jueves, 13 de febrero de 2020

El Delcygate y la arrogancia de Borrell / Félix de la Fuente *

No me interesa para nada saber si la número 2 de Venezuela entró o no en territorio español. Tampoco me pica la curiosidad por saber si Ábalos le dio la mano o un beso a la señora Rodríguez al saludarla en el aeropuerto de Barajas. 
 
Me preocupan, y muy mucho, los millones de venezolanos que los están pasando mal, me preocupa el millón o millones de personas que han tenido que abandonar el país, a pesar de ser la nación con más reservas de petróleo del mundo, y me preocupan también los españoles residentes en Venezuela. 
 
Pero, como español y ciudadano europeo, me preocupa y me avergüenza la arrogancia mostrada por Borrell en el Parlamento Europeo: “ustedes deberán estudiar más”, les dice a los diputados españoles.

No señor, Borrell. No hace falta estudiar para saber que los que realmente cortan el bacalao en la UE son los ministros nacionales y los jefes de Estado, es decir el Consejo y el Consejo Europeo. Y mucho menos lo necesitan los eurodiputados, que lo viven directamente desde el primer día de su mandato. No, señor Borrell. Usted podrá ser muy inteligente, pero de democracia no puede dar ninguna lección a los eurodiputados, quienes, a pesar de las muchas deficiencias de que adolecen nuestros sistemas electorales, tienen la confianza directa de los ciudadanos, mientras que usted, como comisario no la tiene. 
 
Usted ha sido propuesto por el gobierno español y ratificado por el Parlamento Europeo, esto es verdad, pero todos sabemos cómo los grandes partidos se reparten los altos cargos de las instituciones europeas. Sí, señor Borrell, lo fácil que hubiera sido decir “pediremos explicaciones al gobierno español y que responda a las alegaciones que nos han formulado sus señorías”. Creo que el sufrimiento de millones de venezolanos merece un poco de humildad. No es la primera vez que en el Parlamento Europeo se ha hablado de Venezuela.
 
 Todos los meses suele haber un debate sobre la violación de los derechos humanos en el mundo. También el Consejo ha adoptado varias decisiones sobre dicho país: “La Unión sigue estando profundamente preocupada por el continuo deterioro de la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos en Venezuela” (Decisión PESC 2017/20174, 13.11.2017). Y en al artículo 6.1 de esta decisión podemos leer “Los Estados miembros adoptarán las medidas necesarias para impedir que entren en su territorio o transiten por él: a) las personas físicas responsables de violaciones o abusos graves de los derechos humanos o de la represión de la sociedad civil y la oposición democrática en Venezuela”. 
 
Y en la Decisión 2018/901, de 25.06.2028, se dice “en vista de la situación de Venezuela, procede incluir a once personas en la lista de personas físicas y jurídicas, entidades y organismos sujetos a medidas restrictivas). Y a esa lista ya existente se añade el nombre de Delcy Eloína Rodríguez Gómez, Vicepresidenta de la República Bolivariana de Venezuela ...
 
Sus acciones en el marco de la Comisión Presidencial y, a continuación, como presidenta de la Asamblea Constituyente ilegítima han menoscabado la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela, en particular mediante la usurpación de las competencias de la Asamblea Nacional y su utilización para atacar a la oposición e impedirle su participación en el proceso político”.

Esta es la opinión que tiene de la dulce Delcy el Consejo de la Unión Europea. ¿El Delcygate es competencia exclusiva de los gobiernos nacionales, como dice Borrell? ¿No pagamos a los partidos de la oposición para que hagan crítica democrática al gobierno? ¿No hubiera bastado una llamada telefónica para impedir que la señora Rodríguez pisara suelo español? 
 
¿Qué hubieran hecho en una gran empresa con un alto ejecutivo que en lugar de solucionar un problema por teléfono en cinco minutos le dedica tres horas, suponiendo que Ábalos realmente fue a Barajas a solucionar un problema? Es lógico, por tanto, que en Europa se quisiera saber cómo se cumplen las órdenes del gobierno de la UE. ¿O es que tendremos que admitir que las órdenes del Consejo de la Unión tienen la misma categoría que las recomendaciones de un abuelo?

Pero volviendo a la dimensión europea del Delcygate, es verdad que son los Estados miembros los encargados de aplicar las medidas dictadas por el Consejo, pero también es verdad que la Comisión tiene el deber de vigilancia para que estas medidas se apliquen. Y también es verdad, y esto lo digo por mí mismo, que la integración europea no avanza por culpa, sobre todo, de los grandes partidos políticos. 
 
No es la gobernanza de la Unión la que está en peligro debido a los muchos partidos presentes en el Parlamento Europeo. Lo que está en peligro es la misma unión por culpa del oligopolio de los grandes partidos europeos, entre los que se incluye el partido del señor Borrell. 
 
No es la primera vez que un comisario español actúa más como político nacional que como comisario de la toda la UE. No es la Unión Europea lo que están fomentado los grandes partidos al no permitir que los temas más importantes pasen al ámbito estricto de la Unión, dejando fuera a la Comisión, al Parlamento Europeo y al Tribunal de Justicia de la Unión. Es esto lo que debería preocupar al señor Borrell. 
 
El problema está realmente ahí: en que para los temas importantes no existe la Unión, sólo existen los gobiernos nacionales, y cada uno hace lo que quiere o interpreta las normas a su manera. Lo hemos visto con las euroórdenes. El problema está ahí, señor Borrell, en que en los temas importantes no se deja intervenir ni al Parlamento Europeo ni a la Comisión. 
 
Usted, tiene también mucho que aprender, o, quizás, mucho que recordar. No es una ONU europea lo que pedimos los ciudadanos, pues ya hemos visto para lo que sirve, sino una auténtica Unión.
 
 
 
(*) Ex funcionario del Parlamento europeo

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