lunes, 11 de noviembre de 2019

¿Y a quién le habrá votado el “25 por ciento”? / Juan Mariano Pérez Abad *

Reconozco ser un funambulista obsesivo-compulsivo haciendo equilibrios en la línea que delimita la locura de la cordura y que me obceco en detalles que parecen banales, pero no podría dormir esta noche si no les comento mi última paranoia.

En el año 2015, me quedé completamente traumatizado cuando publicaron el resultado de la encuesta sobre Cultura Genera en nuestro País. Se demostraba que el 25 % de la población española permanecía anclado en la Edad Media y seguía pensando que el Sol es el que gira alrededor de la Tierra. 

Me pareció algo brutal y lo digo porque se había puesto de manifiesto lo embrutecida que resultaba nuestra masa social. Desde entonces, a los comportamientos indocumentados y poco inteligentes los apodo como los del “25%”.

Ahora, después de repetir elecciones cansinas, no he podido evitar preguntarme si la culpa de que nos encontremos en un atasco peor del que intentábamos salir no será de nuestro famoso 25 %. Algunos opinan que esos que esos que no saben ni en qué mundo viven, que no recuerdan de la escuela siquiera aquella lección, no deberían tener el derecho a votar.

Yo soy un demócrata convencido y considero que todo el Pueblo tiene derecho a elegir a quien mejor lo represente. Por eso creo firmemente que, si en este país somos ignorantes, analfabetos nos tienen que representar. Y por eso no hay que alarmarse del nivel académico de muchos de los políticos que nos representan.

Pero cuando miro a la realidad, lo que veo es que los que votan a los ERES y la Gürtel vuelven a ser mayoría otra vez. Eso me da que pensar, porque si a lo que vota la mayoría es a los sinvergüenzas más veteranos y demostrados, de lo que se deduce es que el problema más grave y mayoritario de nuestro Pueblo no es el académico, sino el moral.

Y siguiendo esa reflexión es como he conseguido encontrarle explicación al camino que lleva nuestro País y al catastrófico destino que busca con tanta prisa. La ignorancia y la deshonestidad es una mala combinación. Es la del necio que, por querer ser un pillo, termina haciendo de primo, estafado y arruinado como víctima de un timo.




(*) Médico

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