un núcleo de aire muy frío en niveles medios, opuesto al aire más cálido que presenta en su lado derecho.

Detenidos por sustraer menores de los centros de protección almeriense para enviarlos a Francia y a Bélgica

MADRID.- Agentes de la Policía Nacional, en colaboración con Europol, han desmantelado una red criminal dedicada principalmente al tráfico de seres humanos y a la sustracción de menores de los centros de protección, con destino a Francia y Bélgica, según ha informado le Ministerio del Interior.

Para ello, utilizaban autobuses de empresas ubicadas en Marruecos, España y Francia cuyo punto de partida era el Puerto de Almería. La organización contaba con una red de captadores especializados por nacionalidades: marroquíes, argelinos, malienses y sirios. Uno de sus miembros sustraía a menores malienses de un centro de protección de Almería para ser traficados a Europa.
Además, empleaban los autobuses para el tráfico de hachís, contrabando de tabaco y especies cinegéticas, ocultando las mercancías en huecos realizados para tal efecto.
La investigación ha finalizado con la detención de 29 personas, en su mayoría marroquíes. De ellos, 26 han sido detenidos en España (11 en Almería, 5 en Murcia, 3 en Alicante, 3 en Barcelona, 2 en Valencia, 1 en Tarragona y 1 en Bilbao) y tres en Francia.
De ellos, once han ingresado en prisión provisional sin fianza. Tras catorce entradas y registros, se ha intervenido más de 33.000 euros, diversa documentación, material informático, más de 200 kilogramos de hachís, un vehículo y un remolque.
La investigación comenzó cuando la Policía de Francia comunicó a la Policía Nacional que un ciudadano español había sido detenido por conducir un autobús donde viajaban 22 inmigrantes irregulares, entre ellos seis menores de distintas nacionalidades africanas.
Por ello, se inició un operativo en diversas ciudades españolas con la finalidad de identificar a los miembros de una organización criminal que estaban favoreciendo la inmigración clandestina haciendo uso de empresas de autobuses ubicadas en Marruecos, España y Francia; y se descubrió que el administrador único de las empresas era un ciudadano marroquí, presunto jefe del entramado criminal.
Desde el Puerto de Almería varios de los detenidos captaban a inmigrantes que acababan de llegar a España en patera o de otra forma clandestina y les ofrecían llevarles en autobús hasta Francia o Bruselas, cobrándoles hasta tres veces más que a un pasajero regular.
Estos captores formaban grupos especializados en nacionalidades, dividiéndose en marroquíes, argelinos, malienses y sirios. El grupo especializado en malienses se dedicaba a sustraer menores extranjeros no acompañados de un centro de protección de Almería. Para fugarse del centro, los menores empleaban la violencia contra los trabajadores sociales.
Igualmente en Almería, la organización criminal contaba con los servicios de una persona que ofrecía alojamiento a los inmigrantes irregulares en sus pisos a cambio de una elevada contraprestación económica, teniendo que pagar por dormir hacinados en habitaciones, Además, los captores controlaban el contrabando de tabaco, tráfico de hachís y especies cinegéticas en el puerto.
Desde Almería, los autobuses iniciaban dos rutas, una con destino a Estrasburgo (Francia) y otra con destino a Bruselas (Bélgica). Ambas rutas tenían numerosas paradas a lo largo de la costa mediterránea para la subida de más inmigrantes.
Estas paradas son las denominadas 'taquillas black' y se situaban en hoteles o locutorios, conocidos por los inmigrantes, localizados en Murcia, Alicante, Barcelona y Tarragona. Llegaron a profesionalizar el negocio en las estaciones de autobuses de Madrid, Barcelona y Murcia, contando con sólidos contactos criminales que les conseguían pasajeros irregulares y menores extranjeros no acompañados.
Para diversificar su negocio y obtener mayores beneficios, la organización criminal empleaba los autobuses también para el tráfico de hachís, contrabando de tabaco y tráfico de especies cinegéticas. Contaba con una infraestructura al servicio de otras organizaciones criminales, elevando los contactos al ámbito trasnacional. Los agentes encontraron grandes cantidades de dinero ocultas en huecos de los autobuses.
Para poner fin al entramado criminal, se diseñó un operativo policial para realizar 14 entradas y registros simultáneos en domicilios y locales asentados por los detenidos: seis en Almería, tres en Murcia, una en Alicante, dos en Barcelona, una en Tarragona y una en Francia.

¿Por qué sigue habiendo inundaciones en el Segura? / Jorge Olcina Cantos *

Podríamos decir aquello de que un territorio fluvial se inunda porque llueve mucho, porque lo que llueve no es capaz de soportarlo el cauce ordinario de un río y, como consecuencia, desborda por sus márgenes y anega todo lo que encuentra en lo que era, inicialmente, su espacio. 

Por tanto, si el ser humano no hubiera ocupado el espacio propio de un río, barranco o rambla, inicialmente un episodio como el que hemos vivido en las últimas horas en Murcia y Alicante no hubiera pasado de ser un proceso natural, propio de nuestras condiciones climáticas. Pero la respuesta a esta pregunta, en 2019, está llena de matices e interrogantes. 

Salimos de uno de los episodios de crecida e inundación del río Segura más destacados de los últimos cincuenta años. Me resisto a admitir lo que algunos titulares o declaraciones políticas señalaban estos días, que esta había sido la inundación más importante de la historia reciente en la cuenca del Segura. 

Porque las inundaciones de 1946, 1948, 1973 y 1987 sigo pensando que fueron más destacadas por sus efectos económicos y pérdida de vidas humanas. Ahí están los datos. Pero realmente esta crecida e inundación de septiembre de 2019 ha sido muy 'bestia'. 

Y les confieso que el tema me tiene indignado porque cuando ocurrió la última gran inundación de noviembre de 1987 y se puso en marcha un plan de defensa de avenidas en la cuenca del Segura, se nos aseguraba que ya nunca, al menos en el corto o medio plazo, volvería a suceder algo igual. 

Y aquí estamos, en 2019, con un Segura que sigue desbordándose y causando cuantiosos daños económicos, dramas familiares, evacuaciones de emergencia. En fin, un desastre. Me siento estafado. 

Es cierto que, desde entonces, han cambiado algunas cosas que justifican la violencia de las lluvias, el aumento de su torrencialidad, como causa primera de un proceso de inundación. Nuestro clima ya no es el mismo que hace tres o cuadro décadas. Estamos inmersos en un proceso de calentamiento térmico de causa antrópica y eso está manifestándose ya en el funcionamiento de algunos procesos atmosféricos de nuestra región mediterránea. Dos hechos básicos: el mar Mediterráneo está más calido que hace treinta años. Y este año, particularmente, ha alcanzado temperaturas de mar tropical, 27º-28º C. 

Aquí está la materia prima principal para la formación de grandes nubes cargadas de agua y energía. No extrañan datos registrados de 200 o 300 litros por metro cuadrado en un día o, mejor, en apenas unas horas. Llueve cada vez con más intensidad. Varios estudios lo están señalando últimamente. 

Y, en segundo lugar, curiosamente el calentamiento global y sus efectos muy llamativos en el polo norte está favoreciendo una circulación más lenta de la corriente en chorro que regula nuestra circulación atmosférica, generando más 'gotas frías'. Aquí está el segundo elemento de riesgo. Una gota fría sobre nuestra zona mediterránea es siempre sinónimo de preocupación atmosférica. Y si ocurre entre septiembre y noviembre, de peligro. 

Los dos factores ('gota fría' y mar Mediterráneo muy cálido) han coincidido en este caso y han dado lugar a lo que ha ocurrido. Lluvias de récord en varios observatorios de Murcia y Alicante. 400 litros en Orihuela en pocas horas. Y valores similares en el Campo de Cartagena. Una pasada. No hay área geográfica preparada para asumir, de entrada, esas cantidades de lluvia. Y cuando está ocupada por actividades económicas y viviendas, ya tenemos el problema acrecentado. Como ocurre en el valle del Segura, especialmente desde Molina de Segura hasta Guardamar. 

Y a ello se suman los cambios en el territorio. En 2019 hay más territorio fluvial del Segura ocupado indebidamente que en 1987. Se han urbanizado muchos espacios de antigua huerta o las ciudades se han extendido ocupando espacios inundables. Creo que no digo nada que no se sepa. 

Ahí están los mapas oficiales de riesgo de inundación para confirmar esta afirmación. Hay, también, más abandono de los espacios fluviales, menos limpieza de vegetación no deseada. Y abandono de prácticas tradicionales en las áreas montañosas próximas de la cuenca (aterrazamientos, riegos de turbias) que contribuían a reducir ondas de crecida en caso de lluvias torrenciales. 

Y hay, también, como novedad, un nuevo cauce artificial en el Segura resultado de los trabajos realizados para reducir las inundaciones tras el episodio de 1987. Y este cauce se ha demostrado poco eficiente a efectos de contención de crecidas parecidas a aquélla. Y tiene dos puntos conflictivos en las ciudades de Orihuela y Rojales donde se mantuvo el cauce por sus tramas urbanas. 

De manera que, en 2019, cuando pensábamos que ya no volveríamos a ver una inundación en la Vega Baja del Segura, vuelve a ocurrir una avenida que recupera su condición original de espacio anfibio. Y eso que Aemet, en un gesto valiente y que ha salvado vidas, había decretado la alerta roja un día antes para que se pudieran tomar las oportunas medidas de salvaguarda. Si no la tragedia habría sido mayor. Y eso, asimismo, que tenemos el mejor sistema de gestión de las emergencias de Europa para estas situaciones (policía, bomberos, protección civil, UME), que también han salvado bienes y vidas.

Ahora llega el momento del balance y de la reflexión sobre lo que ha fallado. Porque esto no debería volver a ocurrir, al menos con esta gravedad y a medio plazo. Habrá que repensar el encauzamiento del Segura, especialmente en Orihuela y Rojales. Habrá que preparar los territorios a la nueva realidad climática que ya se manifiesta (lluvias más intensas). Habrá que construir en las ciudades colectores de gran capacidad, depósitos pluviales, parques inundables. 

Cualquier obra de este tipo que no esté dimensionada para asumir lluvias de 200 litros en una hora, no servirá para nada; seguirá dando problemas. Habrá que educar a la población para situaciones de riesgo y emergencia, que no lo hacemos. Habrá que implantar sistemas de alerta personal a través de la telefonía móvil. 

Y habrá que exigir que se cumpla la ley del suelo, que los municipios tengan elaborados buenos mapas de inundación en la escala apropiada. Y que contraten en sus plantillas a profesionales preparados para la gestión del riesgo. Si no, en unos años, volveremos a esta tribuna para relatar un nuevo desastre, una nueva inundación en el Segura y seguramente tan importante o más que esta. Con el desconsuelo de que existen propuestas y herramientas para que ello no suceda. Pero hay que ponerse a trabajar.



(*) Catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante y responsable de su laboratorio de Climatología