domingo, 11 de noviembre de 2012

El silencio de Cajamar / Gabriel Sánchez

Han tenido que producirse dos desgraciados suicidios para que algunos bancos, al sentirse responsables de lo sucedido, se hayan pronunciado parando las ejecuciones hipotecarias después de ver como la gente se echa a la calle; esta vez sí, metiéndoles a los banqueros el miedo en el cuerpo. Y es que la cosa no es para menos toda vez que ya hay ayuntamientos que han amenazado con retirar los fondos de aquellas entidades que siguen ejecutando los créditos impagados a sus ciudadanos como lo vienen haciendo cada día más clientes, ya sea por miedo a perder sus ahorros o por solidaridad con familiares o conocidos a los que los bancos inmisericordes rompen la vida robando con la ley en la mano lo que durante años de esfuerzo han conseguido.

¿Es la dación en pago la solución con la que pretenden acallar sus conciencias los políticos o es un robo más? Sin duda lo segundo, y encima, agachando la cabeza pretenden que les demos las gracias por otorgarnos el perdón del dinero que dicen condonarnos.

Juan tiene un crédito hipotecario a veinte años y ha pagado diez, lleva dos sin poder hacerlo, para él no hay rescate como lo ha habido para la generosa entidad que ha aceptado su vivienda como dación en pago, robando diez años de su vida. Por eso empiezo a creerme los datos que una persona que lleva toda su vida trabajando en Cajamar me ha dado.

Si conociésemos las cifras se asombrarían de las ingentes cantidades de dinero retiradas de las entidades bancarias, de las muchas cuentas canceladas o que han quedado sin un euro o incluso de las muchas domiciliaciones bancarias que se han anulado ante la impunidad con la que la actúa la Administración embargando el dinero que hay en las cuentas, ya sea por una multa de trafico, por una deuda con Hacienda o por el sello del vehículo o incluso de las muchas personas que han dejado de pagar el recibo de la hipoteca ante las continuas largas y negativas de las entidades a la renegociación.

Antonio me cuenta que él, después de mucho pelear, consiguió la renegociación aceptando las condiciones que Cajamar le impuso y que no era otra que aumentar el interés. Era eso o ser ejecutado (me refiero a la hipoteca) ¿chantaje, coacción? Para Cajamar una buena acción, un favor al que hasta entonces había sido un buen cliente. Para Antonio un hoyo más hondo del que salir nuevamente.

Eso sucedió cuando Antonio y su familia, teniendo dificultades, aún tenían trabajo; ahora que su mujer y él están en paro, Cajamar se ha negado a renegociar. Ahora Antonio es un mal cliente, “el director se siente molesto cuando le digo que quiero hablar con él”, me dice. "Si tuviéramos un gobierno con cojones impondría una moratoria de pago”, se lamenta, como haría igualmente si gobernase el PSOE, me asegura. Por como lo hace con las lágrimas en los ojos, lo creo.

Habrá que leer bien la letra pequeña de ese obligado acuerdo al que los dos grandes partidos y sus dirigentes, callados hasta ahora cuando se llevan ya casi 500.000 ejecuciones, pretenden firmar. Acuerdo que no ha salido
motu proprio porque así lo sientan y sí al verse obligados por una ciudadanía cansada de aguantar los abusos de la banca a la que los dos gobiernos se han empeñado en salvar de la bancarrota con dinero nuestro, entregándoles una soga para que nos sigan ahorcando. Que ardan en la hoguera, diría de ser inquisidor, ¿acaso hay pecado mayor?

“Es una ley injusta que data del año 1909”, he escuchado decir a un dirigente socialista sin sonrojarse. Este lleva tres legislaturas como diputado y no ha hecho otra cosa en la vida que ejercer como político.

¿Por qué siendo injusta y tan antigua, nuestros políticos no se han pronunciado hasta ahora?

Seguramente por el trato benévolo, preferente y hasta favorable con el que los nobles próceres del dinero (los banqueros, incluidos los indultados) les han tratado, viéndose beneficiados ellos mismos y sus partidos. Sirva como apunte éste: cuando a ustedes les niegan el crédito, a ellos se lo dan. Y cuando a su empresa les ponen pegas para la aprobación de una línea de descuento, a los partidos le dan dinero a manos llenas para que puedan financiar sus campañas.

Me pregunto ¿a cuántos de ustedes le ha perdonado el banco una deuda?; yo, al menos, no conozco que lo haya hecho con nadie; entónces ¿a qué se debe que haya bancos que condonen la deuda a los partidos políticos?

Pensando mal, quizás acierte, afirmando que el objetivo no es otro que comprar voluntades; es por eso por lo que no me fio de esa aparente buena voluntad de Rajoy y Rubalcaba queriendo poner freno a un problema que hace mucho tiempo que se les fue de las manos y que, faltándoles narices para atajar, debería obligarles a dimitir sin perder un minuto, al menos por dignidad.

Tiempo al tiempo; ojalá me equivoque pero intuyo que lo que van a hacer será poner paños calientes para apaciguar a la cabreada ciudadanía después de que los banqueros los hayan llamado al orden.

Y mientras algunas entidades ya se han pronunciado parando las ejecuciones hipotecarias, hay otras como Cajamar que, dando una callada por respuesta, aceleran los procedimientos dando orden a sus gabinetes jurídicos de actuar con mayor diligencia de lo que lo habían hecho hasta ahora.

“Cajamar las mata callando”, me ha comentado un antiguo director de sucursal. “No la verás nunca entrar en polémicas”, añade, antes de contarme que es una de las entidades que más ejecuciones lleva a cabo.

Desconozco si los datos son ciertos o no, sin embargo lo que sí es cierto es el ocultismo con el que ésta entidad trabaja, por lo que no sería malo que alguien empezase a escarbar y les obligase a dar datos. Así sabríamos si la entidad almeriense, líder del sector bancario en la provincia, actúa como dice mi informante quien, me asegura, que la epidemia de retirada de fondos ya le está afectando en gran medida por ser muchos los almerienses que, por miedo o por solidaridad con algún familiar o conocido, ha empezado a pasarle factura, retirando su dinero.

Esperemos que los dirigentes de ésta entidad, oyendo el clamor popular, paren de inmediato las ejecuciones hipotecarias impidiendo que, a pesar de ser un gigante, los ciudadanos la hagan caer, como hiciese David con Goliat.

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