MADRID.- Encarna tenía apenas 20 años de edad. De carácter entusiasta, quien
la conoció afirma que era una joven inteligente, divertida y muy
educada. Trabajaba como dependienta en la librería inglesa y no estaba
afiliada a ningún partido o sindicato. De su efímera vida no se conoce
mucho más y lo que se sabe no difiere de la de cualquier joven de su
edad. Encarna tenía trabajo, su novio y un deseo innato de conocer. Sin
embargo, el 12 de agosto de 1942 fue fusilada por el régimen de Franco
en Almería junto a otros siete hombres acusada de “complot contra el Estado”.
Su único delito fue traducir y distribuir información de la BBC sobre
la Segunda Guerra Mundial, recuerda 'Público'.
La historia de estas ocho personas y de la de
los más de cien imputados en el juicio se conoce como El parte inglés.
“La distribución de los partes de guerra fue una excusa.
La Falange se quitó de encima a aquellos a los que tenía ganas desde
hace años y puso esta excusa como pudo haber puesto cualquier otra”,
relata a Público Miguel Molina, hijo de Diego Molina, capitán del ejército republicano, fusilado en esta causa.
En Europa se estaba librando la batalla de las democracias contra el
fascismo y en España el nuevo régimen aún no había conseguido
institucionalizarse en todas las provincias del país. La victoria de los
aliados en la Segunda Guerra Mundial era la única esperanza para los
que habían luchado por el orden democrático y republicano, pero el silencio informativo y la manipulación de los medios oficiales hacía imposible obtener informaciones veraces sobre la contienda.
La
única fuente fiable de información y la única esperanza de los
republicanos eran los partes de guerra de la BBC que llegaban a la
ciudad a través del consulado inglés en la capital almeriense.
“Un
grupo de personas consiguió contactos en el consulado británico en
Almería consiguiendo los partes de guerra. Entonces, los traducían y
entregaban a los guerrilleros republicanos huidos y los introducían en la cárcel a través de las hijas más pequeñas de los prisioneros
o dentro de la comida, los pañales de los bebés...”, cuenta Martirio
Tesoro, vicepresidenta de la Asociación por la Memoria histórica en
Almería.
Una de esas niñas que entraba
en la cárcel a resumir los avances de la guerra europea era Ana María
Moreno, quien actualmente suma 83 años. “A mi me daban una información y
yo entraba en la cárcel y se lo contaba a mi padre como buenamente podía porque estábamos vigilados por la Guardia Civil. Por ejemplo, recuerdo que el pseudónimo de Franco era 'el tío Paco' . Así cada vez que teníamos que hablar de él yo hablaba de mi tío Paco”, recuerda Ana María, que por entonces tenía 12 años.
La red funcionó durante aproximadamente un
año. El 18 de abril de 1941 la Falange descubrió, destapó el caso y
acusó a más de 100 personas de “complot contra el Estado”. Comenzó
entonces un largo proceso que terminó con ocho ciudadanos almeríenses
bajo una fosa frente al muro de entrada al cementerio de San José
(Almería). “Había que limpiar rojos”, resume Martirio Tesoro.
El
descubrimiento de este sistema de información oculto fue la chispa que
prendió la mecha de la represión franquista en Almería. En esta
localidad andaluza la Falange y la Guardia Civil mantenían una pugna
para demostrar ante los altos cargos su valía y capacidad para mantener
el orden en la ciudad y, quizá, obtener la alcaldía.
“En esta Causa
Judicial, que se sustanciaría durante unas pocas jornadas del mes de
mayo de 1941, se utilizó un procedimiento denominado “inquisitorial”. Es
decir, se podían utilizar medios poco ortodoxos para la obtención de
las declaraciones, pudiendo llegar incluso a la violencia o tortura.
Así veremos, que algunos de los testigos se desdicen de lo manifestado
ante los policías de Falange cuando se presentan ante el juez instructor
e, incluso algunos, ingresan en los hospitales con fracturas de huesos e
incluso contusiones de todo tipo y por todo el cuerpo”, detalla Eusebio
Rodríguez, historiador e investigador del caso.
La sentencia,
publicada pocos meses después, condenaba a muerte a ocho personas por
pertenencia a una “organización clandestina de tipo marxista revolucionaria antifascista
de acción y agitación cuya actividad era la propaganda marxista
organizada en el sentido de un cambio de régimen en España que habría
que traer consigo la victoria de Inglaterra y Rusia en la guerra
actual”. Entre ellos, la joven Encarna Magaña, la única mujer fusilada
en la provincia de Almería.
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