MADRID.- El Rey ha advertido esta noche en su Mensaje de Navidad que Cataluña no puede retomar el camino del enfrentamiento y la exclusión tras la celebración de las elecciones autonómicas el pasado jueves, y ha instado a recuperar la serenidad y el respeto mutuo. En su cuarto discurso de Navidad, Don Felipe ha agregado que cualquier ciudadano puede defender libre y democráticamente sus opiniones, «pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás».
El Monarca, que ha
transmitido su Mensaje desde el salón de Audiencias del Palacio de La
Zarzuela, también ha destacado el compromiso de los españoles con su
nación y, aunque no ha hecho mención expresa a la presencia de las banderas en los balcones de
decenas de miles de hogares, ha subrayado el arraigo de los principios
democráticos y los valores cívicos, más allá «de lo que nos podíamos
imaginar».
Don
Felipe ha hecho balance de los últimos 40 años de
democracia y calificó esta etapa como «la historia de un gran triunfo de
todos los españoles», aunque ha reconocido que «no todo han sido
aciertos» y pidió el «compromiso de toda la sociedad» para «corregir»
situaciones complejas.
Además de dedicar gran parte de su discurso a España y a la situación en Cataluña, el Jefe del Estado también ha aludido a otros problemas de los ciudadanos, como el paro y la desigualdad social, el terrorismo yihadista, la corrupción, la Unión Europea, el cambio climático y la violencia de género.
Texto íntegro del Mensaje
A continuación, se reproduce el texto íntegro del Mensaje de Navidad del Rey:
«Me
dirijo a todos vosotros para felicitaros la Navidad y transmitiros
junto a la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía nuestros
mejores deseos para el año 2018. Y os agradezco que en esta noche de
encuentro de familias y de seres queridos, me permitáis acompañaros unos
minutos para compartir con vosotros algunas reflexiones cuando estamos
ya a punto de terminar el año.
Compromiso con España
2017
ha sido en España, sin duda, un año difícil para nuestra vida en común;
un año marcado, sobre todo, por la situación en Cataluña, a la que
luego me referiré. Pero también ha sido un año en el que hemos
comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero de los españoles
con la España democrática
que juntos hemos construido. Porque a lo largo de los últimos 40 años,
hemos conseguido hacer realidad un país nuevo y moderno, un país entre
los más avanzados del mundo.
Balance de cuarenta años
Hemos
asentado definitivamente la democracia, incluso superando hace décadas
un intento de involución de nuestras libertades y derechos. Somos una
parte esencial de una Unión Europea con la que compartimos objetivos y
una misma visión del mundo. Frente al terrorismo hemos conseguido hacer
prevalecer la vida, la dignidad y la libertad de las personas con la
fuerza de nuestras convicciones democráticas. Y hemos llevado a cabo, en
fin, la transformación más profunda de nuestra historia en muchos
ámbitos de nuestra vida: en educación y en cultura, en sanidad y en
servicios sociales, en infraestructuras y en comunicaciones, o en
defensa y seguridad ciudadana.
En definitiva, a lo largo de todos
estos años de convivencia democrática, los derechos y libertades, el
progreso y la modernización de España, y también su proyección y
relevancia internacional, han ido de la mano. Y todo ese gran cambio,
todo ese gran salto sin precedentes en nuestra historia, ha sido posible
gracias a una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una
España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y
nuestra diversidad, con un espíritu integrador; una España inspirada en una irrenunciable voluntad de concordia.
En
el camino que hemos recorrido, desde luego, hay que reconocer que no
todo han sido aciertos; que persisten situaciones difíciles y complejas
que hay que corregir, y que requieren de un compromiso de toda la
sociedad para superarlas.
La historia de un triunfo
A
pesar de todo ello, el balance tan positivo de todos estos años es
innegable. Tenemos que apreciarlo y valorarlo. Merece la pena y nos lo
merecemos como país y como sociedad. Porque la historia de la España que
juntos hemos construido es la historia de un gran triunfo
de todos los españoles. Una España a la que no debemos renunciar, que
debe ilusionar y motivarnos, y que debemos seguir construyendo,
mejorándola, actualizándola, sobre la base sólida de los principios
democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo que
fundamentan nuestra convivencia.
Unos principios y valores que,
como hemos comprobado incluso en este año 2017, están profundamente
arraigados en nuestra sociedad, en la vida diaria de nuestros
ciudadanos, y tienen raíces muy hondas en las conciencias y en los
sentimientos de los españoles. Mucho más de lo que nos podíamos
imaginar.
Una democracia madura
España
es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar,
defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus
ideas; pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los
demás.
Respetar
y preservar los principios y valores de nuestro Estado social y
democrático de Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia
que asegure «la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo
político», tal y como señala nuestra Constitución. Porque cuando estos
principios básicos se quiebran, la convivencia primero se deteriora y
luego se hace inviable.
Elecciones catalanas
Hace
unos días, los ciudadanos de Cataluña han votado para elegir a sus
representantes en el Parlament, que ahora deben afrontar los problemas
que afectan a todos los catalanes, respetando la pluralidad y pensando
con responsabilidad en el bien común de todos. El camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o a la exclusión,
que -como sabemos ya- solo generan discordia, incertidumbre, desánimo y
empobrecimiento moral, cívico y -por supuesto- económico de toda una
sociedad.
Un camino que, en cambio, sí debe conducir a que la
convivencia en el seno de la sociedad catalana -tan diversa y plural
como es- recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo;
de manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y a los
amigos. Un camino que debe conducir también a que renazca la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Cataluña;
y a que se afirmen los valores que la han caracterizado siempre en su
propia personalidad y le han dado los mejores momentos de su historia:
su capacidad de liderazgo y de esfuerzo, su espíritu creativo y vocación
de apertura, su voluntad de compromiso, y su sentido de la
responsabilidad.
El paro y la desigualdad
Pero
superar los problemas de convivencia que ha generado esta situación no
nos puede hacer olvidar, por supuesto, otras serias preocupaciones y
desafíos de la sociedad española, que también condicionan nuestro futuro
y a los que me voy a referir muy brevemente: nuestra economía y el
empleo han mejorado sustancialmente, pero la creación de puestos de
trabajo estables tiene que ser siempre un objetivo esencial y
prioritario. Como igualmente no puede caer en el olvido la obligación y
la responsabilidad de afrontar la desigualdad y las diferencias
sociales,
sobre todo tras las consecuencias generadas por la reciente crisis
económica, que tanto daño ha hecho a no pocas familias, y ha afectado
tanto al futuro de muchos jóvenes.
Terrorismo
El
terrorismo yihadista sigue siendo una amenaza mundial y este año
nosotros lo hemos sufrido directamente en Barcelona y Cambrils. Los
españoles sabemos muy bien que solo desde la unidad democrática, la
firmeza del Estado de Derecho, y la eficacia de la cooperación
internacional, podremos vencerlo y derrotarlo. Y así lo haremos,
teniendo siempre muy presentes el recuerdo y el respeto permanente a sus
víctimas.
Corrupción
La
corrupción se mantiene también como una de las principales
preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las
medidas necesarias para su completa erradicación y que los ciudadanos
puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero
público.
Europa
Por otra parte somos Europa,
y Europa se encuentra en estos momentos en una encrucijada histórica.
España debe recuperar su protagonismo en un proyecto europeo que ahora
requiere una mayor vitalidad e impulso. Europa -y España con ella- tiene
que hacer frente a unos retos que son globales y ante los que no cabe
la debilidad o la división sino la fortaleza de la unión.
Cambio climático
La
defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático no son
problemas menores ni secundarios por la dimensión y los riesgos que
acarrean y que ya estamos sufriendo.
Debemos ser muy conscientes de ello, e implicarnos todos mucho más. Y
España debe mantenerse firme en sus compromisos ante un problema que
afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales,
sino verdaderamente urgentes.
Violencia de género
Tenemos
otras muchas preocupaciones -desde luego- pero esta noche no quiero
olvidarme de las mujeres que, en un silencio tantas veces impuesto por
el miedo, sufren la violencia de género. Una lacra inadmisible que nos
hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna.
Mantengamos la firmeza y el apoyo político para ayudar y defender a las
víctimas y concienciemos a toda la sociedad contra esa violencia,
criminal y cobarde, que degrada nuestra convivencia.
Confianza en el futuro
2018
nos espera en unos días y debemos seguir construyendo nuestro país,
porque la historia no se detiene. Y no hemos llegado hasta aquí para
temer al futuro sino para crearlo. Y estoy seguro de que nadie desea una
España paralizada o conformista, sino moderna y atractiva, que
ilusione; una España serena, pero en movimiento y dispuesta a
evolucionar y a adaptarse a los nuevos tiempos.
Sintámonos,
sin complejos, orgullosos de todo lo que hemos conseguido porque es
mérito de todos; confiemos en lo que siempre nos ha unido,
en lo que somos, tal y como somos, y sobre todo en lo que podemos
alcanzar juntos con una fe firme en nuestras convicciones y en nuestras
capacidades.
Si seguimos por ese camino, si lo hacemos así, y con
todas nuestras energías, yo estoy convencido de que el año que viene -y
los que vendrán después- serán mucho mejores. Sin duda. Ese es mi deseo
para todos en esta noche tan especial. Muchas gracias. Feliz Navidad,
Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas. Buenas noches. Y Feliz y próspero
año 2018».
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