EL CAIRO.- Los servicios de seguridad egipcios siguen utilizando la violencia y la tortura y no parecen dispuestos a terminar con esas prácticas pese a los compromisos del régimen en favor de las reformas, denunciaron los defensores de los derechos humanos.
La cólera contra los abusos y la tortura por parte de la policía fue uno de los elementos que el 25 de enero desencadenaron las manifestaciones sin precedentes contra el régimen del presidente Hosni Mubarak, en el cargo desde hace casi 30 años.
El domingo, el poder aceptó estudiar las querellas por malos tratos a los prisioneros políticos, y levantar las medidas de emergencia utilizadas para detener sin juicio a personas "según la situación de la seguridad".
No obstante, la brutalidad y la tortura marcaron estas dos semanas de manifestaciones, denunció Hasiba Hadj Sahraui, de la organización Amnestía Internacional. "Cuando se ve cómo las fuerzas de seguridad golpearon a los manifestantes en los últimos diez días, uno se da cuenta de que no ha habido cambios en su comportamiento", explicó. "Si todo esto se hace para mantener el orden público y no para asustar a la población, deberían publicar la lista de personas detenidas", añadió.
Varios periodistas extranjeros detenidos en las manifestaciones informaron sobre torturas a egipcios en los lugares -a veces secretos- donde estaban detenidos.
"Los servicios de seguridad detienen a personas en las manifestaciones, o en sus domicilios, y luego las torturan utilizando por ejemplo descargas eléctricas (...), como de costumbre", relató la militante Aida Saif al Dawla. Las autoridades saquearon el centro jurídico Hisham Mubarak, una organización independiente de defensa de derechos humanos, y detuvieron a decenas de militantes, incluso a extranjeros, según ella.
En un discurso a la nación el 1 de febrero, Hosni Mubarak afirmó que "su primera responsabilidad era restablecer la seguridad y la estabilidad del país para asegurar la transición pacífica del poder". Pero sólo un día después, los partidarios del presidente atacaron a los manifestantes en la plaza Tahrir, símbolo de la rebelión en el centro de El Cairo.
Desde el discurso del presidente, "tenemos 30 casos documentados de asesinatos", aseguró Aida Saif el-Dawla. "Mubarak debe irse, nada va a cambiar mientras no se vaya, es el comandante en jefe de la tortura y de la policía", denunció la militante.
Antes reservada a los presos políticos y a los sospechosos de terrorismo, la tortura se aplica ahora a sospechosos sin importancia, denunciaron varios activistas. El caso mas conocido el año pasado fue el de Jaled Said, un joven golpeado hasta la muerte en junio ante un café internet de Alejandría. En 2007, las imágenes de Emad al Kabir, un joven sodomizado con un palo en una comisaría también provocó la cólera de la población.
Siete oficiales han sido encausados por tortura o malos tratos desde 2006, según el gobierno.
Pero los activistas temen que nada cambie, incluso si el presidente Mubarak le cediera el poder a su vicepresidente Omar Suleimán, antiguo jefe de los poderosos servicios secretos. "Es difícil tener confianza en Suleimán debido a su balance en materia de derechos humanos" cuando dirigía esos servicios, destacó Sahraui.
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