Como se refleja en la exposición de motivos del plan, el coste de todos los trabajos incluidos en él debe ser asumido por los propietarios de los terrenos, amparándose en el hecho de que «la legislación vigente vincula a la promoción de suelo costear las infraestructuras necesarias para el suministro eléctrico».
Sin embargo, los elevados precios impuestos a los promotores, de 240 euros el kilovatio, cuando han comprobado que en otras ciudades andaluzas se ha cobrado sólo 90 euros, los ha puesto en pie de guerra y muchos se niegan a pagar porque no pueden asumir las cargas por vivienda construida.
Algunos ya han llevado el caso a los tribunales y otros muchos han presentado alegaciones al Ayuntamiento, todas ellas desestimadas. Hay quien, en cambio, ha decidido pagar porque ha antepuesto la prioridad de llevar a cabo sus negocios a un pleito que se puede prolongar en el tiempo. Es el caso de El Corte Inglés.
Se da la circunstancia, además, de que Dieesa ha iniciado los trabajos incluidos en el plan sin que éste haya podido ser aprobado legalmente por el Ayuntamiento, puesto que la Consejería de Obras Públicas ha rechazado el proyecto y ha instado a adecuarlo a la legalidad.
Además de reducir a la mitad el presupuesto, el informe encargado a una firma del sector ha revelado, por ejemplo, que una subestación eléctrica ya concluida, «pese a situarse en suelo rústico y no contar con el informe ambiental», con un presupuesto de más de 7,5 millones de euros, «tiene un coste real de 2,5».
Pese a que el proyecto se ha puesto en marcha sin estar aprobado ni contar con los informes necesarios de la Administración autonómica, ésta no ha puesto coto a los trabajos hasta el momento.
«¿Por qué la Junta de Andalucía no ha actuado frente a obras ilegales de esta envergadura, y sin embargo criminalizan a cualquiera que construya un cortijo ilegal?», se pregunta uno de los propietarios, antes de recordar que el Gobierno andaluz no paralizó las obras de la filial de Elsur, que consiguió la adjudicación 'a dedo'.
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