domingo, 15 de diciembre de 2024

El maniqueísmo en la comunicación en la política española y los paralelismos con Goebbels / Albert Mesa Rey *


Uno de los principios clave de la propaganda desarrollados por Joseph Goebbels fue la creación de una visión maniquea del mundo: una división clara entre «nosotros«, como los portadores de la verdad y el bien, y «ellos«, como los responsables de todos los males. Este enfoque permitía movilizar emociones, generar lealtad ciega y deslegitimar cualquier forma de oposición.

En la comunicación del gobierno de Pedro Sánchez, pueden observarse ciertos paralelismos adaptados al contexto democrático actual. Por ejemplo, la presentación del Ejecutivo como el baluarte del progreso y la igualdad frente a una oposición vinculada al retroceso y la amenaza a la democracia refleja esta dicotomía. 

De manera similar, el uso constante de etiquetas como «negacionistas«, «retrógrados» o «extrema derecha» recuerda el principio de simplificación y la necesidad de crear enemigos claros para fortalecer una narrativa dominante.

Aunque en una democracia pluralista estas estrategias tienen limitaciones y contrapesos, el análisis de su uso ilustra cómo las técnicas propagandísticas de Goebbels siguen siendo una herramienta eficaz para influir en la opinión pública, especialmente en tiempos de alta polarización.

¿Quién era Joseph Goebbels?

Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda e Ilustración Pública del Tercer Reich, fue una figura clave en la maquinaria de comunicación nazi. Su enfoque sistemático y manipulado de la información estableció principios que hoy son analizados como herramientas de control y manipulación de masas. 

Aunque sus métodos estén asociados a uno de los periodos más oscuros de la historia, su estudio es crucial para entender los riesgos y las implicancias de la desinformación.

A continuación, exploraremos los principios clave de la propaganda según Goebbels y los vamos a comparar con la comunicación del gobierno de Pedro Sánchez y el Equipo Nacional de Opinión sincronizada, basándonos en diversas fuentes que analizan sus discursos, prácticas y estrategias:

1.- La simplificación y el enemigo único

Uno de los principios fundamentales de la propaganda de Goebbels es reducir asuntos complejos a ideas simples y fácilmente comprensibles. Esto incluye la identificación de un enemigo claro y único, al que se le atribuyen todos los problemas.

En el contexto nazi, este enemigo fue el pueblo judío, al que se culpó de las dificultades económicas y sociales de Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Al simplificar el discurso, se fomentaba una narrativa clara y emocionalmente poderosa que era fácil de propagar.

En las comunicaciones del gobierno de Pedro Sánchez, se ha señalado una tendencia a simplificar el discurso político, presentando a la oposición o ciertos sectores como responsables de bloqueos o retrocesos. Por ejemplo, en temas como la reforma laboral o la gestión de los fondos europeos, se ha destacado cómo el gobierno atribuye a la derecha (principalmente al Partido Popular y Vox) la resistencia al progreso o el uso del miedo como arma política.

2.- La orquestación

Goebbels enfatizaba la necesidad de repetir constantemente los mensajes clave. Este principio, conocido como «orquestación«, se basa en la idea de que la repetición constante convierte una mentira en verdad, o al menos en una percepción aceptada por el público.

Ejemplo: las proclamas antisemitas eran promovidas a través de todos los canales posibles: radio, prensa, cine y eventos públicos, creando una atmósfera de adoctrinamiento constante.

La utilización de mensajes clave repetidos a través de diferentes plataformas mediáticas es una práctica habitual. Ejemplos incluyen frases como «gobierno progresista», «avanzar sin dejar a nadie atrás» o «reconstrucción social y económica». Estos lemas son reiterados en discursos, redes sociales y ruedas de prensa, generando una narrativa coherente que refuerza la imagen de un gobierno comprometido con el bienestar social.

3.-El principio de transposición

Este principio consiste en acusar al enemigo de aquello que uno mismo está haciendo. De esta manera, se desvía la atención de las acciones propias y se deslegitima a la oposición. Por ejemplo, mientras el régimen nazi perseguía a minorías, acusaba a los judíos de conspirar contra la sociedad alemana.

En ocasiones, el gobierno ha acusado a la oposición de polarizar o generar crispación, mientras sectores críticos señalan que ciertas declaraciones oficiales también pueden ser interpretadas como divisivas. Por ejemplo, atribuir continuamente a «la derecha» la falta de avances o tildar de «negacionistas» a críticos de ciertas políticas puede encajar en este principio.

4.- La exageración y desfiguración

Goebbels sabía que los mensajes extremos y emocionales tenían más impacto que aquellos racionales. Por ello, la propaganda nazi exageraba las amenazas que representaban los judíos, comunistas y otros grupos, presentándolos como peligros existenciales para Alemania.

Esta exageración también se utilizaba en la glorificación del régimen, presentando a Hitler como un salvador casi divino.

La comunicación política de cualquier gobierno tiende a magnificar los éxitos y minimizar los fracasos. En el caso del gobierno de Sánchez, se ha visto en la presentación de logros como la vacunación masiva contra la COVID-19 o la aprobación de leyes como la de igualdad salarial. Sin embargo, críticos argumentan que también se han exagerado las consecuencias de no apoyar determinadas medidas, como los presupuestos generales o ciertas reformas.

5.- La vulgarización

Para llegar a las masas, los mensajes propagandísticos debían ser simples y accesibles. Goebbels sostenía que los discursos debían estar dirigidos a los niveles más bajos de comprensión, ya que las emociones eran más efectivas que los argumentos racionales.

Los mensajes del gobierno están diseñados para ser comprensibles y apelan a la emoción más que al razonamiento complejo. Por ejemplo, el enfoque en frases como «la gente» frente a «los poderosos» busca conectar emocionalmente con los ciudadanos y generar una narrativa inclusiva y popular

6.- El principio de unanimidad

La propaganda buscaba crear la impresión de que todos compartían la misma opinión. Esto se lograba mediante la censura de voces disidentes y la saturación del espacio público con mensajes del régimen. Al dar una apariencia de consenso, se reforzaba la idea de que las ideas del partido nazi eran indiscutibles.

A través de la utilización de portavoces coordinados y la distribución de mensajes comunes en redes sociales y medios afines, el gobierno busca proyectar una sensación de cohesión. Esta estrategia, que no es exclusiva del gobierno actual, también se refuerza con la censura o descalificación de opiniones disidentes dentro del partido o de aliados críticos.

7.- El principio de la renovación constante

Para mantener el interés del público, la propaganda necesitaba actualizarse regularmente con nuevos eventos, historias o enemigos. Esto permitía que las masas permanecieran involucradas y emocionalmente conectadas con los mensajes del régimen.

En el contexto del gobierno de Pedro Sánchez, este principio puede observarse en la manera en que se introducen constantemente nuevos temas en la agenda pública. Las iniciativas y mensajes suelen ser presentados en un flujo ininterrumpido, asegurando que la atención mediática y social se enfoque en los logros del Ejecutivo o en los desafíos que enfrenta. 

Por ejemplo: Leyes progresistas: Tras aprobar una reforma laboral, se introduce una nueva legislación, como las relacionadas con la igualdad de género o el cambio climático, asegurando una narrativa constante de avance y actividad. 

Gestión de crisis: Temas como la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania, la inflación o los fondos europeos se presentan como retos inmediatos a superar, manteniendo la percepción de un gobierno dinámico y activo.

Una frase atribuida a Marco Tulio Cicerón decía: «Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes» Muchas veces los clásicos eran clarividentes o quizás es que no aprendemos de la historia y hacemos válido el aforismo de Ruiz de Santayana: 

«Quienes no pueden recordar su Historia están condenados a repetirla»

8.- El principio de la accesibilidad y monopolio mediático

Goebbels entendía que para que la propaganda fuera efectiva, debía ser omnipresente. La maquinaria nazi aseguró el control absoluto de los medios de comunicación, desde los periódicos hasta la radio, garantizando que ningún mensaje alternativo pudiera competir con el suyo.

Aunque España es una democracia con pluralidad mediática, se han levantado críticas sobre el control de los mensajes oficiales en TVE y otros medios públicos. También se ha cuestionado la utilización de subvenciones a ciertos medios, lo que podría influir en la cobertura favorable al gobierno.

9.- El principio de la verdad adaptada

Aunque Goebbels es conocido por la frase «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad», también entendía que la propaganda necesitaba contener elementos de verdad para ser creíble. Al manipular y adaptar hechos reales, el régimen podía construir narrativas más persuasivas.

Los datos o hechos suelen ser presentados de forma que respalden la narrativa oficial. Por ejemplo, en cuestiones económicas, se destacan cifras favorables (como el crecimiento del PIB o la creación de empleo) mientras se resta importancia a los indicadores negativos (como la inflación o el endeudamiento).

10.- Apelar a las emociones, no a la razón

La propaganda nazi evitaba los argumentos lógicos y en su lugar buscaba conmover y movilizar a las masas a través del miedo, la esperanza, el orgullo y el odio. Las emociones intensas creaban una conexión personal con los mensajes del régimen, facilitando su aceptación.

El gobierno utiliza un lenguaje que apela al orgullo, la esperanza o el miedo. Ejemplo de ello es el discurso sobre la lucha contra el cambio climático, presentado como una responsabilidad histórica, o el uso del miedo a la «extrema derecha» como amenaza para movilizar a su base electoral.

11.- Crear una visión maniquea del mundo

Para Goebbels, la realidad debía presentarse como una lucha entre el bien y el mal, donde el régimen nazi representaba la salvación y sus enemigos eran una amenaza absoluta. Este enfoque simplificaba los conflictos y generaba un fuerte sentido de lealtad y urgencia.

En el gobierno de Pedro Sánchez, podemos identificar ciertos ejemplos que podrían alinearse con este principio: Polarización entre «Progreso» y «Retroceso», Contraste entre «Gobierno de la gente» y «Poderosos», La democracia frente a la extrema derecha, Crisis climática: «Responsables» frente a «Negacionistas…

Las implicaciones de crear una visión maniquea del mundo pueden ser efectivo para movilizar a las bases y generar apoyo emocional, pero también tiene riesgos: Simplificación excesiva: Ignora las complejidades y matices de los problemas sociales y políticos. 

Fomentar divisiones: Profundiza la polarización al deslegitimar a la oposición como una amenaza moral. Reducción del debate: Reemplaza el diálogo crítico por eslóganes y consignas.

Conclusión

Los principios de la propaganda de Joseph Goebbels representan una peligrosa muestra de cómo las herramientas de comunicación pueden ser manipuladas para servir a fines autoritarios y destructivos.

 Si bien estas estrategias fueron utilizadas con fines nefastos, su estudio es esencial para entender los riesgos inherentes a la manipulación de la información en cualquier época. 

Reconocer estas técnicas en el mundo actual es vital para fomentar una sociedad informada y crítica frente a los intentos de desinformación y control.

Es importante reconocer que el uso de herramientas de comunicación no es exclusivo del gobierno de Pedro Sánchez, ni mucho menos comparable en su totalidad a los principios extremos de Goebbels. 

Sin embargo, el análisis de estas técnicas puede ser útil para entender cómo los gobiernos modernos buscan influir en la opinión pública. La diferencia fundamental radica en el contexto: mientras que Goebbels operaba en un Estado totalitario con control absoluto de los medios, en democracias como la española, existe pluralismo informativo, contrapesos institucionales y libertad de expresión. 

No obstante, el escrutinio crítico sigue siendo esencial para proteger la salud del debate público y garantizar que las narrativas oficiales no monopolicen la verdad. Una vez más, gracias por leerme.

 

(*) Escritor y divulgador

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