ALMERÍA.- Hay establecimientos que se han convertido en patrimonio de la ciudad, espacios que forman parte de la identidad de Almería, que han generado desarrollo económico y empleo generación tras generación, y con los que todos los almerienses han crecido. Uno de ellos es Casa Puga, que en 2020 cumplirá 150 años.
El Ayuntamiento de Almería ha reconocido hoy a esta taberna con solera, como ya hiciera antes con Casa Blanes, Joyería Regente, Segura Complementos, La Dulce Alianza, Kiosko Amalia y Farmacia Durbán, dentro de los homenajes que está realizando a comercios centenarios que han contribuido al crecimiento de la ciudad.
El alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco,
ha entregado hoy una placa diseñada por el dibujante Antonio Moreno a
su actual gerente, Lázaro López, homenaje que ha querido compartir con
la saga familiar que ha regentado este espacio con alma ubicado siempre
en la calle Jovellanos 7, esquina con la calle Lope de Vega, en pleno
Centro Histórico.
Gastronomía es Casa Puga
El primer edil ha afirmado que “hablar de gastronomía en Almería es pensar en Casa Puga. Es
un establecimiento señero, representativo de la hostelería de Almería y
atesora en sus paredes la historia de la ciudad. Sus tapas son solera,
su tradicional decoración repleta de fotografías y el ambiente familiar
que se respira se ha convertido en uno de los polos de atracción de
almerienses y turistas. Si el viajero quiere vivir una experiencia auténtica, en Casa Puga la encuentra. Este local es pasado, presente y también futuro. Casa Puga respira Marca Almería por los cuatro costados”.
Por su parte, Lázaro López ha asegurado que “me gustaría acordarme de todos los gestores anteriores. Por nuestra parte, seguir mejorando, continuamos implicados con el Casco Histórico, y el año que viene celebraremos los 150 años”,
ha indicado en presencia del alcalde y de su antecesor Luis Rogelio
Rodríguez-Comendador, así como del concejal de Promoción de la Ciudad,
Carlos Sánchez.
La historia de Casa Puga comenzó en
1870, cuando era utilizado, en su planta baja, como recinto para guardar
carruajes; en su piso superior, como posada. A partir de 1890 se
convierte en una taberna regentada por Luís García hasta que en 1900
pasa a ser propiedad de Juan Puga Antequera, fundador de la actual Casa
Puga.
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