BERLÍN.- Un nuevo estudio ha
descubierto que, debido a la actividad del tráfico aéreo, el impacto
climático de las estelas de los aviones será aún más significativo en el
futuro, de modo que en 2050 se habrá triplicado.
En
las condiciones adecuadas, las estelas de los aviones pueden permanecer
en el cielo como la estela de los cirros, nubes de hielo que pueden
atrapar el calor dentro de la atmósfera terrestre. Su impacto climático
ha sido descuidado en gran medida en los esquemas globales para
compensar las emisiones de la aviación, a pesar de que contribuyen más
al calentamiento de la atmósfera que todo el CO2 emitido por los aviones desde el inicio de la aviación.
Las estelas cambian la nubosidad global, lo que crea un desequilibrio en el presupuesto de radiación de la Tierra, denominado "forzamiento radiativo", que provoca el calentamiento del planeta. Cuanto mayor sea este forzamiento radiativo, más significativo será el impacto climático. En 2005, el tráfico aéreo representó alrededor del 5% de todo el forzamiento radiativo antropogénico, con la estela de cirro como el mayor contribuyente al impacto climático de la aviación.
"Es importante reconocer el impacto significativo de las emisiones que no son de CO2 (como la estela de condensación) sobre el clima y tener en cuenta esos efectos al establecer sistemas de comercio de emisiones o esquemas como el acuerdo de Corsia", advierte Lisa Bock, investigadora de DLR, el Centro Aeroespacial Alemán, y autora principal del nuevo estudio. Corsia, el esquema de la ONU para compensar las emisiones de carbono del tráfico aéreo a partir de 2020, ignora los impactos de la aviación en el clima que no son CO2.
Pero el nuevo estudio, publicado en la revista 'Atmospheric Chemistry and Physics', de la Unión Europea de Geociencias (EGU, por sus siglas en inglés), muestra que estos impactos climáticos no relacionados con el CO2 no pueden pasarse por alto. Bock y su colega Ulrike Burkhardt estiman que el forzamiento radiativo de la estela de cirro será 3 veces mayor en 2050 que en 2006. Se prevé que este aumento será más rápido que el aumento del forzamiento radiativo del CO2, ya que las medidas de eficiencia de combustible esperadas reducirán las emisiones de CO2.
El aumento del forzamiento radiativo de la estela del cirro se debe al crecimiento del tráfico aéreo, que se espera que sea 4 veces mayor en 2050 en comparación con los niveles de 2006, y un ligero cambio de las rutas de vuelo a altitudes más altas, lo que favorece la formación de estelas en los trópicos. El impacto en el clima debido a las estelas será más fuerte en América del Norte y Europa, las áreas de tráfico aéreo más concurridas del mundo, pero también aumentará significativamente en Asia.
"El principal impacto de las estelas es el calentamiento de la atmósfera superior en los niveles de tráfico aéreo y la nubosidad natural cambiante. No está claro cómo de grande es su impacto en la temperatura de la superficie y posiblemente en la precipitación debido a las modificaciones de las nubes", apunta Burkhardt.
"Todavía existen algunas incertidumbres con respecto al impacto climático general de las estelas de cirro y, en particular, su impacto en las temperaturas de la superficie, ya que los mismos y los efectos sobre la superficie son temas de investigación en curso. Pero está claro que calientan la atmósfera", agrega Bock.
Emisiones de aviones más limpias resolverían parte del problema resaltado en el estudio. La reducción del número de partículas de hollín emitidas por los motores de los aviones disminuye el número de cristales de hielo en las estelas, lo que a su vez reduce el impacto climático de la estela. Sin embargo, "se necesitan reducciones mayores que la reducción proyectada del 50% en el número de hollín --explica Burkhardt--. Incluso las reducciones del 90% probablemente no serían suficientes para limitar el impacto climático de la estela de cirro a los niveles de 2006".
Otro método de mitigación que se discute a menudo es el desvío de vuelos para evitar regiones particularmente sensibles a los efectos de la formación de estelas. Sin embargo, Bock y Burkhardt advierten sobre la aplicación de medidas para reducir el impacto climático de la estela de cirro con corta duración que podría resultar en un aumento de las emisiones de CO2 de larga duración, en particular dadas las incertidumbres en la estimación del impacto climático de la la estela de cirro.
A su juicio, las medidas para reducir las emisiones de hollín serían preferibles para minimizar el forzamiento radiativo general del tráfico aéreo futuro, ya que no implican un aumento de las emisiones de CO2. "Esto permitiría a la aviación internacional apoyar de manera efectiva las medidas para lograr los objetivos climáticos de París", concluye Burkhardt.
Las estelas cambian la nubosidad global, lo que crea un desequilibrio en el presupuesto de radiación de la Tierra, denominado "forzamiento radiativo", que provoca el calentamiento del planeta. Cuanto mayor sea este forzamiento radiativo, más significativo será el impacto climático. En 2005, el tráfico aéreo representó alrededor del 5% de todo el forzamiento radiativo antropogénico, con la estela de cirro como el mayor contribuyente al impacto climático de la aviación.
"Es importante reconocer el impacto significativo de las emisiones que no son de CO2 (como la estela de condensación) sobre el clima y tener en cuenta esos efectos al establecer sistemas de comercio de emisiones o esquemas como el acuerdo de Corsia", advierte Lisa Bock, investigadora de DLR, el Centro Aeroespacial Alemán, y autora principal del nuevo estudio. Corsia, el esquema de la ONU para compensar las emisiones de carbono del tráfico aéreo a partir de 2020, ignora los impactos de la aviación en el clima que no son CO2.
Pero el nuevo estudio, publicado en la revista 'Atmospheric Chemistry and Physics', de la Unión Europea de Geociencias (EGU, por sus siglas en inglés), muestra que estos impactos climáticos no relacionados con el CO2 no pueden pasarse por alto. Bock y su colega Ulrike Burkhardt estiman que el forzamiento radiativo de la estela de cirro será 3 veces mayor en 2050 que en 2006. Se prevé que este aumento será más rápido que el aumento del forzamiento radiativo del CO2, ya que las medidas de eficiencia de combustible esperadas reducirán las emisiones de CO2.
El aumento del forzamiento radiativo de la estela del cirro se debe al crecimiento del tráfico aéreo, que se espera que sea 4 veces mayor en 2050 en comparación con los niveles de 2006, y un ligero cambio de las rutas de vuelo a altitudes más altas, lo que favorece la formación de estelas en los trópicos. El impacto en el clima debido a las estelas será más fuerte en América del Norte y Europa, las áreas de tráfico aéreo más concurridas del mundo, pero también aumentará significativamente en Asia.
"El principal impacto de las estelas es el calentamiento de la atmósfera superior en los niveles de tráfico aéreo y la nubosidad natural cambiante. No está claro cómo de grande es su impacto en la temperatura de la superficie y posiblemente en la precipitación debido a las modificaciones de las nubes", apunta Burkhardt.
"Todavía existen algunas incertidumbres con respecto al impacto climático general de las estelas de cirro y, en particular, su impacto en las temperaturas de la superficie, ya que los mismos y los efectos sobre la superficie son temas de investigación en curso. Pero está claro que calientan la atmósfera", agrega Bock.
Emisiones de aviones más limpias resolverían parte del problema resaltado en el estudio. La reducción del número de partículas de hollín emitidas por los motores de los aviones disminuye el número de cristales de hielo en las estelas, lo que a su vez reduce el impacto climático de la estela. Sin embargo, "se necesitan reducciones mayores que la reducción proyectada del 50% en el número de hollín --explica Burkhardt--. Incluso las reducciones del 90% probablemente no serían suficientes para limitar el impacto climático de la estela de cirro a los niveles de 2006".
Otro método de mitigación que se discute a menudo es el desvío de vuelos para evitar regiones particularmente sensibles a los efectos de la formación de estelas. Sin embargo, Bock y Burkhardt advierten sobre la aplicación de medidas para reducir el impacto climático de la estela de cirro con corta duración que podría resultar en un aumento de las emisiones de CO2 de larga duración, en particular dadas las incertidumbres en la estimación del impacto climático de la la estela de cirro.
A su juicio, las medidas para reducir las emisiones de hollín serían preferibles para minimizar el forzamiento radiativo general del tráfico aéreo futuro, ya que no implican un aumento de las emisiones de CO2. "Esto permitiría a la aviación internacional apoyar de manera efectiva las medidas para lograr los objetivos climáticos de París", concluye Burkhardt.
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