Es más, el papa Francisco destinó a Gómez Cantero primero como coadjutor y, posteriormente como obispo de pleno derecho, precisamente para, entre otras cosas, sanear las cuentas almerienses.
González Montes se despacha en estos términos en una entrevista al Diario de Almería en un ataque público sin precedentes en la Iglesia española. “Me parece una mala idea, y me crea, como a la mayoría del clero y de los diocesanos gran preocupación”, sostiene sobre la decisión de vender el seminario, convencido de que “la deuda se rebaja escalonadamente por sí misma, ya que los créditos van amortizándose”.
Con similar argumentario, en la entrevista sale al paso a la situación de bancarrota que dejó a su sucesor, Antonio Gómez Cantero. Así, repasa alguna de las obras que emprendió como rehabilitar el Seminario, la Casa de Espiritualidad o refundar el colegio San Ildefonso.
Sobre la deuda, González Montes sostiene que “las diócesis tienen crédito, son bastantes las diócesis que tienen deuda de crédito semejante”. Según él mismo relata, “en diciembre de 2021, el Obispado no llegaba a los 7,5 millones en crédito, el resto hasta 22,66 millones eran créditos de parroquias y del Colegio de san Ildefonso, que, por cierto, tiene capacidad de financiación”.
Es más, deja caer que “se ha engordado la deuda indebidamente, incluyendo en ella el gasto de algunos fondos de ahorro o inversión”.
Lo cierto es que, al dejar su cargo después de 19 años de pastoreo, la deuda total de la diócesis de Almería ascendía a 28,6 millones de euros, según las principales conclusiones del diagnóstico financiero realizado por Deloitte a petición de la Conferencia Episcopal Española centrado en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2010 y el 31 de diciembre de 2021.
En la entrevista, a González Montes también se le pregunta por la reforma del palacio episcopal, en la que, lejos de incluir el escudo diocesano, se utilizó su escudo episcopal personal. El obispo emérito dice que “el escudo lo decidieron mis vicarios y el jefe de obras y, aunque expresé mi reticencia, es una práctica común y nada ostentosa”.
En su intervención no niega que no facilitara el relevo en la diócesis andaluza, sino que desvía su reflexión con un dardo: “¿Quiénes son los que lo dicen? Seguro que los mismos que han creado un relato de hechos que no son ciertos y que por lo que veo muchos han creído, ya que usted así me lo dice”.
“Hay que preguntarse siempre a quién aprovecha el relato, para saber qué fin persigue”, apostilla justo después.
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