SEVILLA.-«Descubrimos un hueso humano minúsculo en una urna ibera durante una
excavación en Peal de Becerro. Por el lugar en que lo encontramos
sabemos que era de un príncipe. Y por el análisis médico que tenía
osteoporosis y que había sufrido un traumatismo que le había destrozado
la mandíbula. Si la urna, como ocurre otras veces, hubiera sido
expoliada nos habríamos quedado sin esta información».
Quien así reflexiona para Abc es Manuel Molinos, director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén.
Quien así reflexiona para Abc es Manuel Molinos, director del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén.
La
referencia al expolio es pertinente porque bandas organizadas saquean
centenares de lugares arqueológicos de Andalucía para vender
posteriormente las piezas sustraídas en el mercado negro.
Según
este experto, el daño es doble. Por un lado, se apropian de objetos de
enorme valor arqueológico y, por otro, cortan la relación que enlaza los
objetos con la historia. Al descontextualizar una pieza de cerámica
romana desaparece, en cierto modo, Roma.
Los expoliadores de los yacimientos arqueológicos de la región están muy bien organizados,
según las mismas fuentes.
Las bandas, en su mayoría procedentes de la baja Andalucía (Sevilla, Huelva, Córdoba), cuentan con equipos para saquear el terreno: automóviles todoterreno, detectores de metales y puestos de vigilancia para burlar el control de la Guardia Civil, cuyos agentes realizan, empero, una eficiente labor que ensalza Molinos: «Muchas veces ganan los buenos».
Las bandas, en su mayoría procedentes de la baja Andalucía (Sevilla, Huelva, Córdoba), cuentan con equipos para saquear el terreno: automóviles todoterreno, detectores de metales y puestos de vigilancia para burlar el control de la Guardia Civil, cuyos agentes realizan, empero, una eficiente labor que ensalza Molinos: «Muchas veces ganan los buenos».
Coleccionistas y mercados
Las piezas expoliadas en Andalucía acaban en manos de coleccionistas privados o en el mercado de antigüedades.
En ambos casos sus propietarios no tienen el camino expedito para hacer
negocio con ellas. Cuando intentan blanquearlas mediante la venta en
casas de subastas internacionales se activa un protocolo de control que
paraliza la puja. Las piezas retornan entonces a España, pero no al
territorio en que fueron saqueadas, con el consiguiente perjuicio para
los expertos que operan sobre el terreno.
Las mejores piezas iberas contextualizadas del territorio español están en el museo de Jaén,
si bien hay magníficas esculturas procedentes de los principales
yacimientos iberos jiennenses en el museo Arqueológico de Madrid y en
espacios expositivos de Granada y Barcelona. También en museos
internacionales del rango del Louvre y del Metropolitan de Nueva York,
adonde llegaron en una época más permisiva con el expolio.
La
riqueza de los yacimientos de Jaén convierte a la provincia en el
principal enclave donde se libra la disputa entre arqueólogos y
saqueadores. Los primeros cuentan con la ayuda de las fuerzas del orden y
los segundos se aprovechan de la dificultad de controlar el millar de
sitios arqueológicos localizados en la provincia. Y, en cierto modo,
también de la desidia de la población, que, por lo general, permanece
impasible ante el expolio.
«Sé que recurro al tópico, pero lo que ocurre es un problema de educación. La gente culta sabe que el patrimonio le pertenece.
Un pueblo culto no se deja expoliar», asegura el director del instituto
de investigación de la Universidad de Jaén, para quien la ciudadanía
debe de ser consciente de la riqueza histórica enmarcada en las
necrópolis, en las ciudades fortificadas y los yacimientos que jalonan
el territorio andaluz.
En la capital jiennense la ciudananía dista de serlo. Una muestra: la Junta de Andalucía prometió hace más de dos décadas la construcción de un museo abierto en la zona de Marroquíes Bajos,
en cuyo subsuelo se concatenan los yacimientos.
La Administración autonómica ha incumplido la ejecución de un proyecto que anuncia de manera recurrente sin que los jiennenses hayan protestado por el hecho de que en este espacio de la zona norte de la ciudad abunde la maleza en lugar de los vestigios arqueológicos, y, en lugar de las visitas guiadas, los animales de compañía.
La Administración autonómica ha incumplido la ejecución de un proyecto que anuncia de manera recurrente sin que los jiennenses hayan protestado por el hecho de que en este espacio de la zona norte de la ciudad abunde la maleza en lugar de los vestigios arqueológicos, y, en lugar de las visitas guiadas, los animales de compañía.
Edad del Bronce
El
esparcimiento de los perros es la única función del yacimiento, cuya
falta de conservación explica el deterioro de las conducciones
hidráulicas de la Edad del Bronce que le identifican como uno de los
puntos más relevantes de la provincia desde la perspectiva arqueológica,
rango apuntalado por la presencia de numerosos restos iberos. A pesar
de esto, el espacio, propiedad del Ayuntamiento, carece de vigilancia
fija.
La imposibilidad de vigilar continuamente los yacimientos
no implica que no se lleve a cabo una labor efectiva por parte de las
fuerzas de seguridad del Estado. Lo demuestra la operación de la Policía
Nacional concluida el pasado mes de noviembre con la recuperación de
más de 800 piezas, expoliadas de un asentamiento romano enclavado en el
término municipal de la actual ciudad jiennense de Andújar.
Operación policial
La operación se saldó con la detención de tres personas, una en Andújar y dos en un municipio cercano, Lahiguera,
tras llevar a cabo registros domiciliarios en cinco viviendas, donde
los agentes encontraron, e intervinieron, cerámicas, monedas y
ornamentos, entre otras piezas, así como dos máquinas detectoras de
metales, terminales móviles y ordenadores.
En el transcurso de la
investigación los agentes averiguaron que la recepción final de los
objetos expoliados por los detenidos se llevaba a cabo presuntamente en
dos casas de antigüedades localizadas en Madrid. Así, en el momento de
su detención tenían acumuladas centenares de piezas que preveían
transportar hacia la capital de España para proceder a su venta ilegal.
Al expolio sistemático se une la devastación de los yacimientos ocasionada por la actividad agraria.
La utilización de maquinaria pesada para labores de cultivo en zonas
arqueológicas deteriora y, a veces, destruye, principalmente, vestigios
urbanísticos iberos y romanos.
Destrozos por tuberías de riego
Así
ha ocurrido en cerro Maquiz, donde se localiza la ciudad romana de
Iliturgi, relacionada con las guerras púnicas. Unas obras para instalar
tuberías de riego en el olivar causaron en ella destrozos que generaron a
su vez la investigación del propietario, en cuyo domicilio descubrió la
Guardia Civil piezas presuntamente sustraídas.
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