martes, 27 de octubre de 2009

La corrupción es responsable del empobrecimiento de Almería / Apunte de Argárico

Los últimos días han sido los más intensos, informativamente hablando, vividos en Almería en muchos años. Me temo que es el principio de un largo proceso de ajuste social como consecuencia del actual empobrecimiento de la sociedad almeriense, efecto directo de la corrupción reinante en gran parte de nuestra provincia aunque especialmente en la costa del Poniente y el Levante, incluido el Campo de Níjar. El pueblo ha pagado caro, con un desempleo de escaso horizonte, su larga tolerancia con este sistema de partidos y desarrolladas mafias locales insaciables.

El PP no debe ahora rasgarse las vestiduras porque el PAL es una hijuela impresentable suya mientras el PSOE ha gobernado la Diputación en complicidad con el partido ahora puesto en cuestión por fiscales anticorrupción y juezas de una vez. Hoy es el Poniente pero muy pronto puede ser el Levante y las detenciones pueden romper por Vera y el Partido Andalucista. La veda está tan abierta como en Valencia, Baleares, Cataluña, Canarias, Madrid o Murcia.

El urbanismo y sus impuestos revolucionarios ha terminado haciendo estragos entre nosotros en cuanto se paró la rueda de la vivienda. Más de un 30% de tasa de paro en la provincia de Almería, la más alta de Andalucía y de España, da idea de la magnitud de los daños sobre los eslabones más débiles del aparato productivo provincial al haber previamente distraído en exceso recursos escasos hacia la especulación y su fuga posterior hacia paraísos fiscales.

Estamos ante una delincuencia pura y dura, una cleptocracia impostora, que utiliza la estructura y las instituciones de una democracia parlamentaria para desvirtuarla mediante el saqueo impune hasta que alguien del pueblo (en el caso de El Ejido, Izquierda Unida) aprovecha los resquicios garantistas del sistema y se lleva por delante a los más confiados y a los más descarados, como parece ser el caso de Enciso. Pero la respuesta popular ya no se hace esperar como demuestra la manifestación vecinal de Águilas el pasado viernes, que engendrará otras.

Pero la caza del corrupto almeriense creo no acabará aquí ni en los políticos. Debe continuar, y sí lo hará, hacia los corruptores, ya sean del Mármol, la Uva, el Turismo o la Construcción. No hay mucho donde rebuscar en una provincia tan pequeña y concentrada en la costa. La corrupción necesita siempre de, al menos, dos actores aunque detrás de un tonto haya siempre un listo, o dos incluso.

Los responsables provinciales de ambos partidos mayoritarios deberían dejarse de exculpaciones y retóricas huecas y firmar con IU y PA un pacto anticorrupción para la provincia de Almería bajo el compromiso de expulsión al más mínimo síntoma en cualquier administración pública a su alcance. Aunque el PAL no tiene sentido que firme ya nada porque ha sido la primera formación devorada por las sospechas consistentes sobre su fundador, hoy encerrado en El Acebuche para escarmiento general de virtuales imitadores, ahora o en el futuro.

Este terremoto amenaza con devenir en tsunami y llevarse por delante a medio plazo al alcalde de Roquetas y al consejero de la Junta, Martín Soler, más por omisión que por acción aunque nadie cree ya que ninguno de los dos ignorase, e ignore, que está pasando en Almería con la corrupción por doquier desde hace demasiado tiempo. Nadie, ni el alcalde de Almería, está a salvo de que alguien le saque los colores por relaciones con gente poco recomendable a estas alturas de la película.

La 'Operación' continúa y pronto habrá nuevos capítulos de detenciones y declaraciones ante los jueces. Los fiscales y la policía judicial no descansan para demostrar a la Comisión Europea que aún queda algo de seguridad jurídica en España para los potenciales inversores que tanto se necesitan pero exigen, al menos, cumplir todas las reglas del sistema para poder calcular bien su riesgo.

Almería debe salir cuanto antes del 'catálogo de la corrupción' apartando de la vida pública a los corruptos conocidos de Cuevas del Almanzora, Carboneras, Níjar, Mojácar, Garrucha o Vera. Y Berja, Adra, El Ejido, Roquetas o La Mojonera. Es urgente e imprescindible si se quiere que vuelva la inversión foránea, tan necesaria para mantener nivel de vida y que la riqueza deje de ser un efecto falso.

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