CIUDAD DEL VATICANO.- “La primera
pregunta que nos hará Jesús en el juicio será: ¿Cómo te ha ido con los
pobres? ¿Les ha dado de comer?
¿Les has visitado en la cárcel? ¿Le has visto en el hospital? ¿Has
asistido a la viuda y al huérfano? Porque allí estaba yo’”.
En estos términos se dirigió ayer el Papa a cuantos seguían la retransmisión telemática
desde la eucaristía matutina desde la capilla de la residencia vaticana
de Santa Marta: “Defender a los pobres no es ser comunista, es el
centro del Evangelio, hasta tal punto, que nosotros seremos juzgados
sobre ello”.
Durante la homilía, Francisco ‘improvisó’ lo más parecido a una encíclica sobre los pobres en la que aglutinó todo su pensamiento en relación a “la injusticia estructural de la economía mundial”.
Y lo hizo en Lunes Santo, cuando se dan los primeros pasos de un
Triduo Pascual marcado por la expansión de la pandemia del coronavirus,
cuyas consecuencias, más allá de enfermos y fallecidos, está padeciendo
la población con menos recursos.
“No seremos juzgados por los viajes que hacemos o por nuestra relevancia social, sino por nuestra relación con los pobres.
Sobre esto seremos juzgados”, advirtió el Papa, que vertebró su
reflexión sobre el relato del perfume derramado del Evangelio de Juan.
En concreto, en torno a una cita de Jesús: “A los pobres los tenéis
siempre con vosotros”.
“A los pobres los tenemos siempre con nosotros. Existen y son muchos.
Solo vemos una mínima parte, por la mayoría están escondidos”, denunció
Jorge Mario Bergoglio para denunciar a renglón seguido cómo “hemos
entrado en una cultura de la indiferencia y no les vemos porque esta
cultura es negacionista. Llegamos a decir que no son tantos y siempre
tratamos de disminuir la realidad de los pobres”.
Es
más, el Papa llegó a
afirmar que hemos adquirido “la costumbre de ver a lo pobres como un
adorno en la ciudad, como si fueran estatuas, parte del decorado”.
Víctimas de las políticas financieras
A partir de ahí, Francisco se adentró en las causas que motivan
actual brecha de desigualdad: “La gran mayoría son pobres víctimas de
las políticas financieras y económicas”.
Bajo
esta premisa, apuntó que “algunas estadísticas recientes hacen este
resumen: existe demasiado dinero en las manos de pocos y demasiada
pobreza en muchos. Los pobres son muchos más que los ricos”.
Después de abordar las causas estructurales de la pobreza, el Papa se
adentró en el perfil de los actuales rostros de la pobreza: “¡Hay
tantos pobres que tienen vergüenza por su dificultad para llegar a fin
de mes! ¡Hay tantos pobres de clase media que van a Cáritas a escondidas porque tienen vergüenza!”.
En este punto expuso una experiencia vivida en primera persona como arzobispo: “Recuerdo
que en Buenos Aires me dijeron que una fábrica abandonada había sido
ocupada por quince familias. Cada uno había tomado una parte de la nave
para poder vivir. Observando, vi que cada familia tenía muebles
buenos y televisión. Acabaron allí porque no podían pagar el alquiler.
Estos son los nuevos pobres, los que dejan de pagar su casa…”.
Tras este diagnóstico, lanzó algunas preguntas al aire: “¿Me
doy cuenta de esta realidad escondida? ¿Soy consciente de aquellos que
sienten vergüenza por decir que no llegan a fin de mes?”.
“Si hoy ignoro
a los pobres y los dejo aparte, creo que no existe. Entonces el Señor me ignorará en el día del juicio”, aseveró.
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