Pespuntes, eso y no otra cosa es el arreglo que la secretaria general socialista Susana Díaz le ha dado al saco, antes granero, donde el PSOE almeriense guarda los pocos votos que le quedan. Un saco con tantos remiendos que pasadas las municipales comenzará a romperse por mil y un sitio tras el arreglito impuesto desde San Telmo, pasando por encima de las bases y sin importarle lo que estas opinen. Hoy por hoy ser militante carece de importancia si no es para pagar la cuota cuando los dictámenes que desde Sevilla llegan, hay que acatarlos, sí o sí.
Un grave error del que no tardando mucho Susana Díaz se arrepentirá. Mucho más teniendo en cuenta que con dicho acuerdo gran parte de la militancia, los simpatizantes y los votantes están en desacuerdo a pesar de que unos los hayan acatado por miedo a moverse y no salir en la foto y el resto, me refiero a los socialistas de a pie, porque les han impedido expresarse.
Sólo hubo que ver la cara a Joaquín Jiménez Segura durante su comparecencia antes de que el impuesto Pérez Navas tomase la palabra, para ver, que está en disconformidad con lo que entendemos Susana Díaz, ha dispuesto. Sin embargo la elegancia con la que encaró el reto y la claridad con la que Jiménez se explicó, habla mucho en su favor. Sin medias tintas dejó claro que no era una decisión suya, pero que era un hombre de partido y que acataba la imposición.
Lo sucedido corrobora lo que muchos pensamos. No hay democracia interna dentro del PSOE por más que así quieran hacérnoslo ver.
Susana Díaz se ha equivocado colocando como cabeza de lista a Pérez Navas e impidiendo que las bases se pronuncien, no les quepa duda. Tanto hablar de democracia, y miren por donde yo y muchos como yo, no la vemos. Seguramente porque al margen de las grandilocuentes palabras de la presidenta hablando de este nuevo y renovado partido, más participativo y abierto, la realidad dentro del PSOE es bien distinta. En el PSOE, la democracia brilla por su ausencia, para muestra un botón.
Consenso, integración, acuerdo; palabras repetidas hasta la saciedad que esconden bajo cada letra la mentira y el odio encarnizado de dos facciones, una de las cuales no ha soltado el cuchillo desde que la mano dura del clan cuévano cayese en desgracia y abandonase la dirección del partido. Esa y no otra es la realidad del PSOE almeriense, donde unas cuantas familias que dicen ser socialistas, manejan el partido cual caudillos, a su conveniencia, de manera dictatorial, a golpe de decreto, con insidias y confabulaciones, repartiéndose los cargos, familiares incluidos.
Estos que han gobernado el PSOE durante décadas han utilizando la táctica de “cuantos menos, mejor” como premisa, para de esta forma, controlar el partido y mantener sus intereses.
Sirva de ejemplo que de los 1.400 militantes con los que el PSOE de la capital contaba, no quedan más de 800. Eso supone que en torno al 45% de los militantes se han dado de baja, hartos, cansados, o aburridos de ver como estos iluminados deciden por ellos, viven a cuerpo de rey y utilizan sus votos para manejar un partido como si de su cortijo se tratara.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen estos santos barones que tienen como objetivo seguir viviendo del incauto militante y utilizar el PSOE en su beneficio y no en beneficio de la sociedad. Esto es algo que vienen haciendo desde hace tres décadas estos ideólogos de pacotilla, conscientes que, controlando el partido, obtienen poder y mantienen privilegios.
Y si ante los micrófonos unos y otros; guerristas y renovadores, hablan de unidad, en petit comité y por separado, ambos son conscientes de que dicha cohesión, es ficticia.
Pero, ¿a quién beneficia este acuerdo?
Desde luego al PSOE no, pero cuando hablo del PSOE, no les hablo de sus asalariados dirigentes, me refiero a los soldados del partido, esos a los que los generales utilizan y no comparten los honores. Dicho de otro modo, a los militantes, simpatizantes y votantes que verán su voto caer en saco roto.
Si les preguntamos a las dos facciones una y otra dirán que ha ganado el partido, pero, ¿realmente ha ganado?
Analicemos la situación.
Resulta evidente que los guerristas, cuyas cabezas visibles son Amate, Martínez y Bonilla, han conseguido imponer a su candidato. El acuerdo ha sido un gol por toda la escuadra en la portería de los que avalaron a Susana Díaz y ahora ella traiciona. Cabe saber si la dirección provincial del partido ha alzado la voz en Sevilla. Tengo mis dudas, más bien considero que han agachado las orejas.
Pero ¿es Susana consciente de que con un candidato como Pérez Navas las elecciones están de antemano perdidas?
Mi opinión es que sí. La razón puede estar en las encuestas que el PSOE regional maneja. Si dichas encuestas son similares a las que otros medios tratan, la alcaldía seguirá en manos de los populares. Cabe suponer entonces que pueda tratarse de una estrategia contra el candidato guerrista falto de sangre y sin carisma, que Sevilla ha colocado. Si así fuera el caramelo envenenado que con ansia ha degustado Pérez Navas, se le atragantará ya que, perdidas las elecciones a la alcaldía, Pérez Navas y los que lo sustentan serán historia.
Un grave error del que no tardando mucho Susana Díaz se arrepentirá. Mucho más teniendo en cuenta que con dicho acuerdo gran parte de la militancia, los simpatizantes y los votantes están en desacuerdo a pesar de que unos los hayan acatado por miedo a moverse y no salir en la foto y el resto, me refiero a los socialistas de a pie, porque les han impedido expresarse.
Sólo hubo que ver la cara a Joaquín Jiménez Segura durante su comparecencia antes de que el impuesto Pérez Navas tomase la palabra, para ver, que está en disconformidad con lo que entendemos Susana Díaz, ha dispuesto. Sin embargo la elegancia con la que encaró el reto y la claridad con la que Jiménez se explicó, habla mucho en su favor. Sin medias tintas dejó claro que no era una decisión suya, pero que era un hombre de partido y que acataba la imposición.
Lo sucedido corrobora lo que muchos pensamos. No hay democracia interna dentro del PSOE por más que así quieran hacérnoslo ver.
Susana Díaz se ha equivocado colocando como cabeza de lista a Pérez Navas e impidiendo que las bases se pronuncien, no les quepa duda. Tanto hablar de democracia, y miren por donde yo y muchos como yo, no la vemos. Seguramente porque al margen de las grandilocuentes palabras de la presidenta hablando de este nuevo y renovado partido, más participativo y abierto, la realidad dentro del PSOE es bien distinta. En el PSOE, la democracia brilla por su ausencia, para muestra un botón.
Consenso, integración, acuerdo; palabras repetidas hasta la saciedad que esconden bajo cada letra la mentira y el odio encarnizado de dos facciones, una de las cuales no ha soltado el cuchillo desde que la mano dura del clan cuévano cayese en desgracia y abandonase la dirección del partido. Esa y no otra es la realidad del PSOE almeriense, donde unas cuantas familias que dicen ser socialistas, manejan el partido cual caudillos, a su conveniencia, de manera dictatorial, a golpe de decreto, con insidias y confabulaciones, repartiéndose los cargos, familiares incluidos.
Estos que han gobernado el PSOE durante décadas han utilizando la táctica de “cuantos menos, mejor” como premisa, para de esta forma, controlar el partido y mantener sus intereses.
Sirva de ejemplo que de los 1.400 militantes con los que el PSOE de la capital contaba, no quedan más de 800. Eso supone que en torno al 45% de los militantes se han dado de baja, hartos, cansados, o aburridos de ver como estos iluminados deciden por ellos, viven a cuerpo de rey y utilizan sus votos para manejar un partido como si de su cortijo se tratara.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen estos santos barones que tienen como objetivo seguir viviendo del incauto militante y utilizar el PSOE en su beneficio y no en beneficio de la sociedad. Esto es algo que vienen haciendo desde hace tres décadas estos ideólogos de pacotilla, conscientes que, controlando el partido, obtienen poder y mantienen privilegios.
Y si ante los micrófonos unos y otros; guerristas y renovadores, hablan de unidad, en petit comité y por separado, ambos son conscientes de que dicha cohesión, es ficticia.
Pero, ¿a quién beneficia este acuerdo?
Desde luego al PSOE no, pero cuando hablo del PSOE, no les hablo de sus asalariados dirigentes, me refiero a los soldados del partido, esos a los que los generales utilizan y no comparten los honores. Dicho de otro modo, a los militantes, simpatizantes y votantes que verán su voto caer en saco roto.
Si les preguntamos a las dos facciones una y otra dirán que ha ganado el partido, pero, ¿realmente ha ganado?
Analicemos la situación.
Resulta evidente que los guerristas, cuyas cabezas visibles son Amate, Martínez y Bonilla, han conseguido imponer a su candidato. El acuerdo ha sido un gol por toda la escuadra en la portería de los que avalaron a Susana Díaz y ahora ella traiciona. Cabe saber si la dirección provincial del partido ha alzado la voz en Sevilla. Tengo mis dudas, más bien considero que han agachado las orejas.
Pero ¿es Susana consciente de que con un candidato como Pérez Navas las elecciones están de antemano perdidas?
Mi opinión es que sí. La razón puede estar en las encuestas que el PSOE regional maneja. Si dichas encuestas son similares a las que otros medios tratan, la alcaldía seguirá en manos de los populares. Cabe suponer entonces que pueda tratarse de una estrategia contra el candidato guerrista falto de sangre y sin carisma, que Sevilla ha colocado. Si así fuera el caramelo envenenado que con ansia ha degustado Pérez Navas, se le atragantará ya que, perdidas las elecciones a la alcaldía, Pérez Navas y los que lo sustentan serán historia.
Y los renovadores, ¿ han ganado?
Está claro que tampoco. El desprecio cometido con las bases no dejando que se pronuncien y la injusticia cometida desde Sevilla con Joaquín Jiménez, pasará factura al PSOE capitalino que, a buen seguro, podía haber obtenido con Jiménez como cabeza de lista mejores resultados. Recordemos la dura oposición que el sacrificado Jiménez ha llevado acabo como portavoz de la oposición en el Ayuntamiento, mientras Pérez Navas ha ocupado su mullido escaño en el Senado.
Una pregunta que muchos nos hacemos es ¿que pasará tras las municipales si vuelve a ganar el PP? ¿Se quedará Pérez Navas en el banquillo del salón de plenos municipal como líder de la oposición, batiéndose el cobre como hasta ahora lo ha hecho Joaquín Jiménez, o volverá a su cómodo y bien remunerado retiro en el Senado?
Yo se lo diré como si catalán fuese, “la pela es la pela”.
La pregunta que ahora me hago es ¿tomará entonces Susana Díaz la determinación de exigirle a Pérez Navas que deje el escaño en la cámara alta y se mantenga como concejal en la oposición?
Bajo mi punto de vista, está obligada. Si así fuera, tal vez entonces, con las viejas y trasnochadas glorias socialistas fuera de la política provincial, se vea, por fin, la tan manida y cacareada regeneración del PSOE almeriense.
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