MADRID.- Oxfam Intermón publicó hoy nuevo informe, Pobreza Laboral: cuando trabajar no es suficiente para llegar a fin de mes, en el que analiza esta alarmante realidad que afecta a casi tres millones de personas (2.957.000) en España, pese a los avances en materia de empleo en los últimos años: subida del SMI, reforma laboral, cifras históricas de empleo y una tasa de paro que ha descendido a su nivel más bajo desde 2008.
Hoy en día, el 13,7% de las personas empleadas vive por debajo del umbral de pobreza. Al mismo tiempo, del total de personas en situación de pobreza, tres de cada diez tienen un empleo.
“Nos encontramos ante una desconcertante paradoja: hay muchas personas que se esfuerzan cada mañana en ir a trabajar y, sin embargo, esto ya no les garantiza salir de la pobreza”, afirma Alejandro García-Gil, responsable de políticas de protección social y empleo de Oxfam Intermón.
El informe revela que los sectores más golpeados por la pobreza laboral son la agricultura y el trabajo de hogar, donde tres de cada diez personas trabajadoras viven en pobreza a pesar de tener un empleo.
Sectores como la hostelería y la construcción también enfrentan este problema, afectando a dos de cada diez personas empleadas. Transversal a todos los sectores de actividad hay otro problema del mercado laboral: una de cada cuatro personas trabajadoras autónomas y de las empleadas a tiempo parcial también se encuentra en pobreza laboral.
Casi el 30% de las personas nacidas fuera de la Unión Europea están en situación de pobreza laboral, 20 puntos porcentuales más que aquellas nacidas en España, siendo el país de origen la característica demográfica que más peso tiene a la hora de explicar qué personas se ven más afectadas por la pobreza laboral. Por comunidades autónomas (regiones), Andalucía se sitúa a la cabeza de la pobreza laboral con una tasa del 19,4 %, completando el podio Extremadura (17,2 %) y Castilla – La Mancha (15,4 %).
A pesar de la creación de empleo, el sistema productivo y el modelo económico español siguen generando puestos de trabajo de baja calidad. La consecuencia es clara, según el informe de Oxfam Intermón: tener un empleo ya no garantiza llegar a fin de mes en condiciones dignas. Además, el encarecimiento de la vivienda y de los servicios básicos ha agravado aún más el problema. Los hogares en situación de pobreza laboral destinan entre el 67% y el 79% de sus ingresos al pago de la vivienda y los servicios básicos.
La protección a la infancia es fundamental en un país en el que cuatro de cada diez hogares con tres o más menores a cargo y tres de cada diez hogares monoparentales (de los cuales el 75 % tienen a una mujer como referente adulto) están en situación de pobreza laboral.
Por otro lado, seis de cada diez personas en pobreza laboral habrían querido continuar sus estudios, pero el 54% se vio obligado a abandonarlos por falta de recursos o por la necesidad de trabajar para subsistir. Este ciclo perpetúa la desigualdad, ya que quienes no acceden a una educación superior tienen más probabilidades de conseguir empleos precarios y mal remunerados.
La pobreza laboral tiene efectos devastadores y más profundos.
“Además de las implicaciones económicas, la pobreza laboral también deja una importante huella emocional: estas personas se ven obligadas a vivir para trabajar y no a trabajar para vivir; tienen que dedicar íntegramente sus sueldos a gastos básicos renunciando a cualquier forma de ocio y disfrute del tiempo libre, lo que impacta fuertemente en su salud mental. Vemos el agotamiento y la desesperanza de quienes, a pesar de tener empleo, no pueden avanzar económicamente ni disfrutar de una vida digna”, afirma García-Gil.
En este sentido, más de la mitad de los hogares en pobreza laboral (55,3%) ha tenido que renunciar en el último año a servicios de salud esenciales como tratamientos dentales, gafas o seguimiento psicológico, debido a la falta de recursos.
Oxfam Intermón propone medidas urgentes para enfrentar esta realidad y mejorar la calidad de los empleos, ofrecer una protección social más amplia y reformar el sistema de prestaciones, de modo que las familias más vulnerables no queden desprotegidas.
“No basta con crear empleo: es necesario garantizar que éste sea de calidad y que permita a las personas vivir con dignidad. Para muchos hogares, un salario no es suficiente si no viene acompañado de condiciones laborales justas, el acceso a una vivienda digna y un sistema de protección social robusto que les permita salir adelante. Detrás de cada cifra hay una historia de lucha y sacrificio. En un país que crece económicamente, es importante que este crecimiento se traduzca en mejores condiciones de vida para todas las personas”, concluye Garcia-Gil.
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