MADRID.- Acababa de detectarse el brote de 'E.colli', cuando el Gobierno de Hamburgo activaba la alarma: pepinos procedentes de España podrían estar detrás de las graves infecciones intestinales que entonces habían causado la muerte a tres personas, según anunció la ministra de Salud de la ciudad-estado de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks.
A pesar del 'desmentido' alemán, que este martes revelaba que nuevos análisis descartan que el brote proceda de los pepinos, la 'psicosis' se ha hecho dueña de los mercados europeos y se extiende a todas las frutas y hortalizas de origen español, provocando importantes pérdidas en el ya maltrecho sector agrícola.
Es el suma y sigue a la serie de 'reproches' que la locomotora europea dedica a uno de sus socios 'más necesitados', con la que alimenta -al menos a ojos de los españoles-, esos 'sambenitos' aparejados al carácter ibérico: trabajamos poco, estamos siempre de fiesta (o vacaciones) y somos chapuceros (también en los controles de calidad alimentarios). Y para colmo, nos beneficiamos del trabajo de otros, a través de las ayudas que recibimos de la UE.
Al menos eso se podría deducir de la 'obsesión' que parece tener la canciller alemana, Angela Merkel, por el mercado laboral español. Hace apenas unos días, la líder germana 'atacaba' por uno de los flancos que más duelen: las vacaciones. "No podemos tener una divisa (común) y que unos tengan muchas vacaciones y otros muy pocas. A la larga esto no funciona", decía Merkel, que también criticaba la edad de jubilación mediterránea: "Países como Grecia, España, Portugal no se puedan producir jubilaciones antes que en Alemania".
Las reacciones no se hacían esperar. Expertos y gráficos se apresuraban a demostrar que la afirmación era más bien gratuita: aunque en Alemania los días mínimos de vacaciones apenas son 20 (una de las cuotas más bajas de la UE), frente a los 22 de España, en la práctica sus ciudadanos tienen como mínimo 30 jornadas de vacaciones y los españoles, 36. Una tesis que apoyan desde el Ministerio alemán de Trabajo, al incidir en la diferencia que existe entre los días festivos por ley y las vacaciones finales, que normalmente son fijadas por los convenios de empresa.
En cuanto a la edad de jubilación, si bien es cierto que Alemania está prolongando la edad de jubilación paulatinamente de 65 a 67 años, la edad media real actual es de 62 años, frente a los 62,1 años de España, cuyo mercado laboral afronta además una reforma en la misma línea que la germana. Al menos la canciller reconocía el esfuerzo: "Sé que se están llevando a cabo cosas muy difíciles (...) es algo muy vinculado con las emociones y el presidente Zapatero cuenta con todos mis respetos", señalaba respecto a la polémica reforma laboral durante su visita a España el pasado febrero.
Precisamente en la víspera de ese viaje, la canciller 'calentaba' el ambiente al sugerir que España adoptara el modelo germano de subidas salariales, es decir, alzas ligadas a la productividad.
Precedido de un "no quiero inmiscuirme", la canciller lanzaba el dardo: "En algunos países los salarios suben con la inflación. No, sólo pueden subir cuando se ha ganado algo y hay beneficios". Los sindicatos españoles no tardaban en responder a esta sugerencia, y hubo voces que clamaron por 'convertirnos' en alemanes en todos los sentidos: también en nivel salarial.
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