lunes, 16 de julio de 2018

Santamaría y Casado, a la caza del 20% de compromisarios dudosos

MADRID.- El papel más preciado que tienen los candidatos entre manos estos días es la lista de los 3.082 compromisarios que votarán al presidente nacional del PP, con sus números de teléfono, y una pequeña casilla al lado. Están marcados con uno de estos tres colores: verde, amarillo o rojo, según se considere afín, dudoso o totalmente «perdido» a la candidatura correspondiente, según Abc

Los móviles echan humo en los equipos de Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado, en la tarea de intentar convencer, uno a uno, a todos los delegados que tendrán en sus manos el futuro del partido a partir de las 11 de la mañana del próximo sábado, 21 de julio. Fuentes populares estiman que hay unos 600 compromisarios que dudan aún de su voto y pueden decidir el resultado.
La manera de acercarse a los compromisario cambia mucho según las circunstancias, pero las presiones existen, y el «trueque» de favores, también, según explican fuentes populares a Abc. No siempre llama el candidato. 
Según la importancia, o el nivel del compromisario, el contacto lo realizará el aspirante a la presidencia del partido o alguien de su equipo. La conversación también varía, desde un intercambio de impresiones sobre el proceso y una invitación al voto, hasta un regateo en toda regla.
La pregunta más básica, nada inocente, es «¿a quién vas a votar?», pero la cercanía de las próximas elecciones municipales y autonómicas favorece el «comercio» de votos y el compromiso con una candidatura específica. Se llegan a ofrecer apoyos a cambio de un puesto en una lista electoral, pero el precio puede subir.
 «A veces se puede ofrecer un paquete de votos, por ejemplo 40 o 50, a cambio de mantener un puesto orgánico o una candidatura electoral», aseguran fuentes consultadas, que forman parte del cuerpo de compromisarios.
Entre los compromisarios hay más de 500 que son miembros natos, entre diputados, senadores, alcaldes, y dirigentes territoriales, entre otros. El resto, hasta los 3.082, se reparten entre provincias, según el número de afiliados (75 por ciento) y el número de votos en las últimas elecciones (25 por ciento).

Censo «inflado»

Además, cada territorio tiene un número fijo, por lo que las comunidades con más provincias, como Andalucía o Castilla y León, salen ganando. En el caso andaluz, también le beneficia el censo de afiliados «inflado»: 169.602 militantes, de un total de 869.535, según datos del censo del PP, que todo el mundo acepta pese a que está desafasado. 
Madrid, en cambio, solo tiene 94.607 afiliados en ese censo. No es de extrañar que Andalucía tenga un peso decisivo en el congreso del PP, con casi un 20 por ciento de los compromisarios que votarán el próximo sábado, frente a menos del 8 por ciento de Madrid.
Son más de 3.000 delegados, pero en las provincias se conocen todos entre ellos. No se escapa ni uno al escrutinio y al acercamiento. Los equipos de los candidatos tienen un «cuentacompromisarios», con enlaces en cada territorio, y que va poniendo cruces según los apoyos ganados, o bien, de forma más visual, se señalan con colores. 
Los «barones provinciales» del partido tienen un poder decisivo en todo el proceso. Su influencia puede llegar a ser fundamental. Un pronunciamiento de este cabecilla provincial puede arrastrar el voto de todos, o una buena parte, de los compromisarios que están bajo su control.
Pero hay provincias divididas, como ocurre con Cádiz, por ejemplo, en Málaga también, o en toda la Comunidad Valenciana. Si un candidato, o su enlace provincial, sabe que un compromisario es afín, no perderá mucho el tiempo con él. Lo intentará si sabe que un delegado, pese a ser próximo a su contrincante, podría ceder o cambiar su voto a cambio de un «favor» o una promesa para el futuro.

«Algo más que 600 delegados»

Fuentes del cuerpo electoral calculan que habría entre un 20 y un 25 por ciento de compromisarios que se mueven en la «duda». Serían algo más de 600 delegados. De ellos, según las fuentes consultadas, unos están dispuestos a «negociar»: «¿Qué me das a cambio de mi voto?». Y otros son los que realmente no saben lo que es mejor, o peor, para el Partido Popular. Como es lógico, a todos los interesa después que su opción tenga capacidad de ganar las elecciones, para que sus expectativas se cumplan. El estreno del PP en este sistema de doble vuelta para elegir a su presidente nacional, primero con una votación entre afiliados inscritos y luego entre un cuerpo mucho más reducido de compromisarios, ha despertado ya voces críticas internas. «Hubiese sido mucho mejor una segunda vuelta con todos los afiliados», sostienen fuentes populares. «Los compromisarios siempre son más maleables a las presiones del aparato, y los afiliados, menos», explican.
La realidad es que las llamadas de las candidaturas a los compromisarios se intensificarán según avance la semana, y podrían incrementarse en la noche del viernes, tras el discurso de Rajoy. Los delegados no votarán hasta la mañana siguiente. La campaña está sirviendo para que los dos aspirantes exhiban sus «fichajes» en toda España, una manera de influir sobre el voto de los compromisarios.
En los últimos días, Casado ha presumido de forma especial con el «fichaje» del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, clave en «territorio enemigo», pero también con los exministros Rafael Catalá, Juan Ignacio Zoido o Isabel Tejerina. 
Soraya Sáenz de Santamaría fue fuerte desde el primer día con un equipo formado por exministros como Fátima Báñez, Alfonso Alonso, Íñigo Méndez de Vigo e Íñigo de la Serna. El apoyo más preciado para todos sería el de Alberto Núñez Feijóo, que ha preservado un mensaje de neutralidad.

Presión hasta las urnas

Las presiones a los votantes llegan hasta las mismas urnas. Ocurrió ya en la primera vuelta, cuando algunos afiliados tuvieron que votar bajo miradas escrutadoras en las sedes de los partidos. Se votó sin sobres y sin cabinas, algo que se va a subsanar el próximo sábado. Por primera vez, los compromisarios meterán sus papeletas en un sobre, algo que puede parecer irrelavante, pero que los populares han valorado como manera de garantizar la libertad de voto. Las dos candidaturas saben que las presiones pueden volverse en su contra. Hay compromisarios que responden en sentido contrario cuando se ven empujados a actuar de una manera. Y siempre les queda la «carta» del voto secreto. Por eso, aunque ambos candidatos aseguran a día de hoy que ya cuentan con una mayoría de «síes» entre los compromisarios, es obvio que alguien les ha mentido, y no lo sabrán hasta que se proclame el resultado, a la una de la tarde del sábado.

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