MADRID.- El 17 de enero de 1966 dos aviones estadounidenses B52
realizaban operaciones de recarga de combustible en pleno vuelo y
chocaron accidentalmente y, como resultado, cuatro bombas termonucleares de las Fuerzas Armadas estadounidenses cayeron en el sur de España, en Palomares (Almería).
Las bombas, 75 veces más destructivas que las de Hiroshima no provocaron una explosión nuclear,
ya que una de ellas no explotó y se recuperó, otra que cayó al mar
provocó una operación masiva de búsqueda y las otras dos se rompieron y
contaminaron la zona, en un contexto de Guerra Fría, en el que según
Rafael Moreno, un autor de un libro sobre esta cuestión, España jugó un
papel importante en la vigilancia de Estados Unidos a la Unión Soviética
y que el jefe del Estado Francisco Franco era consciente de que podía
ser objetivo de ataque nuclear por parte de los rusos.
Este escenario, que dio lugar a una famosa fotografía
de la época en la que el entonces ministro de Turismo Manuel Fraga se
bañaba en la playa cercana a esta pedanía almeriense, ha sido un punto
en la agenda bilateral de ambos países en este medio siglo, aunque hasta
el 2004 las negociaciones para dar una solución a la contaminación de
la zona no comenzaron a avanzar con pasos firmes.
El Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), heredero de la entonces Junta
de Energía Nuclear, caracterizó la contaminación de la zona y determinó
que medio kilo de plutonio afectaba a una extensión de 40 hectáreas. En
el 2004, el entonces director del CIEMAT Juan Antonio Rubio «agilizó»
las investigaciones.
El Gobierno adquirió los terrenos cuando comenzaron a
moverse tierras afectadas por intereses agrícolas o urbanísticos.
Entonces, comenzaron a vallar los terrenos, una tarea que no concluyó
hasta el 2010, según asegura Ecologistas en Acción.
La directora de Medio Ambiente del CIEMAT, Yolanda
Benito, ha asegurado que la cuestión «siempre» ha sido
importante para la institución, que ha dedicado «muchos recursos»
humanos y económicos a lograr una «solución final» y cree que en los
últimos años se han dado pasos muy importantes para conseguirlo.
Entre esos pasos del Gobierno español y de las ONG
ambientales nunca ha dejado de figurar el objetivo de que Estados Unidos
se lleve a su país para su almacenamiento seguro la tierra contaminada
con plutonio, puesto que España no cuenta de ningún sistema para
confinar de forma segura estos residuos.
Los avances bilaterales se dieron entre la exministra
de Exteriores Trinidad Jiménez y la secretaria de Estado de Estados
Unidos Hillary Clinton, que en una reunión en Washington en enero del
2011 hablaron del asunto, aunque la representante española no arrancó un
compromiso norteamericano para hacerse cargo de los residuos aunque sí
se acordó enviar una delegación técnica a España para conocer el
proyecto de limpieza del CIEMAT (Proyecto Indalo) y visitar los terrenos
afectados.
En febrero del 2011 una delegación estadounidense visitó Palomares
y dio el visto bueno al plan de Investigación Medioambiental de
vigilancia radiológica encargado en el 2006 al CIEMAT por ambos países.
Pese a los años transcurridos, Benito ha afirmado que no ha habido
inacción por parte de ninguno de los dos países porque el problema
«nunca se ha dejado morir», al tiempo que ha asegurado que no ha
existido riesgo de contaminación radiológica de la población.
En el 2012, el nuevo ministro de Exteriores, José
Manuel García Margallo, declaró que tenía «garantías» de que Estados
Unidos se comprometerá a llevarse la tierra contaminada a su país, y de
acuerdo con un documento del Departamento de Energía norteamericano de
septiembre de 2015, el lugar para ello podría ser el desierto de Nevada.
De acuerdo con esto, este Sitio de Seguridad Nacional
de Nevada está «considerando» una evaluación ambiental sobre la
cobertura para su almacenaje y posterior transporte de los residuos de baja intensidad de Palomares,
hasta el almacén de residuos de Nevada. Sin embargo, el departamento
estadounidense señala que esta propuesta está aún en una «etapa temprana
de consideración» y que no se ha tomado aún una determinación formal.
Según la planificación estadounidense, el proyecto de traslado y
almacenaje oscilaría entre 12 y 24 meses.
A mediados del mes de octubre del 2015, el secretario
de Estado estadounidense John Kerry viajó a Madrid y finalmente se
firmó un Memorandum de entendimiento que supone más una voluntad de
intenciones que un compromiso real por parte norteamericana de llevarse
finalmente los residuos. El documento tiene un carácter voluntario y
cualquiera de las partes puede desdecirse sin consecuencias, por lo que
las ONG han valorado el gesto como un «avance positivo» pero advierten
de que en cualquier momento puede ser «papel mojado».
En tanto, las ONG, principalmente Ecologistas en
Acción y Greenpeace, no han dejado de reclamar una solución para la
zona, que pase por la retirada de estos residuos de plutonio y la
limpieza y rehabilitación de Palomares.
De este modo, Ecologistas en Acción presentó una
denuncia por vía penal en la que denunciaba tanto al Consejo de
Seguridad Nuclear (CSN), el CIEMAT como a representantes de los
distintos gobiernos de España por inacción en esta cuestión y permitir
que la radiactividad haya permanecido en un «cementerio al aire libre y
con fácil acceso».
Esta misma semana se ha conocido que la Fiscalía
General del Estado ha archivado la investigación al no ver indicios de
inacción en la Administración.
En definitiva, 50 años después, el plutonio, cuya actividad dura miles
de años, sigue manchando 40 hectáreas en Almería sin que se haya logrado
un compromiso definitivo con un plan de acción en una fecha concreta y en
un futuro próximo para poner punto final a uno de los episodios de la
historia reciente de España y de uno de los accidentes nucleares
principales en el marco de la Guerra Fría.
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