miércoles, 25 de abril de 2018

España en su burbuja / Sandra León *

Debatimos estos días sobre la burbuja especulativa que está disparando el alquiler de vivienda en algunas ciudades. Pero hay burbujas de otro tipo y más preocupantes. Me refiero a la forma en que conviven distintos grupos en el ámbito político, mediático y socioeconómico de este país. Comunidades herméticas replegadas en su burbuja que, en conjunto, conforman un mapa social lleno de fracturas.

La burbuja política es el efecto de un debate dominado por el relato partidista y tribal, asentado sobre la identidad de grupo —ya sea el partido, la nación o la patria— y su sesgo característico: aplaude al tuyo y culpa al otro. Son relatos impenetrables a la razón. Argumentarios impermeables ante el fracaso o la mentira.

La segunda es la burbuja de las redes sociales, el eco mediático de ese relato político. Cuando consumimos información no somos neutrales. Lo hacemos con lentes ideológicas, incorporando la evidencia que confirma nuestra visión del mundo. Por eso las redes sociales son una cámara de resonancia ideal para reafirmar los sesgos de cada uno.

La tercera es la burbuja socioeconómica. La que encapsula a los ciudadanos en realidades desiguales en la salida de la crisis. Una es la de quienes cuentan con más ingresos y formación, ahorran, creen en el esfuerzo personal y la meritocracia y se mueven en un entorno que apenas conoce el paro. Muy diferente a la de quienes llegan justos o no llegan a fin de mes, están menos formados, tienen más probabilidad de convertirse en precariado, viven en un entorno más castigado laboralmente y creen en mayor medida que el éxito depende de los contactos y la familia.

Esos dos grupos se han distanciado en el último año: los primeros llegan un poco mejor a fin de mes y los segundos un poco peor, según el CIS. Nada augura el cierre de esa brecha. Sobre todo si la inversión en educación sigue aupando a la escuela concertada frente a la pública, cristalizando el impacto de la clase social en el éxito educativo.

España es una sociedad encapsulada en sus fracturas, alimentadas por la polarización política y la desigualdad social.
 
 
(*) Politóloga
 
 
 
 

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