Sus autores, investigadores y profesores de la escuela de negocios Booth de la Universidad de Chicago, han medido la variación de 40 valores relacionados con la libertad, la religión, la educación, la obediencia o la igualdad de oportunidades en 76 países en estos últimos 40 años y han encontrado evidencia de que tienden a la divergencia y también de que los países occidentales de altos ingresos cada vez se están volviendo más distintos culturalmente de otras regiones del mundo, según recoge La Vanguardia.
“Nuestro estudio no puede identificar la causa determinante de esa divergencia en los valores aceptados en distintas partes del mundo, pero parece que un factor clave ha sido el efecto desigual de la riqueza sobre los valores sociales”, explica en una entrevista por correo electrónico Joshua C. Jackson, primer autor de la investigación.
Y apunta que en los países europeos y norteamericanos, el aumento de la riqueza ha dado lugar a valores más emancipadores, que son los relacionados con la autonomía personal, la libertad de elección de estilos de vida y la igualdad. Pero en otras regiones, la mejora económica no ha ido acompañada de esos cambios, con lo que el distanciamiento cultural se ha agrandado.
En su artículo mencionan como, por ejemplo, el aumento de la renta per cápita en Hong Kong y Canadá entre el 2000 y el 2020 fue similar y, sin embargo, la aceptación de la homosexualidad creció a un ritmo mucho más rápido en el país norteamericano, donde sin embargo cayó la preocupación por el trabajo infantil, un valor que ganó relevancia en Hong Kong.
Según el estudio, el aumento de la divergencia se observa más en los valores denominados “emancipativos” (vinculados a la libertad de estilos de vida) que en los “sagrados” o tradicionales. En concreto, los valores con puntuaciones más altas de divergencia entre países son la aceptación de la homosexualidad, de la eutanasia, la importancia de la obediencia de los niños, la aceptación del divorcio, de la prostitución, del suicidio o del aborto.
Por contra, aquellos sobre los que hay más unanimidad en todas las culturas son la necesidad de poner más énfasis en la tecnología en el futuro, el considerar la responsabilidad como una cualidad infantil importante, el mejorar el respeto a la autoridad o el darle menor importancia al trabajo.
La diferencia en los valores emancipativos está agrandando la distancia entre las sociedades occidentales y no occidentales. Los autores del artículo lo ejemplifican contraponiendo los casos de Australia y Pakistán.
La primera vez que los australianos fueron encuestados en la WVS, el 39% de los participantes calificaron la obediencia como una cualidad importante en los niños y el divorcio como más injustificable que justificable. Y las respuestas de los pakistaníes en ese momento no fueron tan diferentes: el 32% valoraba la obediencia infantil como importante y el divorcio se consideraba más injustificable que justificable. En cambio, la última vez que fueron encuestados, solo el 18% de los australianos, frente al 49% de los paquistaníes, citaban la obediencia como cualidad importante en los niños y veían el divorcio mayoritariamente justificable mientras que los paquistaníes no.
Paralelamente a este distanciamiento sociocultural a nivel mundial, Jackson explica que han observado que la proximidad geográfica se correlaciona con una mayor similitud de valores. “Es un fenómeno independiente; observamos una divergencia mundial de valores acompañada de un realineamiento de valores a lo largo de líneas regionales y religiosas, lo que es consistente con la tesis de las civilizaciones de Huntington y trabajos más recientes sobre aumentos en el regionalismo geopolítico desde la macroeconomía”, comentan el investigador.
Y subraya el impacto que esta constatación tiene tanto para los gobiernos como para las empresas, puesto que los valores sociales determinan la legislación, el clima económico y los conflictos internacionales.
“Para las empresas multinacionales esto significa que tendrán que adaptar sus productos y marcas a unos mercados cada vez más polarizados culturalmente; para los ciudadanos de a pie, esto significa que las diferencias culturales no van a desaparecer y que la gente de los distintos países mantendrá perspectivas diferentes sobre cuestiones sociales y morales”, ejemplifica Jackson.
En su artículo, destaca cómo esta divergencia también tiene implicaciones sobre la polarización política. “Rusia ha enmarcado la guerra en Ucrania como una guerra contra los valores occidentales; los políticos chinos hablan en contra de países que promueven el concepto y sistema de democracia y derechos humanos occidentales; y las encuestas de opinión pública encuentran actitudes cada vez más hostiles hacia los países occidentales en el Medio Oriente, Asia y África”, ejemplifican los investigadores.
En esta línea, comentan que "los sujetos WEIRD (personas de países occidentales, educados, industrializados, ricos y democráticos) se han vuelto peculiares, al menos en sus valores sociales y morales; tienen rasgos psicológicos que difieren del resto del mundo".
Otras sociedades evolucionadas no comparten los valores occidentales
El sociólogo e investigador del CSIC Luis Miller considera que el estudio de la Universidad de Chicago tiene interés porque nunca antes se habían analizado tantos datos sobre la evolución de los valores en el mundo y porque sus conclusiones sugieren que el avance de las libertades individuales no depende sólo del desarrollo económico, sino que también tiene que ver con la trayectoria histórica y religiosa de los países y de la zona geográfica donde se ubican.
Y confirma que, contrariamente a lo que parecía tras la caída del muro de Berlín, no nos dirigimos hacia un mundo globalizado y homogéneo ni el occidental es el único modelo de desarrollo económico y social. De hecho, dice Miller, los valores han evolucionado de forma tan distinta en Europa y Estados Unidos respecto al resto que cuando los estudios, en cualquier disciplina científica, se basan en población europea o norteamericana habrían de tener presente que son una muestra pequeña y "rara" (no representativa) en el mundo.
“Hoy vemos que hay otras sociedades que han evolucionado, que han reducido la pobreza, que su población tiene acceso a más recursos y que, no obstante, no comparten los valores occidentales. Países del Golfo o China están en el circuito internacional de competencia por captar talento y fuerza de trabajo, son alternativas al modelo occidental”, enfatiza.
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