COLONIA.- Tanja Nickel y Katharina
Obladen todavía no iban a la universidad cuando patentaron su idea para
desinfectar los pasamanos de las escaleras mecánicas con rayos
ultravioleta.
Una década después, la pequeña empresa emergente
alemana que crearon, llamada UVIS, está teniendo un éxito mundial
gracias al coronavirus. Reciben encargos no solo para desinfectar
escaleras mecánicas, sino también carritos de la compra en los
supermercados o botones de ascensor.
"Todo el mundo quiere, y lo más rápido posible", explica Katharina, de 28 años, en el taller de la empresa, en el centro
de Colonia.
"Con la pandemia, las empresas se están dando cuenta
de que necesitan invertir en higiene, para sus empleados y para los
clientes", señala.
Alemania está levantando progresivamente las
medidas de confinamiento, y son muchos los comercios que han solicitado
los servicios de UVIS, previendo una apertura inminente.
Tanja
Nickel y Katharina Obladen son amigas desde primaria y tenían 17 y 18
años respectivamente cuando participaron en un concurso de inventores.
Preocupadas por la pandemia de gripe porcina, imaginaron una forma de eliminar los gérmenes de los lugares públicos.
Inspiradas
en la utilización de rayos ultravioleta para esterilizar el agua
potable de Nueva York, las dos amigas imaginaron una caja equipada con
lámparas de luz ultravioleta que se integraría en los pasamanos de las
escaleras mecánicas y los dejaría libres de gérmenes destruyendo su ADN.
En cuanto dejaron la universidad, ambas fundaron UVIS, en 2016, una de las pocas empresas del ramo dirigidas por mujeres.
Los
mayores fabricantes europeos de escaleras mecánicas, Thyssenkrupp,
Schindler, Otis y Kone, fueron sus primeros clientes e instalaron cajas
de rayos UV en centros comerciales, hospitales y estaciones.
Con
el nuevo coronavirus, la demanda se ha disparado. "Hemos rebasado
totalmente nuestros objetivos para 2020", declara complacida Tanja
Nickel, de 27 años, aunque declina comentar ninguna cifra.
Los pedidos llegan, sobre todo, de Europa y de Asia. La empresa envió hace poco 30 módulos a Singapur.
Instalada en el taller en el que su abuelo, electricista, solía hacer bricolaje, Obladen muestra cómo funciona la caja.
Tres
bombillas de luz azul iluminan el interior de un recipiente rectangular
de metal. Emiten rayos UVC, el más potente de los rayos ultravioleta,
muy peligroso para la piel y los ojos.
El pasamanos de la escalera mecánica, que se desliza, pasa
por dentro del dispositivo y es bañado por la potente radiación, que
mata todos los gérmenes presentes en la superficie.
Esta
caja de metal, del tamaño del brazo de un adulto, incorpora un
generador de energía que puede acoplarse a cualquier tipo de escalera
mecánica, algo que constituyó "el mayor desafío" de todos, según
Obladen.
La desinfección por rayos ultravioletas estaba muy
extendida en la industria agroalimentaria y en los hospitales antes de
que la pandemia actual la volviera a poner de actualidad.
En China, donde apareció la epidemia, se ha utilizado esa técnica para limpiar autobuses y billetes.
Recientemente,
incluso el presidente estadounidense, Donald Trump, sugirió la
utilización de rayos UV para curar a enfermos de coronavirus, lo que
causó un gran revuelo entre los profesionales médicos de todo el mundo,
pues su uso puede entrañar quemaduras y cáncer de piel.
La Organización Mundial de la Salud advirtió del peligro de las lámparas ultravioleta para la piel.
En cualquier caso, UVIS no prevé proponer nada parecido.
Frente
a la demanda, las dos socias planean aumentar la producción y extender
la oferta de su nuevo producto: espráis desinfectantes.
Entre sus clientes, también hay bancos, que usan sus
dispositivos para desinfectar los billetes y su esprái para limpiar las
pantallas de los cajeros automáticos.
"Es excitante imaginar nuevas aplicaciones para nuestra técnica", afirma, sonriendo, Katharina.
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