Si yo fuera Pedro Sánchez, me temería lo peor y no
daría la elección por segura hasta que el último de los 350 diputados
haya votado el próximo martes en la segunda y última sesión para su
investidura como presidente del Gobierno.
La España cutre, la de los
‘tamayazos’, la guerracivilista, la antidemócrata, la del deep state,
la que violenta leyes y afina fiscalías, la de los medios de
comunicación simple y llanamente golpistas, la que
maniobra indistintamente detrás de organismos oscuros como la Junta
Electoral Central o la que se parapeta tras del Supremo o el
Constitucional con la unidad de España como única ley, está dispuesta a
todo.
Nunca una investidura de un presidente del gobierno español causó
tanta vergüenza y alejó tanto al Congreso de los Diputados de los
parlamentos europeos a los que dice parecerse. Hay democracias de
primera y de segunda, igual que hay parlamentos de primera y de segunda.
Bienvenidos sean los recién llegados a la crispación que ahora parecen
haber descubierto a Inés Arrimadas o a la popular Cayetana Álvarez de Toledo.
Arrimadas hace años que hace lo mismo en el Parlament de Catalunya en
medio de un ferviente apoyo de los que ahora se dicen horrorizados.
Claro que los numeritos contra los independentistas siempre hacen en
Madrid más gracia y la famosa reconciliación era una gran farsa. La
lección que ofreció el Reino Unido, empezando por la monarquía, con los
exlíderes del IRA queda muy lejos de los gritos de "asesinos" a la diputada de Bildu.
El triste y preocupante espectáculo del Congreso de los Diputados de
este domingo no es más que una avanzadilla de lo que está por venir. En
unas pocas horas han caído todas las mentiras: la persecución a los
independentistas era una manera de salvar el régimen antes de que todo
explosionara. Hoy España está rota en mil pedazos. Su imagen
internacional está muy disminuida y ya no hay España Global que pueda
arreglar el desaguisado. No es que no quepamos los catalanes, sino que
muchos españoles están horrorizados con lo que han visto.
El camino iniciado por Pedro Sánchez con esta investidura es probable
que no tenga retorno, aunque también es cierto que eso mismo parecía
tras la moción de censura. Pero entonces la derecha estaba KO y no
crecida como ahora, con Vox delante marcando el ritmo de la marcha.
Veremos si este 6 de enero en la Pascua Militar que presidirán los Reyes
en el Palacio Real con todos los mandos de los tres ejércitos y de la
Guardia Civil no hay ninguna salida de tono.
(*) Periodista y director de El Nacional
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