domingo, 22 de marzo de 2020

El Vaticano indicará a los obispados que «podrán elegir el formato» de sus procesiones

SEVILLA.- El Vaticano ha movido ficha y las procesiones que se han suspendido en Semana Santa podrán trasladarse de fecha, al menos dentro de un contexto. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano ha emitido un comunicado dirigido a los obispos en los que señala directrices e indicaciones para realizar los actos y cultos de la Pasión del Señor después del verano tras la suspensión de estos por la crisis sanitaria mundial del coronavirus, según avanza Abc.

Así, señala a los prelados de cada diócesis que las procesiones podrán celebrarse entre el 14 y 15 de septiembre como señala este último párrafo del documento remitido, o en cualquier otra fecha «conveniente»: «Las expresiones de piedad popular y las procesiones que enriquecen los días de la Semana Santa y del Triduo Pascual, a juicio del Obispo diocesano podrán ser trasladadas a otros días convenientes, por ejemplo, el 14 y 15 de septiembre».
Fuentes de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano apuntan a Abc que correspondería «al obispo de cada diócesis el deber y deseo de elegir cuando hacerlo, en qué modalidad o no llevarlo a efecto si así lo desea; ya sean vía crucis, magnas o procesiones con intenciones de acción de gracias» tras la pandemia que asola el mundo en estos momentos. 
Por ello, como indica el decreto en su inicio, «no sería una traslación de la Semana Santa como tal», porque la Semana Santa se celebrará igualmente en sus fechas litúrgicas, sino desarrollar de algún modo, «siempre dentro de un contexto», la piedad popular que cada año es parte esencial de la religiosidad española y que este año el virus ha arrebatado de las calles de nuestras ciudades.
Este decreto de carácter universal tiene puesta las miras en lugares donde la Semana Santa es parte primordial de la forma de entender el cristianismo, tales como España o Italia, entre otros. 
Por ello, el Vaticano da vía libre a procesiones «de cualquier formato», sugiriendo que puedan elegirse las fechas del 14 y 15 de septiembre, festividades de la Exaltación de la Santa Cruz y los Dolores de la Bienaventurada Virgen María, aunque «puedan ser trasladadas a otros días convenientes» para cada diócesis.

Las medidas del Vaticano

En este decreto se dice que «en el difícil tiempo que estamos viviendo a causa de la pandemia del COVID-19, considerando el impedimento para celebrar la liturgia comunitariamente en la iglesia según lo indicado por los obispos para los territorios para su jurisdicción, han llegado peticiones concernientes a las próximas fiestas pascuales. En este sentido, se ofrecen indicaciones generales y algunas sugerencias a los obispos».
 En el texto se establecen medidas para mantener la celebración del Triduo Pascual y de la Pascua en los días de Semana Santa donde las celebraciones podrán seguirse de forma telemática, pero siempre en directo, y suspendiendo el lavatorio de pies y la procesión con el Santísimo Sacramento del Jueves Santo, así como que la supresión el fuego y la procesión en el inicio de la vigilia pascual. Todo ello en un contexto de iglesias cerradas.
En el decreto, se señala que la Pascua es el «corazón del año litúrgico» y «no puede ser trasladada» porque «no es una fiesta como las demás», sino que se «celebra durante tres días, el Triduo Pascual, precedida por la Cuaresma y coronada por Pentecostés». 
Por ello, en cuanto a la Misa Crismal, el obispo,  «valorando el caso concreto en los diversos países, tiene la facultad para posponerla a una fecha posterior». 
El Triduo Pascual, en el lugar «donde la autoridad civil y eclesial ha establecido restricciones, los obispos darán indicaciones, de acuerdo con la Conferencia Episcopal, para que en la iglesia catedral y en las iglesias parroquiales, incluso sin la participación física de los fieles, el obispo y los párrocos celebren los misterios litúrgicos del Triduo Pascual, avisando a los fieles la hora del inicio, de modo que puedan unirse en oración desde sus propias casas».

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