martes, 10 de septiembre de 2013

El nuevo eje político-socialista Sevilla-Málaga / José María de Loma

El nuevo Gobierno andaluz marca claramente un eje, un pacto, entre el socialismo sevillano y el malagueño. Lo dijo veladamente Susana Díaz en la ejecutiva regional socialista de ayer cuando habló de que habrían de estar bien representadas la Andalucía oriental y la occidental. Esto es histórico. Y se debe a la buena sintonía entre Díaz y Miguel Ángel Heredia y Francisco Conejo, los tres de similar generación, unidos y curtidos en mil batallas orgánicas, profesionales de la política. Aliados ahora. Heredia no ha sido consejero porque no ha querido. Aguarda otros tiempos y prefiere el poder orgánico. Luciano Alonso es uno de los grandes triunfadores. Ahí es nada manejar el 22 por ciento del Prespuesto. Además, al sumar la competencia de Educación, se le encomienda abanderar políticas que marcan la diferencia entre los socialistas y los conservadores. Le encargan dar una impronta en una de las áreas más sensibles, junto a Sanidad, para cualquier Gobierno progresista. A Sánchez Maldonado, que es un sabio cachondón, lo llamó Susana Díaz muy entrada la noche del domingo al lunes. Bastante entrada. Pepín, como se le conoce cariñosamente, dijo enseguida que sí, creyendo como creía (aunque los presentimientos existen) que su vida laboral acabaría en la Universidad y que su existencia política terminaba en el Puerto, de donde salió espantado por el conflicto laboral. El nuevo Gobierno en su conjunto no es ni bueno ni malo. Ya se verá. Es renovado. Escogido entre lo que el PSOE tiene. Que lanza el mensaje de que el griñanismo si lo hubo se acabó. Que pasa, no página, sino libro, de los ERE.
No hay ‘ni-ni-ñatos’.  Nunca el socialismo malagueño ha tenido tanta cuota ni tanto poder. O Málaga en general. Tres consejeros contando con Rafael Rodríguez de IU. Cuatro para los muy forofos, dado que María José Sánchez Rubio, que ha hecho toda su vida en Granada, nació en Casarabonela. La formación del Gobierno tiene otros efectos colaterales. Por ejemplo, Remedios Martel, ‘baja’ de la Mesa del Parlamento, a la que se sube Martínez Aguayo, que para estar defenestrada no veas si se va a llevar parné a fin de mes.  Martel pierde el coche oficial y algo de salario. Así son las negociaciones, hay que ceder en cosas para que te den buenas consejerías. Pero aquí no se deja tirado a nadie. Mar Moreno irá al Senado.  Moreno, que un día sonó para todo y hasta para suceder a Chaves (del que está por escribir cómo de maquiavélico era) vegetará quién sabe cuanto tiempo en los madriles. Ya es experta en jaulas de oro. A la presidencia del Parlamento la envió Chaves cuando se  publicitaron sus ambiciones. Elena Víboras (Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural) es el guiño a Jaén. La ha elegido directamente Francisco Reyes, Papa del socialismo jinennese. No se puede hacer un Gobierno andaluz sin un consejero de Jaén, provincia con una tasa de afiliación muy alta en proporción a sus habitantes. Málaga es la nueva Jaén, decía ayer en Twitter un periodista andaluz, no obstante. Víboras hereda la negociación picajosa con Bruselas que iniciara el políticamente malogrado Luis Planas. Muchos de los proyectos estratégicos de la provincia están en manos de los propios consejeros malagueños. Salvo el metro, claro. No conviene olvidar sin embargo que de Sánchez Maldonado dependerán las universidades y las políticas de innovación. María Jesús Montero, pelín ‘sobrá’,  en Sanidad, pasa a la Consejería de Hacienda, más técnica, menos expuesta. Con menos terceros hospitales que negar. No ahora, pero a medio habrá algún retoque  en cargos institucionales de socialistas malagueños. Hay que hacer algunas permutas. El fontanero mayor será Jiménez Barrios, gaditano. Presidencia. Fogueadísimo. Exalcalde de Chiclana. En primera línea de batalla ahora. En un Gobierno con oposición diezmada.

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