GINEBRA.- El mundo del trabajo se puso este
viernes de acuerdo para dar luz a la primera norma internacional de
tolerancia cero a la violencia y acoso en el trabajo, sea de tipo
física, psicológica, sexual o económica, se produzca fuera o dentro del
centro laboral, de forma esporádica o repetitiva.
Más
de cuatro años de trabajos y negociaciones "difíciles, y por momentos
emotivas y tensas" -como las describieron algunos de los delegados que
participaron en ellas- fueron necesarios para llegar a un texto
aceptable para gobiernos, empleadores y sindicatos, que votaron
masivamente a su favor.
En la última jornada de la conferencia del centenario de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Convención para la
Eliminación de la Violencia y el Acoso en el Trabajo fue aprobada por
439 votos, frente a 7 en contra y 30 abstenciones, en un sistema único
en el mundo y que hace que los gobiernos solo tengan la mitad del poder
de decisión.
En el sistema tripartito de la OIT, patronales y sindicatos tienen derecho a voto, pero los del gobierno tienen doble peso.
El
nuevo instrumento jurídico cubre todas las categorías de trabajadores,
independientemente de su estatus contractual, así como a personas en
formación (incluidos aprendices y becarios), así como a aquellos cuyos
trabajos han terminado, voluntarios y personas que buscan empleo.
Su aplicación se extiende al empleo informal, que a nivel mundial representa al menos el 60 % del total.
El
convenio abarca la violencia de género y reconoce el vínculo que puede
existir entre el mundo del trabajo y este tipo de violencia.
Sin
embargo y pese a los esfuerzos de patronales y sindicatos, no se
incluyó finalmente de forma explícita a las personas LGTBI como un
colectivo especialmente vulnerable a la violencia en el trabajo, por
oposición de numerosos países.
"En favor del
compromiso se optó por una referencia genérica a los grupos vulnerables
en lugar de enumerarlos e incluir a los LGTBI, pero lo que está claro es
que todos tienen derecho a una vida laboral libre de violencia",
reconoció ante la prensa el director general de la OIT, Guy Ryder,
después de la votación.
Los negociadores también
quisieron dar un enfoque de prevención a este nuevo convenio y para ello
los Estados tendrán que identificar -en colaboración con organizaciones
empresariales y sindicatos- los sectores, ocupaciones y el tipo de
organización del trabajo que más expone a los empleados a la violencia y
al acoso.
Se ha pensado, por ejemplo, en los
nocturnos, los que se realizan de forma aislada, en los servicios
sociales y de emergencia, en hospitales, en el transporte, la educación y
el entretenimiento, así como en el trabajo doméstico.
Uno
de los temas más polémicos durante las negociaciones fue la definición
del ámbito geográfico y de las formas que podía adoptar el acoso, con
los sindicatos que promovían un enfoque más amplio que los empleadores,
quienes temían asumir responsabilidades que iban más allá de su
capacidad de acción.
El
convenio considera como lugar de posible violencia no sólo el espacio
de trabajo, sino otros entornos como donde los empleados reciben su
remuneración, hacen una pausa o comen, y los servicios sanitarios y
vestuarios.
También se incluyen situaciones como los
viajes de trabajo, las capacitaciones, los eventos sociales en relación
al mismo, los lugares de hospedaje facilitados por el empleador y el
trayecto de ida y vuelta del trabajo.
Asimismo, se reconoce que la violencia y el acoso pueden ocurrir mediante comunicaciones virtuales vinculadas al trabajo.
Ryder
dijo que ahora corresponderá a las organizaciones de empleadores y
trabajadores vigilar que los gobiernos busquen rápidamente la aprobación
del convenio en sus parlamentos para proceder a su ratificación.
Una
vez ratificada por tan solo dos países, la convención entrará en vigor y
se convertirá en la 190 que se adopta bajo los auspicios de la OIT en
sus cien años de existencia y la primera desde 2011, cuando se aprobó el
convenio para la protección de los trabajadores y trabajadoras
domésticas.
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