jueves, 19 de marzo de 2020

La era post Covid 19 / Francisco Parra *

Admitámoslo, que cuanto antes lo hagamos mejor. El COVID19 llegó y me temo, que lo ha hecho para quedarse. Yo no soy virólogo, ni tan siquiera médico, pero estos días atrás, dado el “bombardeo” mediático al que hemos estado sometidos en relación a este asunto, me he informado acerca de este COVID19, fruto de lo cual, he llegado a unas cuantas conclusiones.

La primera de ellas es que, prácticamente todos, entraremos en contacto con COVID19 en algún momento y dependiendo del estado físico de cada uno y de la intensidad de la exposición al virus, las consecuencias que se deriven del contacto con el virus serán más o menos graves.

Esto es un hecho, la buena noticia es que una gran mayoría de los que entremos en contacto con el virus seremos asintomáticos o sufriremos trastornos de salud leves, siendo los ancianos y las personas aquejadas por patologías previas, los colectivos con alto riesgo de sufrir graves consecuencias por el COVID19.

Dado lo anteriormente expuesto, cabe plantearse si la estrategia adoptada en Europa para contener el virus ha sido la más adecuada. Me temo que se está copiando el modelo de respuesta chino, pero no olvidemos que la idiosincrasia social y política de Europa es muy distinta a la de China, por lo que las mismas medidas no darán lugar al mismo resultado, ni en la lucha contra el virus, ni en las posteriores consecuencias políticas y económicas de la epidemia.

Desde mi punto de vista, aquí en Occidente, hubiese sido mejor un enfoque distinto. En lugar de confinar en sus casas a todos, pienso que hubiese sido mejor actuar sobre los grupos con alto riesgo de sufrir consecuencias graves ante el contagio por COVID19. 
Más concretamente, si conseguimos aislar y controlar a la población de riesgo, (ancianos, enfermos de patologías cardiorespiratorias, etc.) e informamos al resto de la población sobre cómo debe actuar para limitar las posibilidades de contagio, seguramente conseguiríamos limitar el número de muertes por COVID19, sin paralizar la economía de los países.

Pero ya es tarde para un cambio de enfoque. Ahora nos tendremos que enfrentar a las consecuencias de la paralización de la actividad económica, que van a ser muy graves. No vamos a sufrir tanto por el virus, como por las gravísimas consecuencias sociales y económicas que la “congelación temporal” de la economía va a tener sobre todos nosotros. Y para colmo, las medidas que se están planeando, no termino de verlas verdaderamente útiles.

En primer lugar, basta con echar un vistazo a la evolución de las bolsas mundiales en las últimas semanas. Catastrófico. La ralentización de la actividad en general y en concreto, en sectores como aerolíneas o turismo, va a dar lugar a una ingente cantidad de impagos de obligaciones y créditos, quiebras empresariales, desempleo, … . Un panorama dantesco. 
Además, las medidas que se están preparando para paliar la situación no veo que vayan a ser verdaderamente efectivas. Algunos líderes mundiales están hablando de “inyectar” miles de millones de dólares y euros en las economías occidentales, lo cual, solo va a ser un paño caliente con efectos muy limitados. 
No voy a profundizar en este artículo en lo que los economistas llamamos “la trampa de liquidez”, tan solo explicaré que en la situación en la que ya se encontraba la economía de la mayoría de los países occidentales, esas inyecciones de dinero en la economía, que las autoridades están planeando, van a ir a parar a la restructuración de los pasivos de las grandes corporaciones y bancos, por lo que no tendrán el deseado efecto de estímulo en la actividad económica. 
Ya lo decía el Sr. Draghi: “Sin un acompañamiento fiscal expansivo por parte de los gobiernos, la política monetaria expansiva del BCE no tendrá el efecto deseado”. 
Hablando en plata, los gobiernos europeos deberían gastar dinero en llevar a cabo inversiones que generen gran cantidad de puestos de trabajo y, a su vez, que generen posibilidades futuras de desarrollo económico, que generen efectos multiplicadores en el tejido empresarial. De esa forma, se reactivaría realmente la enquistada economía europea.

De momento, no observo que los planes de las autoridades, no ya en el caso de España sino a nivel internacional, vayan por ese camino, por lo que me temo que caminamos hacia una situación de crisis de grandes dimensiones. Una crisis de efectos más devastadores que el propio virus en sí y con un horizonte temporal para su resolución, mucho más largo.

Especial mención merece, a mi modo de ver y por motivos obvios, el caso de España. En primer lugar, porque es mi país y porque es donde resido, en segundo lugar, porque entre los sectores afectados por la crisis sanitaria, ocupa una posición relevante el turismo y el resto de sectores relacionados con éste y de todos es sabido cuán importante es el turismo para nuestra economía. 
En otras ocasiones, el turismo ha sido en España el motor económico que nos ha permitido resistir y recuperarnos de la crisis. El turismo genera empleo, genera entrada de divisas, genera necesidad de múltiples servicios, ….., en suma, ha sido nuestra salvación más de una vez, pero en esta ocasión no podrá ser así. 
La gran crisis sanitaria mundial que está aconteciendo, con mayor o con menor motivo y mejor o peor afrontada, ataca los pilares de la actividad turística y eso, para un país como España, es letal.

No moriremos como consecuencia del virus, posiblemente terminemos muriendo de pobreza y necesidad si no se actúa en la dirección correcta.


(*) Economista almeriense

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