domingo, 16 de diciembre de 2012

Memorias compartidas España-Marruecos

MADRID.- El patrimonio histórico aumenta su fondo con más de 20.000 documentos procedentes del antiguo Protectorado español en el norte de Marruecos. Un proyecto de recuperación de la memoria visual común del sur de España y el norte de Marruecos. Años de historia plasmados en fotografías, postales o grabados que quedarán digitalizados y conservados en la Biblioteca General de Tetuán, en la Biblioteca de Andalucía y en la base de datos de contenidos digitales Hispana que, a su vez, es contribuidora de Europeana, punto común multilingüe de acceso al patrimonio común europeo. 
 
Una de las épocas históricas clave en las relaciones entre España y Marruecos y que más interés despierta entre los investigadores es la del antiguo Protectorado español,  que abarca desde el año 1912 hasta 1956. Uno de los medios más interesantes para conocer a fondo ese pasado son las imágenes que reflejan en primer plano la realidad de cada momento y el rico mundo que lo rodea. La fotografía da la oportunidad a los investigadores de acercarse a la actualidad política, económica, social y cultural de la época del protectorado. A la forma de vida tradicional en el norte de Marruecos y su relación con los españoles.
Entre los 50.000 documentos que se conservan en la Biblioteca General de Tetuán, que fue la capital del protectorado español, unos 20.000 se van a digitalizar. El proyecto de Recuperación de la Memoria Visual Andalucía - Marruecos (RIMAR), que cuenta con la cofinanciación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), y un consorcio formado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Artístico, el Centro Andaluz de la Fotografía y el Ministerio de Cultura Marroquí, pretende poner en valor la fotografía histórica que se encuentra en los fondos del Archivo General y Biblioteca de Tetuán.
Para Teresa Rubio Lara, coordinadodora técnica del proyecto «se trata de hacer una evaluación de los fondos fotográficos, cualificación y sensibilización de los responsables técnicos de los archivos, tratamiento documental, instalación, conservación, difusión y la formación en nuevas tecnologías» .
Por su parte Mohamed Ettakkal, representante de la Dirección Regional de Cultura Tánger-Tetuán, destaca la importancia de la recuperación de los fondos, la formación de técnicos en conservación documental y en gestión de los archivos. Técnicos que a su vez podrán formar a otros. También es importante la dotación del material necesario para que los especialistas estatales y locales puedan gestionar ese patrimonio histórico y cultural..
Casi setenta estudiantes universitarios, profesionales del patrimonio, investigadores y antiguos residentes en el protectorado (que han aportado gran cantidad de documentos gráficos) han participado en el encuentro «Miradas Compartidas» en Granada organizado por RIMAR, en el que se ha puesto de relieve la importancia de la fotografía como documento histórico «Para que se conozca el pasado y se pueda entender mejor el presente y fomentar la colaboración entre países» explica Pablo Juliá, director del Centro Andaluz de la Fotografía.
José Luis Gómez Barceló, del Archivo General de Ceuta, insiste en la importancia de la imagen como documento. En Ceuta se conservan imágenes desde el siglo XVII hasta la llegada de la fotografía a Marruecos con el escritor y periodista granadino Pedro Antonio de Alarcón.
Alarcón fue soldado y periodista en la guerra, enviaba sus crónicas al periódico El Museo Universal, y más tarde las publicó como libro con el título de «Diario de un testigo de la guerra de África» (1959). Con él fue un fotógrafo malagueño, Enrique Facio, muchas de las fotografías que hizo en Marruecos se conservan en la actualidad.
Gómez Barceló dedica un recuerdo a los coleccionistas, archiveros e historiadores que han rastreado las fotografías de la época en anticuarios, casas y desvanes. También a los fotógrafos que han dejado para la historia retazos de la vida de otro tiempo «La fotografía refleja un mundo que no se volverá a ver nunca más» dice. Habla de una época en la que algunos de los fotógrafos de Tetuán hicieron una labor social trayendo desde Tánger, botes de penicilina, que los médicos les encargaban, escamoteados entre el material fotográfico que compraban allí «de muy buena calidad».

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