El movimiento ciudadano DemocraciaRealYa está despertando del letargo a la sociedad española desde que estalló la crisis económica en 2008 y, más importante todavía, está gestando un nuevo actor político hasta hoy ausente: la juventud. Los llamados ´jóvenes anti-sistema´ se están revelando en realidad como ´jóvenes-fuera-del-sistema´. Como dice una de los lemas principales: «¡No soy antisistema, el sistema es anti-yo!».
Contra lo que puedan creen ciertas corrientes de la opinión pública, ser un ´anti-sistema´ es un efecto histórico producido por un modelo social muy perverso allá donde se mire: 1. porque en lo político no representa a la juventud (ni a amplias capas de la sociedad), limitándose a un parloteo bipartidista y autoreferente que busca únicamente más cuotas de poder; 2. porque en lo económico se siente explotada en el mejor de los casos, cuando no simplemente ignorada, con casi un 50% de paro juvenil y unas tasas de temporalidad de las más altas de Europa; 3. porque en lo jurídico se siente desamparada ante una legalidad que no es legítima, sino inmoral, como es el caso de la Ley Electoral, la Reforma Laboral o las leyes de Medidas Extraordinarias que recortan el gasto público; 4. porque en lo medioambiental hemos heredado un mundo insostenible marcado por el menosprecio de los ecosistemas, el agotamiento de las energías fósiles y la contaminación del aire, el agua y la tierra; 5. porque en lo espiritual existe una institución todavía hegemónica, la Iglesia católica, que es ideológicamente reaccionaria y políticamente alineada en el status quo de las instituciones dominantes.
DemocraciaRealYa es un movimiento ciudadano y, por tanto, político, relativamente espontáneo, acéfalo, plural, apartidista y sin ninguna dirección ideológica institucionalizada, que está canalizando la frustración sedimentada durante los últimos años y, sobre todo, la convicción de que la sociedad necesita cambiar en una dirección muy diferente a la deseada por el bipartidismo político y la tiranía bancaria-especuladora. La realidad siempre está en constante mutación, y esos cambios siempre tienen dos direcciones: una, la que desea la élite hegemónica; otra, la que desea la sociedad civil organizada y consciente. DemocraciaRealYa está orientada en esta segunda dirección, hoy todavía minoritaria.
Este es un acontecimiento histórico muy reciente cuyo alcance todavía desconocemos, pero que, a buen seguro, tiene en sus manos la posibilidad de incidir y transformar los fundamentos más básicos de nuestra organización política, exigiendo una serie de cambios que renueven una democracia que ha quedado obsoleta después de treinta años: la consolidación de una democracia participativa, el acceso a la vivienda, la reducción del gasto militar, la eliminación de los privilegios de los políticos profesionales, medidas contra el desempleo, la defensa de unos servicios públicos gratuitos y de calidad, el control de las entidades bancarias y una fiscalidad progresiva que recaude más impuestos de las grandes fortunas y bancos.
Este movimiento, que tiene las virtudes de integrar el desencanto de distintas generaciones, está provocando esencialmente una incorporación de las generaciones más jóvenes a la experiencia política de la organización colectiva y la concienciación ante los problemas que hasta hace bien poco dejaban en manos de los ´profesionales´ de la política. Una lección democrática que, todo sea dicho, acaban de enseñarnos los jóvenes norteafricanos.
Esta juventud es la primera en la historia de nuestro país que se sabe consciente de tener unas perspectivas de calidad de vida peores que la de sus padres. Una juventud que, paradójicamente, es la más formada de cuantas ha existido. Son los ´jóvenes sin futuro´, desde luego, sobre todo si los encasillamos dentro del marco categorial del sistema vigente: trabajo precario, inflación irreal de la vivienda, malos salarios, exceso de cualificación para una oferta laboral de baja cualificación (camareros, básicamente).
Por tanto, no es de extrañar que pase todo lo que está pasando. Lo raro era la resignación desmovilizadora acumulada durante años, alimentada por un sistema educativo funcional y acrítico (la ´educación bancaria´, que diría Paulo Freire) y por unas comodidades paternales-materiales que han propiciado esta ´sociedad del consumo´ completamente insostenible. Todo esto quiere decir que la gran mayoría de la juventud española no es ´anti-sistema´, sino que, de hecho, está ´fuera-del-sistema´, es decir, vive ´sin-sistema´, pues muchos de ellos ni trabajan ni estudian. Tal vez por eso le ha sorprendido a muchos este movimiento social de DemocraciaRealYa, porque está fuera del sistema, es difícil de encasillar políticamente y de criminalizar legalmente.
El mayor desafío que se le presenta al movimiento surgido después del 15 de mayo es consolidar su estabilidad política, la pluralidad ideológica de sus miembros y la validez de sus exigencias. Unas exigencias que, si bien se dirigen a las instituciones dominantes (banca-bipartidismo), tendrían que estar acompañadas de algo que depende directamente de esta juventud movilizada: una transmutación de los valores sociales, dejando atrás la hegemonía del consumismo, el corto plazo, el individualismo egoísta, la pasividad vital y el desinterés por los bienes públicos, hacia unos nuevos valores y prácticas de vida más sostenibles, solidarias, justas y pacíficas.
En resumidas cuentas, se trata de ir ´más-allá-de-este-sistema´ e inventar otro mejor, y esta es una tarea que depende de la mayor o menor movilización de todas las capas de nuestra sociedad. Ahora.
Contra lo que puedan creen ciertas corrientes de la opinión pública, ser un ´anti-sistema´ es un efecto histórico producido por un modelo social muy perverso allá donde se mire: 1. porque en lo político no representa a la juventud (ni a amplias capas de la sociedad), limitándose a un parloteo bipartidista y autoreferente que busca únicamente más cuotas de poder; 2. porque en lo económico se siente explotada en el mejor de los casos, cuando no simplemente ignorada, con casi un 50% de paro juvenil y unas tasas de temporalidad de las más altas de Europa; 3. porque en lo jurídico se siente desamparada ante una legalidad que no es legítima, sino inmoral, como es el caso de la Ley Electoral, la Reforma Laboral o las leyes de Medidas Extraordinarias que recortan el gasto público; 4. porque en lo medioambiental hemos heredado un mundo insostenible marcado por el menosprecio de los ecosistemas, el agotamiento de las energías fósiles y la contaminación del aire, el agua y la tierra; 5. porque en lo espiritual existe una institución todavía hegemónica, la Iglesia católica, que es ideológicamente reaccionaria y políticamente alineada en el status quo de las instituciones dominantes.
DemocraciaRealYa es un movimiento ciudadano y, por tanto, político, relativamente espontáneo, acéfalo, plural, apartidista y sin ninguna dirección ideológica institucionalizada, que está canalizando la frustración sedimentada durante los últimos años y, sobre todo, la convicción de que la sociedad necesita cambiar en una dirección muy diferente a la deseada por el bipartidismo político y la tiranía bancaria-especuladora. La realidad siempre está en constante mutación, y esos cambios siempre tienen dos direcciones: una, la que desea la élite hegemónica; otra, la que desea la sociedad civil organizada y consciente. DemocraciaRealYa está orientada en esta segunda dirección, hoy todavía minoritaria.
Este es un acontecimiento histórico muy reciente cuyo alcance todavía desconocemos, pero que, a buen seguro, tiene en sus manos la posibilidad de incidir y transformar los fundamentos más básicos de nuestra organización política, exigiendo una serie de cambios que renueven una democracia que ha quedado obsoleta después de treinta años: la consolidación de una democracia participativa, el acceso a la vivienda, la reducción del gasto militar, la eliminación de los privilegios de los políticos profesionales, medidas contra el desempleo, la defensa de unos servicios públicos gratuitos y de calidad, el control de las entidades bancarias y una fiscalidad progresiva que recaude más impuestos de las grandes fortunas y bancos.
Este movimiento, que tiene las virtudes de integrar el desencanto de distintas generaciones, está provocando esencialmente una incorporación de las generaciones más jóvenes a la experiencia política de la organización colectiva y la concienciación ante los problemas que hasta hace bien poco dejaban en manos de los ´profesionales´ de la política. Una lección democrática que, todo sea dicho, acaban de enseñarnos los jóvenes norteafricanos.
Esta juventud es la primera en la historia de nuestro país que se sabe consciente de tener unas perspectivas de calidad de vida peores que la de sus padres. Una juventud que, paradójicamente, es la más formada de cuantas ha existido. Son los ´jóvenes sin futuro´, desde luego, sobre todo si los encasillamos dentro del marco categorial del sistema vigente: trabajo precario, inflación irreal de la vivienda, malos salarios, exceso de cualificación para una oferta laboral de baja cualificación (camareros, básicamente).
Por tanto, no es de extrañar que pase todo lo que está pasando. Lo raro era la resignación desmovilizadora acumulada durante años, alimentada por un sistema educativo funcional y acrítico (la ´educación bancaria´, que diría Paulo Freire) y por unas comodidades paternales-materiales que han propiciado esta ´sociedad del consumo´ completamente insostenible. Todo esto quiere decir que la gran mayoría de la juventud española no es ´anti-sistema´, sino que, de hecho, está ´fuera-del-sistema´, es decir, vive ´sin-sistema´, pues muchos de ellos ni trabajan ni estudian. Tal vez por eso le ha sorprendido a muchos este movimiento social de DemocraciaRealYa, porque está fuera del sistema, es difícil de encasillar políticamente y de criminalizar legalmente.
El mayor desafío que se le presenta al movimiento surgido después del 15 de mayo es consolidar su estabilidad política, la pluralidad ideológica de sus miembros y la validez de sus exigencias. Unas exigencias que, si bien se dirigen a las instituciones dominantes (banca-bipartidismo), tendrían que estar acompañadas de algo que depende directamente de esta juventud movilizada: una transmutación de los valores sociales, dejando atrás la hegemonía del consumismo, el corto plazo, el individualismo egoísta, la pasividad vital y el desinterés por los bienes públicos, hacia unos nuevos valores y prácticas de vida más sostenibles, solidarias, justas y pacíficas.
En resumidas cuentas, se trata de ir ´más-allá-de-este-sistema´ e inventar otro mejor, y esta es una tarea que depende de la mayor o menor movilización de todas las capas de nuestra sociedad. Ahora.
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