martes, 1 de octubre de 2013

Los navajazos en el PSOE andaluz complican los planes de Susana Díaz / Juan de Dios Colmenero

El PSOE de Andalucía no tiene remedio. La historia se repite, y los cuchillos sobrevuelan entre las distintas facciones del partido que lleva gobernando en la Comunidad desde el inicio de la democracia. A la actual presidenta de la Junta por designación a dedo, Susana Díaz, le está ocurriendo exactamente lo mismo que le pasó a José Antonio Griñan después de ser designado por Manuel Chaves: el sucesor muerde la mano de quien le ha dado de comer. Lo de "matar al padre" una vez que has sido confirmado en tu puesto.

La situación es tal que ya se empieza a hablar seriamente de una ruptura de la coalición PSOE-IU y un adelanto electoral para hacer coincidir las elecciones andaluzas con las europeas. Esto es algo que no entra en los planes de Susana Díaz porque prefiere concurrir a unos comicios cuando tenga el control del partido. Pero es IU quien está jugando. Sin ir más lejos, el vicepresidente, Diego Valderas está tomando por costumbre contraprogramar lo días que hay Consejo de Gobierno, convocando los martes una rueda de prensa paralela a la que realiza la portavoz del Gobierno andaluz. Tal y como decía un destacado dirigente del PSOE-A a este periódico, "Valderas cuando le interesa parece uno más del partido, y cuando empieza a oler imputaciones se intenta alejar disimuladamente".

De momento, José Antonio Griñan y Susana Díaz usan cada uno sus armas. El ex presidente de la Junta y pre imputado en el caso de los ERE ha decidido mantener su escaño en el Parlamento andaluz, compaginarlo con sus funciones de senador y, por supuesto, seguir siendo el secretario general del PSOE de Andalucía y presidente del PSOE. Cuatro cargos que no deja de momento pensando en que, aunque de alguno de ellos tenga que desprenderse cuando sea oficialmente imputado, podrá mantener otros y seguir controlando el partido. Esto pone de los nervios al actual Gobierno de Susana Díaz, que ve cómo sus antiguos compañeros de gabinete, algunos de ellos también señalados o imputados por la juez Mercedes Alaya, ya han tomado partido por Griñán y están dispuestos a dar la batalla.

El punto de inflexión fue la votación como senador por designación autonómica de Griñán. Muchos de sus excompañeros de Gobierno entendieron perfectamente el mensaje de Susana Díaz al ausentarse en la votación: "No querer votar a alguien que iba ser imputado en los próximos días". Y lo que más indignó fue la explicación o "excusa" que puso, diciendo que tenía un viaje a Madrid para ser recibida por el Rey cuando "todo el mundo sabía que la recepción en Zarzuela era por la tarde". Pero éste no ha sido el único desplante. A los pocos días, dos de los consejeros de confianza de Griñán que optaban a puestos en la Mesa del Parlamento fueron boicoteados.

Griñán que tenía perfectamente diseñado su calendario y hoja de ruta, con imputación incluida, está viendo cómo el boicot procede de sus propias filas. Y la flamante inquilina del Palacio de San Telmo observa que tiene controlado el Gobierno pero nada amarrado el partido. Los cuchillos están afilados a la espera de la próxima batalla. 

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