viernes, 12 de octubre de 2018

La ‘Matrix’ de los partidos políticos / Guillermo Herrera *

Toda la vida me he pasado discurriendo a qué partido votar sin hallar nunca una respuesta satisfactoria a pesar de haberme calentado la cabeza hasta la saciedad sobre los pros y los contras de cada partido político.

La explicación es que la Verdad está fragmentada y dividida entre las distintas propuestas de los partidos políticos. Si votas una cosa, estás en contra de la otra, pero no existe un pensamiento integral y holográfico que permita comprender la razón de cada uno para recogerla en una síntesis coherente y ofrecer soluciones integrales.

Lo ideal sería un centro político que recogiera las virtudes de la derecha y de la izquierda para ofrecerlas en una síntesis armónica, y ofrecer un modelo perfecto de sensatez y sabiduría, pero el centro nunca se ha vendido bien en el mercado político de España porque la opinión pública tiende siempre a la polarización hacia los extremos según el problema que defiendan.

La centralidad política hubiera evitado la guerra civil y tantos extremismos políticos como se han dado en nuestra patria. Pero cuidado, el centro no puede ser nunca una tibieza de mediocridad y de indefinición como ha ocurrido a veces, sino un modelo bien definido de soluciones sensatas.

Cada partido político está aglutinado en torno a unas verdades fundamentales, pero a veces este núcleo está rodeado de una nube de contradicciones que “donde dije digo que digo Diego”, y ahí es donde se estrellan los talentos políticos.

Los que están a favor de la inmigración se olvidan de los derechos de los ciudadanos españoles sin techo que están instalados en la pobreza absoluta, duermen en la calle y piden limosna como mendigos. ¡Todavía no he escuchado a ningún partido político que quiera solucionar esto! El problema fundamental es que no se cumple el contenido social de la Constitución Española, y sin embargo se cumple a rajatabla el derecho de los bancos a desahuciar a familias pobres.

Los que defienden los derechos de los animales (yo también lo hago por compasión) se olvidan de los derechos de las personas, y viceversa. Si amas a tu patria estás obligado a ser de derechas (¡qué idiotez!) y si defiendes los derechos de los trabajadores estás obligado a defender el separatismo. Otra idiotez, que se olvida que la izquierda nunca ha sido nacionalista sino internacionalista.

Tampoco se acuerdan que el nacionalismo separatista es un invento de la burguesía más adinerada para defender sus intereses egoístas, y ahora lo han convertido en bandera de la izquierda. Esto es como mezclar las churras con las merinas, porque una cosa no tiene nada que ver con la otra.

A la pregunta clásica de si ¿hay algo más tonto que un obrero votando a la derecha o que un millonario votando a la izquierda? mi respuesta es afirmativa: un pobre adorando a un rico a través de la llamada “prensa rosa”.

Todo está fragmentado y dividido para evitar soluciones completas y dividir y enfrentar a la gente (divide y vencerás). Por eso pienso que el sistema de partidos es una conspiración como la copa de un pino para encerrarnos a todos en una ‘Matrix’ de soluciones parciales e incompletas. La palabra partido viene de partir, dividir, fragmentar, enfrentar y crear partidarios, es decir fanáticos sectarios dispuestos a todo.

Lo que mejor saben hacer todos los partidos políticos es defender sus propios intereses corporativos, aunque sea en contra de los intereses de su pueblo al que dicen servir, y esto acaba con mucha facilidad en la corrupción que todos conocemos.

Eso no quiere decir que yo defienda la dictadura, que tampoco. Quiere decir que tenemos que inventar algo nuevo y armónico que acabe con esta división y enfrentamiento entre la derecha y la izquierda, entre azules, rojos, naranjas y morados. ¿Es que no hay imaginación?

Tanto es así que al final la gente acaba votando no lo que más le gusta sino lo que menos le disgusta, aunque sea tapándose las narices para no oler la podredumbre de tanta corrupción.

A mi me seduce el ideal platónico del sabio al poder, o la tradición ancestral existente en todas las culturas de la humanidad de comunidades autogestionadas y gobernadas por un consejo de ancianos sabios, santos e iluminados que tome siempre decisiones sensatas para no cometer los errores de los jóvenes.

¡Feliz Día de la Hispanidad y un abrazo muy fuerte a todos mis hermanos hispanos!



(*) Periodista

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