viernes, 17 de enero de 2025

El Gobierno ignora a Page y aprueba derivar 81 hectómetros del río Tajo al Segura entre enero y marzo


MADRID.- Se ha celebrado telemáticamente la reunión de la Comisión Central de Explotación del Acueducto Tajo-Segura (ATS) para analizar los datos del sistema Entrepeñas-Buendía y evaluar las previsiones existentes, autorizándose un trasvase de 27 hectómetros cúbicos para los próximos tres meses, lo que hace un total de 81 hectómetros.

Esta medida gubernamental contrasta radicalmente con lo anunciado por el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, durante el Congreso Federal del PSOE, donde proclamó a bombo y platillo el cierre de facto del trasvase Tajo-Segura.

Según explicó posteriormente en rueda de prensa el secretario de Organización del PSOE en Castilla-La Mancha, Sergio Gutiérrez, el trasvase de agua se limitaría únicamente el abastecimiento por este medio en época de sequías y «para el consumo humano».

Los embalses de cabecera almacenan un volumen efectivo de 1.096,1 hectómetros, lo que se corresponde con la denominada «normalidad hidrológica» o nivel 2 en las reglas de explotación que rigen esta transferencia. Por otra parte, se ha expuesto la previsión calculada según indican dichas reglas para el próximo semestre, y en ella se observa que el sistema permanecerá en nivel 2 durante todo el semestre enero-junio.

En consecuencia, la Comisión ha acordado autorizar un trasvase de 81 hectómetros cúbicos, distribuidos en 27 por mes para los meses de enero, febrero y marzo, según ha informado el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en nota de prensa.

Además, la Confederación Hidrográfica del Segura ha presentado los principales datos sobre el estado hidrológico de la cuenca, destacando que los embalses se encuentran al 20 % de su capacidad, por lo que se mantienen las restricciones al regadío.

Por su parte, la Confederación Hidrográfica del Guadiana ha informado sobre la situación de la superficie encharcada en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y ha trasladado la solicitud de 1,72 hectómetros cúbicos para atender los abastecimientos a través de la Tubería Manchega durante el trimestre enero-marzo.

En resumen, y en aplicación de la normativa vigente, la Comisión ha autorizado un trasvase de 81 hectómetros cúbicos desde los embalses de Entrepeñas-Buendía a través del acueducto Tajo-Segura, correspondiente a los meses de enero, febrero y marzo de 2025.

China arma hasta los dientes a Argelia, el mayor enemigo de Marruecos

 MADRID.- Argelia continua su carrera armamentística con Marruecos: ambos países acaparan cerca de la mitad de todo el gasto militar en África. El Ministerio de Defensa del país ha anunciado un nuevo plan para comenzar a construir corbetas chinas de Tipo 056 en los astilleros de su costa. Esta noticia coincide con otro acuerdo alcanzado con Italia para la ampliación de los astilleros de Annaba (en su costa este) para producir unidades navales de en torno 50 metros de eslora.

Según el medio español Infodefensa, "las fuerzas argelinas ya recibieron una primera unidad del Tipo 056 fabricada en los astilleros chinos CSSC Hudong de Shanghái". 

Con esta entrega, Argelia construirá en su suelo seis unidades de este buque para cumplir con un contrato firmado en 2019. 

De acuerdo a los datos difundidos por el medio especializado, el Tipo 056, también denominados F15A, llevan prestando servicio para la Armada del Ejército Popular de Liberación de China desde 2012.

 "Cada unidad argelina irá armada con un cañón de 76 milímetros, más otros dos de 30 milímetros para la defensa cercana, cuatro lanzadores de misiles antibuque (Yj-83), ocho más para misiles antiaéreos (HHQ-10), y seis tubos lanzatorpedos de 324 milimetros".

Además, las corbetas Tipo 056 argelinas irán dotadas de un radar, probablemente del barrido electrónico activo (AESA), según el portal Navy Recognition, "o quizá un Smart-S MK2". "Se trata de unos sensores con un alcance de más de 250 kilómetros y capacidad para detectar y rastrear 150 objetivos en superficie y en el aire".

Cada corbeta "dispondrá de una cubierta de vuelo para un helicóptero de tamaño medio", concluye la publicación, "aunque no cuentan con hangar".

El CIS mantiene al PSOE en cabeza con un 31,8%, aunque el PP recorta su desventaja a 2,1 puntos

 MADRID.- El Barómetro de enero del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelve a situar al PSOE en cabeza por octavo mes consecutivo, con una estimación de voto del 31,8%, cuatro décimas menos que en diciembre, y una ventaja de 2,1 puntos sobre el PP, que obtiene un respaldo del 29,7%.

Vox repite como tercera fuerza política creciendo hasta el 12,4%, mientras que Sumar no remonta y se queda en el 6,5%, con Podemos en el 3,9%

La encuesta, basada en 4.024 entrevistas telefónicas, se realizó entre el 2 y el 9 de enero, cuando la actualidad estaba marcada por los casos de corrupción que salpican a miembros del PSOE, la inauguración del programa de actos por el aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y los preparativos para la toma de posesión de Nicolás Maduro en Venezuela.

Si mañana mismo hubiera elecciones, el 21,5% de los encuestados ya adelanta su respaldo al PSOE, frente a un 19,8% que tiene decidido votar al PP. Eso sí, ante esta pregunta directa no todos se pronuncian, pues hay un 16,3% que no sabe a quién votaría, un 4,2% que prefiere no contestar, y un 8,3% que se abstendría.

Sánchez, el mismo voto con el que quedó segundo

La conclusión del CIS, analizadas las respuestas a todo el cuestionario y aplicando la fórmula de estimación de voto que codiseñó el presidente del instituto, José Félix Tezanos, es que el PSOE cuenta con un apoyo del 31,8%, cuatro décimas menos que en diciembre y un porcentaje similar al que le dejó segundo en las generales de 2023.

Enfrente, el PP sube 1,3 puntos en un mes y, tras marcar su cota más baja en diciembre, se anota ahora una estimación de voto del 29,7%, aún por debajo del 33% con el que ganó las últimas elecciones. Eso sí, la distancia entre los dos grandes partidos se reduce hasta los 2,1 puntos, la más estrecha desde junio de 2024.

La tercera plaza vuelve a ser para Vox, ahora con una estimación e voto del 12,4%, dos décimas más que el mes anterior y el mismo porcentaje que en julio de 2023. Los de Santiago Abascal abren aún más brecha con Sumar, que baja medio punto en un mes y marca un 6,5%, la mitad de lo que logró en las últimas generales.

PP y Vox amplían su ventaja sobre PSOE y Sumar

Eso hace que la suma de PP y Vox amplíe también la distancia con los dos partidos del Gobierno, con un 42,1% frente al 38,3% de PSOE y Sumar.

Por su parte, Podemos se consolida en torno al 4% (3,9% en enero y 4,1% en diciembre), y la plataforma Se Acabó la Fiesta (SALF) del eurodiputado Luis 'Alvise' Pérez aparece con un respaldo del 2,4%.

En cuanto a los partidos de ámbito territorial, Esquerra Republicana sube hasta el 1,9% y se distancia medio punto de Junts, que marca un 1,4%, mientras que Bildu aparece ahora por delante del PNV (1,2% por un 1%). La sorpresa la da el BNG que emerge en este grupo con un 1,4%.

Ningún líder llega al 4%

En cuanto a la valoración de líderes, el presidente Pedro Sánchez vuelve a encabezar la tabla con una nota media de 3,93 puntos, superando tanto a la vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, como a Alberto Núñez Feijóo (PP), que obtienen 3,89 y 3,52 puntos, respectivamente. Más lejos se queda Abascal con 2,79.

Sánchez vuelve a ser también el político preferido para presidir el Gobierno, citado por el 23,7% de los entrevistados, a mucha distancia de Feijóo (9,9%), Abascal (6,7%) y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (5,2%), todos ellos por delante de la líder de Sumar, a la que sólo menciona un 3,9%.

En el recuerdo de voto se ve también que, aunque cuando las elecciones generales de 2013 las ganó el PP con más de un punto de ventaja sobre los socialistas, entre los entrevistados por el CIS hay muchos más votantes del PSOE que de Feijóo (31,2% por un 24,2%).

Murió José María Sanz-Pastor, el poder civil del 23F en Sevilla / Pepe Fernández *


Esta semana nos dejó en Madrid el embajador Jose María Sanz-Pastor Mellado, un personaje que llegó a ser figura destacada en la política andaluza como Gobernador Civil de Cádiz primero y finalmente Sevilla tras pasar por Alicante. Se confesaba socialdemócrata, amigo de Paco Ordoñez y era primo político de Calvo Sotelo. 

El y yo mantuvimos una relación inicial muy tensa y tormentosa, muy crítica por mi parte por la dureza empleada contra los trabajadores de Astilleros en Cadiz, hasta el punto de que en su primera rueda de prensa en Sevilla fuí yo quien se levantó y le amenazó con irse si continuaba agrediendo verbalmente a mi compañera @delRioPilar, entonces periodista de RCE en Sevilla a la que llamó 'amiga de comunistas'. 

Tenía Josemari todo un carácter y era duro de narices a la hora de tomar decisiones con los grises. No le temblaba el pulso. Nuestro enfrentamiento cesó para siempre la noche del 23F, cuando como demócratas coincidimos en la defensa de la Constitución, él en Plaza España con dos pistolas en el cajón yo al frente del operativo telefonico de Radio Sevilla. 

Desde entonces fuimos amigos, amistad que continuó hasta ayer mismo. Creo que el mejor homenaje al amigo que se ha ido es recuperar esta entrevista que tuve oportunidad de hacerle en Sevilla-TV hace años, a propósito de su papel en Sevilla en la tarde noche de la intentona golpista. 

También habla de sus tremenda experiencia como embajador en Ruanda, cara bien distinta a la de represor policial. Vale la pena recordarle, nunca pasó desapercibido allí donde sirvió. 

Mi mas sentido pésame a su mujer Macamen, a su hija y toda la familia y amigos. Descansa en paz querido Josemari.

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¿Quién era Jose Mari Sanz-Pastor Mellado?


El diplomático granadino oriundo de Lorca, José María Sanz-Pastor Mellado (Granada, 16 de julio de 1941), embajador de España, falleció esta semana de madrugada en su casa de La Moraleja, en Madrid, a los 83 años. Deja viuda, una hija y seis nietos. 

Le sobrevive su hermana Conchi porque su hermano Fernando (ex gerente para el Desarrollo de la Cuenca del Segura, en Murcia) falleció en Granada en 2021. Era primo hermano de Pilar Ibañez-Martín Mellado, viuda del expresidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo.

En la Región de Murcia el diplomático tenía su domicilio en el palacete decimonónico de San Julián, en la pedanía lorquina de La Hoya.

Fue gobernador civil de Cádiz, Alicante y Sevilla, delegado del Gobierno en Andalucía y también embajador del Reino de España en Tanzania, Ruanda, Burundi e Irlanda. Era gobernador civil de Sevilla durante el golpe del 23 de febrero de 1981.

La capilla ardiente fue instalada en Lorca, en el monasterio de Santa Ana y Santa María Magdalena, de las Hermandas Clarisas, a cuyo convento se sentía muy unido desde su niñez cuando acudía en compañía de sus abuelos, los entonces Condes de San Julián. Luego, a petición propia, fue inhumado en la cripta familiar bajo la torre campanario del santuario patronal de la Virgen de las Huertas, también en Lorca.

De auténtica joya es calificada una de las lápidas de la cripta de esta familia nobiliaria, obra de Mariano Benlliure, en el Panteón de los Condes de San Julian. Ahí se encuentran enterrados sus seres más queridos, entre ellos, su madre, y las condesas de San Julián, título que les viene de los Pérez de Meca, familia llegada de Aragón en el siglo XIV para la Reconquista del Reino de Granada.

Fue pregonero de la Semana Santa de Lorca en el año 2010, a propuesta del Paso Azul, en la iglesia de San Mateo. Un antepasado suyo, el ex alcalde de Lorca, Simón Mellado, fue precisamente quien instauró las subvenciones a las cofradías de la Semana Santa lorquina. Había participado de las procesiones, siempre a caballo, al menos en cinco ocasiones, la primera con tan sólo diez años. Acudía con asiduidad a Lorca donde pasaba los veranos, la Navidad y la Semana Santa.

Hijo del ingeniero de Montes navarro José María Sanz-Pastor Fernández de Piérola, se licenció en Derecho en la Universidad de Madrid con sobresaliente cum laude. ​En 1968 se casó con la gallega afincada en Madrid, María del Carmen Moreno de Alborán y Vierna. 
 
El 1 de junio de 1969 ingresó en la carrera diplomática y fue nombrado secretario de la embajada española en Gabón, donde atendió a los refugiados de la guerra de Biafra y a los españoles que huían de Guinea Ecuatorial.​ 
 
Era doctor en Derecho Comparado Internacional, graduado en Periodismo y diplomado en Comercio Exterior.

Durante la transición española militó en la Unión del Centro Democrático (UCD). Fue gobernador civil de la provincia de Cádiz (1977-1980)​ Seguidamente fue gobernador civil de la provincia de Alicante (julio-diciembre de 1980).​ Y finalmente fue gobernador civil de la provincia de Sevilla (diciembre de 1980-septiembre de 1982), y delegado del gobierno en Andalucía (septiembre-diciembre de 1982).​

Como diplomático fue cónsul general en Perpiñán (1983) y embajador de España en Tanzania (1991). También fue representante de España en Comores, Mauricio y Madagascar. Dejó este destino cuando fue nombrado embajador de España en la República de Irlanda (1997-2000). 
 
Presidió el Sindicato de Diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde tuvo su último destino al frente de la Oficina de gabinete de Cifra, y era vicepresidente del Consejo Asesor.​ 

El Consejo de Ministros del 11 septiembre de 2009 acordó ascender al este diplomático a la categoría de Embajador de España.

 

Sobre el bien común / Fernando del Pino Calvo-Sotelo *

 Decía Peter Kreeft que una sociedad buena es aquella en la que es fácil ser bueno. En este sentido, ¿es buena nuestra sociedad? Y ¿de qué depende su bondad? El concepto esencial para responder a esta pregunta es el bien común, un concepto tan relevante que explica en gran medida el destino de las sociedades, el bienestar y felicidad (siempre relativa) de sus ciudadanos y su desarrollo material, intelectual, emocional y espiritual. Por lo tanto, el bien común tiene una importancia trascendental, a pesar de lo cual es raro que se mencione y aún más raro que se comprenda.

Definamos el bien común

Utilizando la vía negativa, conviene aclarar en primer lugar lo que el bien común no es. El bien común no es la suma de los bienes de los miembros de una sociedad, ni se refiere a los bienes de titularidad pública, a la existencia de servicios públicos o a algún tipo de colectivismo o redistribución de la riqueza. 

Esto no quiere decir que el bien común no trate estas cuestiones materiales y económicas, sino que alcanza un significado humano mucho más amplio y profundo. El bien común tampoco es un juego de suma cero ni se opone al bien privado; no es excluible, sino que beneficia a todos.

¿Qué es entonces? Su definición más precisa es la siguiente: El bien común es el conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección[1]

 En otras palabras, el bien común hace referencia a la creación y mantenimiento de un marco institucional, político, social, jurídico y económico y, ante todo, de un êthos o moral compartida que facilite la consecución de una plenitud de vida, de una realización trascendente y holística de cada individuo y, en consecuencia, del logro parcial de la felicidad que todos anhelamos[2].

El bien común crea un marco de actuación y un caldo de cultivo, pero no ofrece un resultado predeterminado. Se trata de una condición necesaria, pero no suficiente. Hace posible que las personas puedan florecer, pero no lo garantiza, pues todo dependerá siempre del más elevado atributo del ser humano: su libertad. 

Como dijo el Sabio hace 2.200 años: «Al principio Dios creó al hombre y lo dejó en poder de su libre albedrío. Él ha puesto delante fuego y agua: extiende tu mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera»[3]

 En otras palabras, el bien común es la tierra buena que permite germinar al hombre, pero, en última instancia, éste, como sujeto autónomo de decisión moral, «dueño de su destino y capitán de su alma»[4], será siempre el responsable último de dar fruto. En el ser humano, libertad, responsabilidad y dignidad son inseparables.

De todo ello se desprende que el concepto de bien común se aleja de cualquier idea de igualitarismo, pues el desarrollo pleno de cada individuo es siempre relativo y su fruto dependerá de sus capacidades intelectuales, morales y emocionales, que varían de individuo en individuo y dan resultados diferentes que son justos precisamente por ser diferentes.

La defensa de la vida y de la familia

El primer elemento del bien común es el respeto a los derechos y libertades fundamentales del individuo, comenzando por el derecho a la vida desde la concepción a la muerte natural. El bien común exige, por tanto, una cultura que ensalce y defienda la vida a toda costa, una sociedad en la que prevalezca el respeto absoluto a la vida como un don que no depende de la voluntad y del deseo de nadie. 

En este sentido, la triste y gris Cultura de la Muerte que ha impregnado nuestras sociedades, que no sólo normaliza el horror del aborto y la eutanasia, sino que los identifica con el progreso, no indica civilización sino barbarie, y retrata una sociedad enferma y, en cierto sentido, grotesca, pues nada hay más ridículo que creerse lo contrario de lo que uno es.

El bien común exige la defensa de la familia como pilar básico de la sociedad de modo que el niño tenga la posibilidad de crecer en un ambiente familiar estable con su padre (cromosoma XY) y su madre (cromosoma XX). Es, por tanto, contrario al bien común fomentar el divorcio como hace en España la ley del divorcio exprés (PSOE-PP), que eliminó prácticas dilatorias que proporcionaban al matrimonio tiempo para discernir la decisión que estaba a punto de tomar. 

Una política favorable al bien común sería la opuesta: ayudar a los matrimonios a evitar, en la medida de lo humanamente posible, un paso que no tiene vuelta atrás. También es contrario al bien común (y a la verdad) el silenciamiento cultural ―por ejemplo, cinematográfico― del sufrimiento que supone para la mayor parte de sus protagonistas, en especial para los hijos.

La defensa de la libertad

Otro componente imprescindible del bien común es el respeto a la libertad individual. La libertad es el oxígeno del alma, sin el cual ésta se marchita. En este sentido, resulta inquietante la paulatina represión de libertades personales que hemos sufrido en las últimas décadas en esta Europa secuestrada por una UE crecientemente oscura.

El caso de España desde 1975 es especialmente paradójico. Nadie imaginó que el precio de obtener una muy restringida libertad política, basada en poco más que un ritual de voto bastante inútil realizado un día cada cuatro años, era perder enormes grados de libertad personal, robada por la opresión burocrática y el magno latrocinio impositivo de ese Estado semi totalitario llamado Estado de Bienestar.

 Así, el español medio paga hoy el doble de impuestos que pagaba en 1974 y encima soporta un número de prohibiciones y a una exigencia cotidiana de permisos administrativos muy superior al de hace medio siglo. Hemos pasado de una dictadura a otra, mucho más hipócrita.

¿Y qué decir de la libertad de pensamiento y de expresión, perseguidas en plena «democracia» por la tiranía de la corrección política y la censura más impudorosa? ¿Y qué decir de la libertad religiosa, especialmente del cristianismo, perseguido e injuriado por bufones que jamás se atreverían a hacer lo mismo con otras religiones?

El progreso económico como bien común

El bien común también exige un sistema económico que fomente la creación de riqueza. Afortunadamente, no hay que inventarlo, por ser bien conocido: la economía de mercado, enmarcada en un entorno de seguridad jurídica, con un Estado pequeño y, sobre todo, desde el respeto a la propiedad privada, condición sine qua non para el progreso económico y «principio fundamental que ha de considerarse inviolable»[5].

El estatismo, la inseguridad jurídica y los impuestos son enemigos de la propiedad privada. Así, resulta axiomático que una sociedad sin seguridad jurídica y con impuestos altos típicos de nuestros Estados-vampiro, o en la que los okupas gozan de mayores derechos que los legítimos dueños de las viviendas, será más pobre, inestable e injusta que una sociedad con seguridad jurídica, impuestos bajos y clara protección del derecho a la propiedad.

Dicho eso, un sistema adecuado es una condición necesaria pero no suficiente para el progreso económico, que siempre dependerá en última instancia de la actuación del individuo. Ningún sistema o estructura social puede resolver el problema de la pobreza como por arte de magia sin una «constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio; cumplimiento de la palabra empeñada, audacia; en suma, amor al trabajo bien hecho»[6].

Del mismo modo, una sociedad en la que las normas se multiplican como células cancerosas y pueden ser interpretadas arbitrariamente, una sociedad en la que se aprueban constantemente leyes inicuas y siempre cambiantes, fruto del capricho de una mayoría que sólo busca perpetuarse en el poder, es contraria al bien común. 

En el mismo sentido, una sociedad en la que los máximos órganos jurisdiccionales están politizados y caen en la más abyecta prevaricación no puede ser una sociedad buena, al contrario que una sociedad regida por leyes justas basadas en principios inmutables, en normas consuetudinarias, en la Ley Natural y en el sentido común, y con una Justicia independiente.

El bien común exige que aquellos que se vean imposibilitados para salir adelante por sus propios medios sean cuidados por la comunidad y no abandonados a su suerte, pues una sociedad que no protege a sus miembros más débiles no puede denominarse buena. 

Sin embargo, cuidar de esa pequeña minoría que no puede cuidarse a sí misma nada tiene que ver con la trampa del Estado de Bienestar[7], cuyo férreo manto «protector» (una prisión encubierta) cubre innecesariamente a toda la población con el único objetivo de controlarla, es decir, como coartada para lograr un Estado de Servidumbre.

 Como pudimos comprobar con la DANA de Valencia, la comunidad puede voluntaria y espontáneamente cuidar de sus miembros con mucha mayor agilidad y eficacia que un Estado anquilosado controlado por intereses mezquinos.

Pero lo más perverso del Estado de Bienestar es que hace creer al común de los ciudadanos que nunca podrá valerse por sí mismo, sino que siempre necesitará al Estado, una creencia falsa y denigratoria que se opone frontalmente tanto al bien común como al principio de subsidiariedad que debe regir toda sociedad[8].

El respeto a la verdad y a la palabra dada

Como nos recuerda Thomas Woods, «todos los países que han sido económicamente exitosos poseían derechos de propiedad robustos y una clara exigencia de cumplimiento de los derechos contractuales»[9]. Diciendo lo mismo con otras palabras, Richard Maybury basa el éxito de una sociedad en dos principios: no violes los derechos y propiedades de los demás y cumple lo que has acordado.

El bien común, por tanto, también exige cumplir las promesas, los contratos y, en definitiva, la palabra dada, partiendo de las promesas personales. Una sociedad que respeta un apretón de manos y no requiere la firma de un complejo contrato para cada pequeña acción es una sociedad buena y eficiente, pues sin un mínimo de confianza toda sociedad se convierte en inoperativa: a veces el comprador paga por adelantado y otras el proveedor entrega su producto sin haber cobrado, y en ambos casos subyace una confianza en que la otra parte cumplirá lo debido, la misma que tiene el prestamista en el prestatario.

En la política también resulta clave poder confiar en las promesas electorales a cambio de las cuales el ciudadano entrega su voto, esto es, su soberanía política. Resulta obvio que en nuestras pervertidas democracias esto es una quimera, lo que debilita enormemente el bien común.

Asimismo, el bien común exigiría que los medios de comunicación tuvieran cierto apego a la verdad, pero desgraciadamente éstos están hoy entregados a la propaganda, a la defensa de intereses espurios y a la mentira.

Respetar la palabra dada es respetar la verdad, pero ¿qué lugar reservamos para la verdad en nuestra sociedad de hoy? La pregunta no es si se miente más o menos que antes, sino si la mentira está socialmente estigmatizada o normalizada. Éste no es un tema baladí, pues de la institucionalización de la mentira surge un cinismo crónico que es como un veneno de efecto lento que va pudriendo la sociedad por dentro.

La exigencia de la paz

En último término, el bien común exige que haya paz, entendida no sólo como ausencia de enfrentamiento bélico, sino en sentido amplio. La paz exige que el debate político esté acotado en fondo y forma dentro de un marco de convivencia y de unas reglas respetadas por todos. En este sentido, el bien común exige la existencia de un diálogo tolerante y respetuoso desde el respeto a la verdad, pues la verdad siempre tiene prioridad sobre el consenso.

En este aspecto es posible que nos encontremos ante un problema sistémico. En efecto, la democracia deriva por su propia naturaleza en la polarización social, pues los políticos excitan las pasiones de los votantes, incitando al miedo al adversario y arrastrando a la ciudadanía a un ambiente de intolerancia e ira crecientes.

Pero la paz incluye también la paz en los hogares, obstaculizada por la permanente lucha de sexos en la que hoy nos han sumergido. Este fenómeno, introducido por la agenda globalista como destructor de familias y sustituto de la lucha de clases, ha permeado peligrosamente en gran parte de la sociedad y es uno de los grandes enemigos de la paz familiar y, por tanto, del bien común.

Finalmente, la paz requiere de un esfuerzo por alcanzar la paz interior, tantas veces esquiva, pero aún más difícil de lograr en una sociedad relativista, hedonista y nihilista que vive de espaldas a la realidad última de esa criatura llamada hombre; una sociedad sin Dios y sin rumbo, pues carece de la brújula del bien y del mal, desesperanzada y triste, a pesar de sus falsas apariencias, una sociedad, en fin, que, engañada por quienes sólo desean dominarla, escarba en la basura creyendo que allí encontrará los manjares que la dejarán ahíta.

Querido lector: el bien común se apoya en el derecho y la libertad, en el orden y la justicia, en la familia y la propiedad privada, en la verdad y la paz. No creo que la sociedad española reúna hoy estas condiciones, pero si queremos mejorarla, éste es el camino, y no otro.

[1] Juan XXIII, Mater et Magistra 65.
[2] Martin Rhonheimer, The Common Good…Catholic University of America Press, 2013.
[3] Eclo 15, 16-18
[4] W. E Henley, Invictus (1875)
[5] León XIII, Rerum Novarum 11 (1891)
[6] Juan Pablo II, Discurso en la Cepal en Chile (3-4-1987)
[7] El verdadero coste del Estado de Bienestar – Fernando del Pino Calvo-Sotelo
[8] Sobre la justicia social – Fernando del Pino Calvo-Sotelo
[9] Thomas Woods Jr, The Church and the Market, Lexington Books 2005.

 

(*) Economista