martes, 21 de junio de 2022

"El fraude global de COVID-19 se diseñó para controlar a las personas", dice ex vicepresidente de Pfizer

 


WASHINGTON.- Los cierres, las órdenes de mascarillas y las órdenes de vacunación son todas medidas que no sirven para mantener la salud sino para mantener a la gente bajo control y avanzar hacia el objetivo final de la identificación digital y la moneda digital, dijo el Dr. Michael Yeadon, ex vicepresidente de Pfizer y director científico para la investigación de alergias y enfermedades respiratorias.

“En resumen, estoy viendo un fraude a escala mundial del que las compañías farmacéuticas son solo una parte”, dijo Yeadon en el programa Facts Matter de EpochTV en una entrevista reciente.

“Hay una enorme presión a nivel mundial para persuadir a la población de que hay una amenaza para la salud con el fin de que cumplan con diversas medidas que destruyen la economía, y luego seguir con estas inyecciones. Yo creo que todo esto tiene que ver, en última instancia, con el control”.

En abril, Yeadon publicó un artículo titulado “Las mentiras de Covid“. En el documento, el especialista refuta una docena de afirmaciones de la corriente dominante sobre COVID-19, como que los cierres frenan la propagación y reducen el número de casos y muertes; que la única forma de acabar con la pandemia es la vacunación universal; o que las nuevas vacunas son seguras y eficaces.

“Yo supe que era un error en el momento en que me enteré que estaban desarrollando una vacuna. Nunca hemos tratado de suprimir o acabar una pandemia a través de la creación de una nueva vacuna y luego intervenir con ella”, dijo Yeadon. “¿Por qué? Porque, y esto es realmente importante, el tiempo que se tarda en obtener una cantidad adecuada de datos de seguridad es siempre mayor que la duración factible de cualquier pandemia de la historia”.

“Si usted se tarda menos tiempo, significa que no se tiene una cantidad adecuada de datos de seguridad”.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las vacunas pasan por tres fases de ensayos clínicos para asegurarse de que son seguras y eficaces. “Durante el desarrollo de las vacunas COVID-19, estas fases se solaparon para acelerar el proceso y que las vacunas pudieran utilizarse lo antes posible para controlar la pandemia. No se ha saltado ninguna de las fases de los ensayos”, indican los CDC.

“Los ensayos clínicos no mostraron ningún problema grave de seguridad en las ocho semanas siguientes a la vacunación. Se trata de un hito importante, ya que es inusual que los efectos adversos causados por las vacunas aparezcan después de este tiempo”, añadieron los CDC.

Yeadon señaló que el gobierno no debería coaccionar a la gente para que reciba las vacunas con solo datos institucionales de seguridad de dos meses. “¿Cuál es el perfil de seguridad seis meses después de haberla tomado? Nadie puede decírselo”.

“Yo llevo 34 años en el descubrimiento y desarrollo de fármacos. La seguridad es lo más importante, incluso más que la eficacia. ¿Por qué? Porque usted se lo va a dar a mucha gente. Así que si usted no está muy, muy seguro de la seguridad, puede fácilmente dañar a más personas de las que podría salvar. Esto es doblemente cierto cuando se utiliza un nuevo tipo de tecnología”, declaró Yeadon, quien trabajó para Pfizer durante 17 años. En 2011 dejó la compañía para cofundar la empresa de biotecnología Ziarco, que Novartis adquirió en 2017.

“Ellos me dijeron: ‘No. No hemos recortado nada. Hicimos las cosas en paralelo’”, añadió. “No, ellos no hicieron muchos estudios y cometieron falta en la presentación regulatoria. Lo que significa, me temo, es que los reguladores son culpables de fraude”.

“[Que] el regulador no les haya exigido que midan la aparición y desaparición en la sangre de estos materiales genéticos es asombroso. ¿Por qué es tan importante? Significa que no tengo ni idea de si las cantidades que circulan por su cuerpo o por el mío después de la aplicación de la vacuna son una cantidad ínfima, media o mucha. Ni idea. Tampoco midieron cuánto tiempo funcionó el material genético para producir la proteína de la espiga. ¿Duró una hora? ¿Una semana? ¿Para siempre? No lo estudiaron. Así que no lo sabemos”.

Los CDC remitieron a The Epoch Times a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), “la autoridad reguladora de los ensayos y estudios de seguridad de las vacunas”. La FDA no respondió a una solicitud de comentarios.

Las agencias sanitarias federales suscitaron numerosas críticas por desviarse respecto a ciertas medidas de COVID-19 y su reticencia a divulgar toda la información sobre las vacunas. La FDA pidió 55 años para hacer públicos los datos de la vacuna COVID-19 de Pfizer. The New York Times informó en febrero que los CDC habían estado reteniendo datos críticos de COVID-19 sobre sobre las dosis de refuerzos, las hospitalizaciones y otros análisis.

Es falso que las vacunas contra COVID-19 sean “seguras y eficaces”, según el cardiólogo y epidemiólogo Dr. Peter McCullough.

“Ninguna de las vacunas ha tenido ensayos clínicos versus placebo con ese criterio de valoración compuesto”, dijo McCullough a The Epoch Times en una entrevista reciente. “Lo que sucedió con el tiempo es una narrativa falsa que se desarrolló a partir de datos de observación”.

Codificación de la proteína spike viola el principio de diseño de vacunas
 

Lo siguiente que preocupó a Yeadon fue que los cuatro principales fabricantes de vacunas contra COVID-19 (Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson y AstraZeneca) eligieron proteínas spike para desencadenar la respuesta inmunitaria. Al respecto explicó por qué eso viola los principios de diseño de vacunas.

En primer lugar, los desarrolladores de vacunas deben elegir una parte de un organismo que no sea intrínsecamente dañina.

“Nosotros sabíamos antes de que la eligieran que la parte spike que sobresale en el exterior de estos virus pertenece a una familia de proteínas superficiales que se sabe que son biológicamente activas, que tienen efectos neurológicos, que tienen efectos tromboembólicos o de coágulos sanguíneos, y otras cosas más”, dijo Yeadon. “Así que se sabía que tan pronto como hiciera un poco de investigación básica (…) iban a haber problemas de seguridad significativos”.

En segundo lugar, los desarrolladores de vacunas deben elegir “una parte del organismo que sea genéticamente más estable”.

“Bueno, ellos eligieron la parte que aparentemente muta más rápido. Así que ellos sabían que eso significaba que tan pronto como ocurriera la deriva genética estándar, las vacunas dejarían de funcionar”.

Según Yeadon, los desarrolladores de vacunas deberían elegir una parte de un organismo que sea lo más diferente posible a los seres humanos, “para que cuando provoque una respuesta inmune a eso, no se superponga y no le afecte”.

“Pero desafortunadamente, la proteína spike, aunque no es muy similar, es la menos diferente de las proteínas humanas. Hay docenas de proteínas humanas que son ligeramente similares y yo creo que eso hace que las respuestas autoinmunes sean muy probables”.

La enfermedad autoinmune ocurre cuando el sistema de defensa natural del cuerpo no puede diferenciar entre sus propias células y las extrañas, lo que hace que el cuerpo ataque por error a las células normales. Se ha informado autoinmunidad inducida por la vacuna contra COVID-19.

Los CDC dijeron que las vacunas de ARN mensajero (ARNm) y de vector viral COVID-19 producen proteínas spike en el cuerpo para desencadenar la respuesta inmune. A su vez los CDC sostienen que las vacunas contra el COVID-19 son seguras y efectivas.

Las vacunas Pfizer y Moderna COVID-19 utilizan tecnología de ARNm. Por el contrario, Johnson & Johnson y AstraZeneca usan un adenovirus humano o de chimpancé como vector viral y codifican la proteína spike del virus SARS-CoV-2.

Sabiendo que sus antiguos colegas no son estúpidos, a Yeadon le costó entender por qué ellos eligieron “lo peor que pudieron”.

“Yo no podría hacer eso para algo benigno. Me he esforzado lo más que intento. Yo no puedo cometer esto como un error bien intencionado”.

La “colusión y la malversación” son evidentes porque los cuatro principales fabricantes de vacunas optaron por codificar la misma proteína spike en sus vacunas basadas en genes, dijo Yeadon. Muchos compañeros y personas jubiladas en su industria le dijeron que no elegirían esta opción subóptima y ​​que los diseñadores podrían tener “acuerdos entre sí”.

The Epoch Times se ha puesto en contacto con los cuatro fabricantes de vacunas mencionados anteriormente para obtener comentarios.

Cuando Yeadon habló al inicio sobre el tema su vida cambió en una semana.

El 1 de diciembre de 2020, antes de que la Comisión Europea emitiera su primera autorización de uso de emergencia para una vacuna COVID, Yeadon y el Dr. Wolfgang Wodarg firmó conjuntamente una petición a la Agencia Europea de Medicamentos para suspender todos los estudios de vacunas contra COVID-19, citando preocupaciones de seguridad. Wodarg fue presidente del comité de salud de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

“En una semana, el apacible Mike Yeadon, que nunca había dicho nada en público sobre nada en toda su vida, excepto en mi esfera profesional, de repente fue alquitranado y emplumado como un antivaxxer”, relató.

“¿Por qué estoy haciendo esto? No es por dinero. No es por la fama. Es porque lo que te estoy diciendo es verdad. Esa es la única razón. Y yo lo estoy haciendo por mis hijos y nietos”, dijo a continuación. A continuación agregó que no solo había perdido una “gran suma de seis cifras”, sino que también había sido abusado, difamado, censurado y eliminado de su círculo social anterior.

“Todo esto tiene que ver en última instancia con el control”
 

Según Yeadon impulsar la vacunación universal y muchas otras medidas para enfrentar la pandemia “no tienen que ver con la salud pública, sino con el control”.

“Las únicas personas a las que podría querer proteger serían las personas muy ancianas y las que ya tienen enfermedades crónicas”, dijo en su declaración. “¿Por qué querría uno vacunar al otro 90 por ciento? Usted está desperdiciando dinero. Está exponiendo a la población a un riesgo innecesario y nunca lo habíamos hecho antes”.

Hay “tres fragmentos de evidencia que no creo que nadie pueda refutar”, añadió el especialista, refiriéndose a tres grupos de personas a las que no se les debe presionar para que se vacunen: aquellos que se han recuperado del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) , mujeres embarazadas y niños pequeños sanos.

Yeadon explicó que las personas que se recuperaron de COVID-19 tienen una mejor inmunidad porque sus cuerpos lidiaron con todos los componentes del virus, no solo con la proteína spike. Las mujeres embarazadas no deben vacunarse porque el feto en desarrollo es muy vulnerable y no se han realizado pruebas de toxicología reproductiva a largo plazo. También los niños pequeños tienen un riesgo muy bajo de contraer el virus.

Los CDC recomiendan que todas las personas elegibles se vacunen y reciban vacunas de refuerzo cuando llegue el momento, incluidas las personas previamente infectadas, las mujeres embarazadas y los niños de cinco años o más.

El 9 de junio, la administración de Biden anunció un plan operativo para las vacunas contra el COVID-⁠19 para niños menores de cinco años y dijo que la FDA y los CDC considerarían si autorizar y recomendar las primeras vacunas contra el COVID-19 para este grupo de edad la semana siguiente.

Si la FDA y los CDC autorizan y recomiendan las vacunas contra el COVID-19 para este grupo de edad, las primeras vacunas podrían comenzar a administrarse la semana del 20 de junio.

El 15 de junio, un panel asesor de la FDA votó para recomendar otorgar una autorización de emergencia a las vacunas contra el COVID-19 de Moderna y Pfizer para niños de hasta 6 meses de edad.

“Creo que el juego final es la identificación digital obligatoria: la recompensa real por vacunarse es obtener un pase de vacunación”, dijo Yeadon. “Entonces, la otra parte sería dinero digital obligatorio sin efectivo, monedas digitales del banco central, y he aquí, esas dos cosas parecen estar sucediendo en todas partes, y se están uniendo”.

En junio de 2021, la Comisión Europea propuso otorgar a cada ciudadano un conjunto de credenciales de identidad digital. Cada estado miembro debe ofrecer a los ciudadanos una billetera de identificación digital que se pueda usar en toda la UE para septiembre de 2023.

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