lunes, 1 de febrero de 2016

El Rey culmina la segunda ronda de consultas con más incertidumbre aún / José Hervás *

Los analistas políticos coincidían en escribir la semana pasada que la palabra que mejor definía la situación social y política actual española es la de incertidumbre. Según lo que ha trascendido desde las formaciones políticas que pueden sumar votos para conformar un nuevo gobierno nada apunta a que se pueda despejar el panorama para poder contar con ese Ejecutivo, pese a que el expresidente del Gobierno, Felipe González, ha transmitido a algunos empresarios que hay una hoja de ruta para conseguirlo.
La si­tua­ción si cabe es to­davía más con­fusa. El res­pon­sable de Política Sectorial del Partido Popular, Javier Maroto, no des­car­taba este do­mingo que Mariano Rajoy vuelva a re­chazar la pro­puesta del Rey de que se pre­sente a un de­bate de in­ves­ti­dura.
Maroto lo ha de­jado así de claro: "si no hay mo­di­fi­ca­ciones en los apoyos re­ci­bi­dos, no hay ra­zones para que cam­bien las po­si­cio­nes". Además, se ha an­ti­ci­pado a las nuevas crí­ticas de la opo­si­ción, sobre todo del PSOE, aña­diendo que los po­pu­lares son "muy res­pe­tuosos con las de­ci­siones y pro­puestas que haga el Rey".
Dan a en­tender que Rajoy tiene de­ci­dido ya que no va a pre­sen­tarse. No quieren que Rajoy lo haga para ser ‘machacado’ por la casi ge­ne­ra­lidad de los por­ta­voces de los ac­tuales grupos par­la­men­ta­rios, que han hecho pú­blico su ma­lestar por la po­lí­tica au­to­ri­taria lle­vada a cabo en el Congreso du­rante la pa­sada le­gis­la­tura.
El PP da por hecho que Rajoy no puede con­se­guir en el mo­mento ac­tual la in­ves­ti­dura y no van a per­mitir que to­davía se de­te­riore más su imagen ante unas cada día más pre­vi­si­bles nuevas elec­ciones ge­ne­ra­les.
Argumentan que evi­taron los de­bates a cuatro en te­le­vi­sión du­rante la cam­paña elec­toral para que no se con­vir­tiera en el ‘pim, pam pum’ de los demás par­tidos y no van a per­mitir que ahora uti­licen la tri­buna del Congreso para agravar la que hu­biera sido una si­tua­ción de clara de­sigual­dad.
Pedro Sánchez no lo tiene mucho más fácil pese a que su equipo más cer­cano le van ya casi en Moncloa. Piden que, si Rajoy vuelve a decir que no debe apar­tarse de su par­tido y de la po­lí­tica, como ha co­men­tado su por­tavoz en el Congreso, Antonio Hernando. A partir de ahí las cosas po­drían ne­go­ciarse.
Tampoco el PSOE lo tiene fácil con los na­cio­na­listas que han vuelto a ad­vertir du­rante el fin de se­mana de que si cuenta con el apoyo de Podemos ellos no lo ha­rán. Ciudadanos es el más claro piden em­pezar a ne­go­ciar con los so­cia­listas pero si estos cuentan con Podemos C´s le vo­tará en con­tra.
A todo ello, hay que añadir las ad­ver­ten­cias del grupo de los his­tó­ricos del PSOE, reunidos la pa­sada se­mana a ins­tan­cias del ex­mi­nistro de Felipe González, José Luis Corcuera, y del ex­pre­si­dente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina.
Consideran que ante la com­pleja si­tua­ción hay que hacer un ejer­cicio de “democracia con­so­cia­ti­va”. La gra­vedad de la si­tua­ción viene de­ter­mi­nada, según su cri­te­rio, por el paro exis­tente, las bolsas de po­breza y la que con­si­deran una “clara ame­naza de des­piece te­rri­to­rial por parte de los se­pa­ra­tistas que Podemos anima, pro­me­tiendo la au­to­de­ter­mi­na­ción a todos los pue­blos (¿oprimidos?) de España”. El in­te­rro­gante es de los fir­mantes del do­cu­mento.
Queda claro que con un acuerdo con Podemos in­tro­du­ciría ten­siones in­ternas en el Partido Socialista, al menos con al­gunos que lo fueron casi todo du­rante los años 80 y parte de los 90, y que to­davía tienen una cierta in­fluencia entre los mi­li­tantes de más de 45 años del PSOE.
Son com­ple­ji­dades que al menos en parte de­berán quedar des­pe­jadas una vez que el Rey co­nozca la de­ci­sión del líder del Partido Popular de si acepta la de­sig­na­ción real o re­nuncia a ella para pre­sen­tarse al de­bate de in­ves­ti­dura.
El reloj em­pieza a con­tar. Habrá que co­nocer la reac­ción de los mer­cados e in­ver­so­res. 

(*) Periodista

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