miércoles, 24 de febrero de 2010

Blanco y Zapatero / José María Carrascal

Ha causado sorpresa el ascenso de José Blanco en el escalafón ministerial, donde, tras desplazar a la vicepresidenta primera, según unos, ocupa ya la posición de valido, según otros. Se quedan cortos. José Blanco no es una invención de Zapatero. Zapatero es la invención de José Blanco.

No pueden darse dos personalidades más distintas, física, humana e intelectualmente. Zapatero es un señorito de Valladolid que se buscó un pedigrí republicano-obrero en León para lograr un escaño socialista en el Congreso, donde iba a eternizarse, hasta que Blanco lo descubrió y convirtió en príncipe de las Españas.

A diferencia de Zapatero, a Pepe Blanco nada le ha sido regalado en la vida. Nacido en el corazón de la Galicia rural, tierra de políticos, dejó los estudios de Derecho para hacer carrera en el PSOE desde el último peldaño, e irlos subiendo uno a uno hasta la Secretaría General. Nadie conoce mejor su partido que él; puede que Alfonso Guerra, pero Guerra es ya historia. Mientras Blanco es el presente.

Un «apparatchik» en el más estricto sentido de la palabra, ha hecho favores a todos y todos se los deben. Sin él, que muñó la coalición entre descontentos con el viejo aparato y guerristas, Zapatero nunca hubiera sido candidato a la presidencia en 2004. Aunque también es verdad que sin el 11-M, tampoco Zapatero hubiera ganado las elecciones. Pero la suerte es de quien la busca, y Pepe Blanco sabe buscarla como pocos.

De su maestría en el manejo de tiempos, personas y lugares habla que no quisiera ocupar un cargo de relumbrón en la primera legislatura de Zapatero, contentándose con seguir al frente del partido. Su aparición en la segunda, como ministro de Fomento, desde donde se distribuyen las mercedes, y, ahora, como «primer ministro» en la sombra, advierte de la emergencia que vislumbra, a la que intenta atajar.

Su principal problema no es el PP, paralizado por sus luchas internas, ni siquiera la crisis, con ser gravísima. Es su criatura, que ha empezado a actuar por su cuenta y riesgo, y en vez de seguir las pautas cautelosas de su creador, da bandazos, como esos muñecos a los que se les ha saltado la cuerda y tanto van en un sentido como en otro, contradiciéndose cada día, alarmando a los mercados, espantando a los suyos y dando munición a los rivales.

Al frente de ese gabinete de crisis que es la comisión triministerial, José Blanco va a tratar de que los sindicatos no se desmanden, los inversores no huyan, los banqueros obedezcan y el PP siga siendo la casa de tócame Roque o como te llames. Pero su tarea más urgente es controlar a su pupilo, que ha terminado creyéndose un estadista capaz de solucionar los problemas seculares de España, aliar las más enfrentadas civilizaciones y resolver las mayores crisis, cuando es la simple creación de un chico listo de Palas de Rey.

http://www.abc.es/20100224/opinion-firmas/blanco-zapatero-20100224.html

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