domingo, 14 de noviembre de 2010

Deuda europea y dudas chinas / Jesús María Alonso

Las tribulaciones de los países periféricos de Europa con su deuda, en especial Irlanda, y la incertidumbre sobre China han cerrado una semana económica en la que la Cumbre del G-20 ha endurecido la vigilancia sobre los bancos, pero no ha resuelto la tensión de las divisas ni los desequilibrios globales.

Tal y como ocurrió hace meses antes del rescate europeo de Grecia, las bolsas fueron escenario de ataques contra los títulos de Irlanda, Portugal, Grecia, España e Italia, aunque esta vez también acusaron las tensiones derivadas de que China tenga que subir el precio del dinero por su alta inflación (4,4% en octubre).

A pesar de que Irlanda niega haber pedido ayuda a la Unión Europea (UE), los principales países europeos en la Cumbre del G-20 en Seúl (Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia y España) tuvieron que apagar el fuego en los mercados al asegurar que un eventual rescate financiero no afectaría a los inversores privados.

Esto significa que los actuales inversores en deuda pública europea no tengan que asumir pérdidas por sus inversiones con el mecanismo de rescate aprobado la pasada primavera por la UE y vigente hasta 2013.

Pero en ese año la fórmula alemana que sucedería a la actual se aplicaría a deuda nueva y supondría que los inversores privados asumieran parte de las pérdidas en caso de un rescate, con lo que no recuperarían el 100% de su inversión.

La Cumbre de Seúl no resolvió las cuestiones pendientes de la economía mundial (guerra de divisas, desequilibrios globales) y se limitó a aplazar hasta 2011 el debate, a pesar de que sus líderes identificaron y reconocieron los problemas más acuciantes.

Sin embargo, si endureció los requisitos de supervisión y capital del sector financiero, y vigilará especialmente a los grandes bancos, que tendrán que someterse a un mayor control para evitar nuevas crisis como la desatada en 2007.

El G-20 reconoce que el principal problema es el desequilibrio en la balanza por cuenta corriente, con países como China, que gracias a su moneda devaluada produce y exporta mucho mas de lo que consume e invierte, frente a otros como EEUU, que consume mucho y exporta poco.

En cuanto a la llamada "guerra de divisas", el grupo de industrializados y emergentes hace un llamamiento para que los países "se abstengan" de devaluar sus monedas para ganar competitividad, pero sin citar a los que frenan la revalorización de su divisa (China).

En Europa se conoció el PIB del tercer trimestre, que registró un crecimiento del 0,4% (se esperaba un 0,5%) en la zona euro y en el conjunto de los 27. El dato es muy inferior al 1% del segundo trimestre y confirma una ralentización de la recuperación tras la crisis.

La Comisión Europea presentó su estrategia en materia de energía de cara a 2020, que contempla invertir un billón de euros en infraestructuras energéticas en los próximos diez años.

En cuanto a Latinoamérica, el Banco Mundial aseguró que el flujo de remesas se mantendría estable este año pese a la crisis global en unos 58.000 millones de dólares, de los cuales 22.600 irían a parar a México.

Wall Street bajó un 2,2% en la peor semana de los últimos tres meses. Los mercados europeos, asiáticos y latinoamericanos mantuvieron vivieron de la incertidumbre y acabaron con pérdidas, en especial el parqué chino de Shanghái (-5,16% el viernes).

El precio de la onza de oro rompió una vez más récords en Londres y Nueva York, al cotizar en 1.421 y 1.410 dólares, respectivamente, afianzándose como valor refugio.

El euro mantuvo su línea ascendente frente al dólar, coqueteando con el nivel 1,40, pero cayó el viernes notablemente en Fráncfort, donde cerró a 1,3712, por las sombras que le dejó la cumbre del G-20.

El crudo fue sensible a la posibilidad de que China eleve los tipos de interés y moderó su tendencia alcista a finales de semana, dejando el Texas a 84,88 dólares/barril y el Brent a 86,34.

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