lunes, 4 de julio de 2011

Argelia siempre ha pagado un precio alto por la libertad / Ali Yahia Abdennour *

La gran experiencia de la historia que debemos transmitir a las generaciones futuras reside en el hecho de que, bajo la colonización, la democracia era, tanto de hecho como de derecho, solamente para los colonos, el pueblo argelino, como sujeto, carecía de ella.

Lo mismo ocurre ahora en que el sistema político tiene la ceguera política de los colonos. La Argelia independiente se ha convertido en una copia de la Argelia colonial. ¿Qué pueblo se hizo sin mártires que no hayan visto la llegada de su liberación?

El cuadro que presenta Argelia es triste: se encuentra en un estado de bancarrota moral muy profunda. La crisis política, acelerada por las convulsiones sociales, el lujo y los privilegios de una minoría, la corrupción sobre la miseria, la arbitrariedad y los abusos, es profunda y de gran amplitud. Ignorar el grito de cólera y desamparo de los argelinos, es preparar la explosión de mañana. La aceleración de la historia es un peligro para todos los dictadores. La era de los sistemas políticos totalitarios se termina. Las dictaduras europeas: España, Portugal, Grecia, desaparecieron en los años setenta, las juntas militares de América Latina y los regímenes comunistas de Europa del Este, a principios de los años noventa. El Muro de Berlín cayó y el muro del dinero no tardará en caer entre nosotros.

Los pueblos de la región no se equivocaron con el sentido que debe darse a su combate para defender la democracia y la libertad. El derecho sobre la vida y la muerte que ejercen con toda impunidad a principios de este tercer milenio, tantos dictadores, déspotas y tiranos sanguinarios, permite medir la importancia de la democracia. Los déspotas se ayudan, son los únicos en demostrar un espíritu de familia. ¡Que la fuerza de la razón triunfe sobre la razón de la fuerza! Argelia, que necesita cohesión nacional para preservar la unidad de los argelinos y la cohesión social, quiere un cambio de sistema político y no un cambio en el sistema.

El poder no quiere ni ver , ni escuchar, ni comprender nada, como si nada hubiera pasado, como si las agitaciones que se desarrollan en el espacio y en el tiempo, el cambio planetario y regional con Túnez, Libia, Egipto, Siria, Yemen, no estuvieran revolucionando los pueblos.

Los argelinos que se inscriben en las reformas iniciadas por el poder, sabiendo que la dictadura no se reforma, se integran en la práctica en el sistema político y en el último poder que ha generado. Este poder comienza a ser abandonado por una parte de los suyos que quieren sustituirlo haciendo evolucionar y mejorar el sistema político centralizado, dictatorial, sin respiración democrática, para que todo desacuerdo, toda crítica, todo pensamiento no conforme a su política, sea percibido como una traición, como la mano del extranjero. Lo que quiere el pueblo argelino, no es reformar el sistema político desde el interior o desde el exterior, bajo las presiones impuestas por el entorno nacional e internacional, sino ponerlo en entredicho, cambiarlo, porque ha generado inmovilismo político, desigualdades sociales e ineficacia económica.

¿Qué representa el sistema político que perdura desde 1962? Ha reducido los partidos políticos a un papel de figurantes, ha reducido las libertades y los derechos, amañado las elecciones, impedido el funcionamiento regular de las instituciones, se ha arrimado al ultraliberalismo que ha generado la economía informal. Es inútil esperar que se democratice, puesto que se considera por la democracia. La opacidad y el secreto, así como el lenguaje estereotipado son sus características.

El Presidente se dirigió a los argelinos y argelinas tras cerca de de dos años de silencio, el 15 de abril de 2011, en un discurso cuidadosamente preparado, madurado, sopesado, corregido, para garantizarle un impacto máximo y ganar a la sociedad a su causa, a su voluntad, no sólo de guardar el poder, sino también de seguir siendo el amo del juego, el que propone, decide y dispone.

Anunció que las decisiones se tomarán fuera de la comisión Bensalah, por él solo como en los viejos tiempos, en la soledad de su conciencia. Más allá del poder, es el problema del Presidente y su aptitud a reinar lo que queda planteado. Las preguntas sin respuesta se acumulan con respecto a su enfermedad, tema tabú. ¿La acción política consiste en no decir nada a este respecto, o en hablar demasiado tarde? Después de una aparición pública, el Presidente desaparece durante semanas para reconstituirse del dopaje que crea efectos colaterales. Se diría que su enfermedad lo alivió repentinamente de toda facultad de reflexión y previsión, de toda acción de pesar en sus informes y en sus consecuencias, los acontecimientos que se desarrollan en el país y a los cuales asiste. El poder no debe ser el organizador de la instancia de consultas, sino solamente un socio entre todos los demás.

El tiempo que vivimos requiere de instalar a la cabeza de esta instancia un hombre o a una mujer fuera del sistema, de una gran cultura, de una gran tolerancia, apreciado/a por su visión, sus competencias, su sinceridad, su generosidad y su humanismo. Bensalah, presidente del Consejo de la nación, deriva de la República que no refleja de ningún modo la realidad política y social del país, debe ser disuelto en el marco de la reforma en profundidad de las instituciones. La comisión no está habilitada para proponer soluciones, sirve de cartero para transmitir al Presidente las quejas de sus socios. Se trata de una puesta en escena, de una mascarada, de una feria, para ganar tiempo. 

Reunir mucha gente intentando dar un poco de satisfacción a todos, es decir, a nadie, corre el riesgo de decepcionar. Es necesario estar cerca del pueblo para escuchar lo que dice. La comisión Bensalah hace la balanza, luego avanza a trompicones, se pone marcha atrás para volver de nuevo al punto muerto, porque no está autorizada a ir hacia delante. El poder dialoga consigo mismo, sus aliados y sus sumisos, mantiene el statu quo, rechaza la apertura política que le implica dominar tres grandes males: el tribalisme político, la injusticia social, el subdesarrollo cultural. Es necesario escuchar al pueblo y no a sus supuestas élites.

Una parte “de la élite”, que traicionó al pueblo del que procede, eligió poner su conocimiento y sus competencias al servicio del poder, suscribe el orden, o más bien del desorden, establecido, que es el reino de la arrogancia y el menosprecio, cuyo único objetivo consiste en mantenerse, en reforzarse y sucederse a sí mismo. Se preocupa aún más de su situación que del destino del pueblo, ya que es incapaz de concebir más allá de sus propios intereses. ¿El bulevar político que ve abrirse ante ella no va a volverse a cerrar brutalmente?

Los argelinos, en su gran mayoría, tienen un juicio severo sobre los que personifican el sistema político, porque han reducido la política del país a un asunto de pasta y policía (fric et clic). Cuando el Parlamento funciona vacío, sólo es una caja de resonancia para el Ejecutivo, sin posición sobre las realidades del país y que la justicia está al servicio del poder, no hay separación, sino confusión de poderes, es decir, dictadura. El Presidente se dotó, por la revisión de la Constitución de noviembre de 2008 que es un golpe de Estado constitucional, de todo el poder ejecutivo, reduciendo al Gobierno a un poder ejecutante...

La dictadura no ha provocado una onda de choque en la sociedad, sino sacudidas cuyas réplicas no han terminado de hacerse sentir. Ha acumulado entre sus manos un poder desproporcionado que utiliza y abusa, para su beneficio, el de sus protegidos, de sus familiares y de su clan. Se mantiene en el poder por el fraude electoral, de las elecciones prefabricadas y trucadas.. Una legitimidad usurpada, basada en el fraude electoral desvela un hold-up electoral, gangsterismo político. No hay otra vía que la voluntad popular expresada por elecciones limpias y transparentes para acceder al poder legítimo. ¿Durante cuánto tiempo aún el sistema político va a proceder a la confiscación del sufragio universal? El pueblo argelino, que es la única fuente del poder, es mayor de edad, no tiene necesidad de tutores para guiarlo, sino de líderes políticos susceptibles de aclarar el camino que debe seguir, para acceder a la carretera y a la autopista. 

El Presidente, que debía personificar a la vez el orden, el movimiento y la apertura política no ha sabido percibir y acompañar la evolución de la sociedad que ha controlado con mano de hierro, sino que ha seguido la tentación totalitaria que le ha garantizado duración y privilegios. Es lo que distingue a un hombre de Estado de un hombre de poder, que domina al pueblo, lo administra voluntariamente, le impone un matrimonio sin divorcio ni separación de cuerpos, que lo obliga a someterse y no garantiza su defensa con valor, habilidad y determinación. No destacar los errores, las faltas y las derivas del Presidente que lleva un combate de retaguardia rechazando toda iniciativa que no venga de él o que se le escape, es animarle a perseverar en sus fracasos y darle la posibilidad de afirmar que goza del apoyo del pueblo que le descubre virtudes y convicciones de demócrata.

Los argelinos no tienen confianza en las instituciones políticas que son la Presidencia, el Gobierno, el Parlamento, el Consejo constitucional, que es necesario reformar a fondo. Manteniéndose en el poder están por encima de las leyes, hacen la ley, tienen todos los derechos. La separación es grande entre los derechos garantizados por la Constitución y su aplicación en los hechos, donde se vacían de contenido - la política de exclusión que afecta a las asociaciones autónomas con la represión, que prevalece contra los militantes de los derechos humanos, los errores y los escándalos del poder, chocan a los argelinos. 

Los derechos garantizados por la Constitución y las leyes del país son ridiculizados por resoluciones, decretos, decisiones reglamentarias, la arbitrariedad de la administración o el acto de la administración pública. Los derechos humanos, en el sentido homo, género humano, no pueden convertirse en una realidad jurídica sino en un Estado de Derecho que reconoce leyes y derechos que no puede infringir. La policía política tiene un peso desproporcionado sobre el funcionamiento de la justicia y sus decisiones. La justicia a sus órdenes nunca ha entrado a fondo en asuntos de corrupción. La salvaguardia para una justicia autónoma e imparcial son el derecho y la ley. Lo que cuenta, es el orden constitucional, el Estado de Derecho, la igualdad de los hombres y mujeres ante la ley. El cuerpo social sólo puede ser entero y funcionar de manera armoniosa si las mujeres ocupan el lugar que les corresponde por derecho en la sociedad, todo su lugar, su justo lugar. La definición jurídica de la mujer casada, según el código de la familia retrógrado, es la eterna menor. La famosa fórmula de Juan-Jacques Rousseau en el Emile es todavía de actualidad: “En todo, lo que no tiene al sexo, la mujer es hombre”. En la vida de las mujeres hay un tiempo para dar la vida y un tiempo para darse la vida.

Lo que se anuncia, es que el cambio radical del régimen político se hará de manera pacífica o por la violencia.

El fracaso del poder se debe a la incuria de las estructuras políticas y administrativas del país, al escándalo de la corrupción que salpica el ambiente del Presidente, a la depredación de numerosos dirigentes de las más altas esferas del Estado, que les gusta tomar queso y `postre. Argelia es uno de los Estados más corrompidos del mundo… Para “ le Canard enchaîné “, “la corrupción en Argelia, no es el dedo, sino la mano en el pote de miel”. El Estado es generador de la corrupción. Los detentadores del poder, de las fortunas, de los privilegios de todas las clases, no están dispuestos a compartir las riquezas del país, especialmente los ingresos petrolíferos. La corrupción es una práctica de gestión del Estado cometida por personalidades del poder y su ambiente, autores de graves malversaciones, pues bienes inmuebles han sido expoliados y se han desviado algunas sumas fabulosas con toda impunidad. No es necesario dejar el silencio volverse a cerrar sobre la corrupción, sino gritar la verdad.

El futuro pertenece a los que lo preparan y lo hacen. La reflexión debe hacerse en forma de interrogaciones, propuestas y advertencias. Cuando se juega el destino del país, el futuro no está escrito.

¿Quién ejerce el poder en Argelia? El petróleo, el ejército, el Presidente. ¿Se puede decir en pocas frases qué ocurrirá en las semanas o los próximos meses? Tener ideas, es superar la coyuntura y la gestión diaria, es ver más lejos y pensar el futuro. Las ideas para un cambio radical avanzadas por la CNCD son tomadas en consideración, ganan a la población, especialmente a la juventud. Es necesario hacer el esfuerzo de darlas a conocer para que sean aceptadas y adoptadas. Para movilizar al pueblo, es mejor ir al fondo de las cuestiones, hablar con la verdad con hechos reales, concretos, para hacer evolucionar los comportamientos. Para la CNCD, la urgencia de las urgencias hoy, la prioridad de las prioridades es poner fin al sistema político que ceda su lugar a la democracia que es creación y control del poder, el régimen político de la autoridad libremente consentida y no impuesta que se realiza por la alternancia, los contrapoderes que son necesarios y útiles, la regulación por el derecho y el Estado de Derecho.

El pueblo argelino no puede aceptar un futuro que prolongue el pasado, es necesario pasar la página de la dictadura e inaugurar una nueva era, la de la democracia. Tener sentido de la realidad, para el Presidente, es saber retirarse para evitar lo irreparable. El futuro Presidente no deberá ser resultante, como en los viejos tiempos, de la elección del ejército, o como de costumbre, de elecciones amañadas, sino del pueblo por medio de elecciones libres, que se pronunciará con total libertad para toda su libertad y decidirá su destino, su futuro, sus opciones políticas, económicas, sociales y culturales, lo que se llama actuar con responsabilidad para las presentes y futuras generaciones. Preparar el futuro para plantear soluciones a los problemas, reunir las fuerzas y los medios para salir bien, estas tres funciones complementarias representan las misiones de los partidos políticos.

El pueblo saldrá de esta crisis como de tantas otras, y una vez más, él hará surgir de las profundidades de la nación, los hombres y las mujeres que ejercerán la dirección del Estado para establecer la democracia, la libertad, la justicia y la justicia social.

Juventud, preocupada por el rigor y la coherencia, prepara, por su determinación, su energía, su capacidad, la suma de sinceridad, idealismo e integridad moral que la anima, la competencia económica, científica, tecnológica y cultural, y debe suceder a un sistema político y un poder del que casi todos sus miembros han alcanzado la edad de la jubilación.

(*) Ali Yahia Abdennour es presidente honorífico de la Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos

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