El primer mensaje, en clave internacional, es el de hacer saber a sus rivales que su ejército está preparado con las más sofisticadas armas. En el último año se ha deteriorado drásticamente la relación siempre problemática con su vecino, Marruecos, con el que el verano pasado rompió relaciones diplomáticas. Además, el contexto regional se encuentra amenazado por la violencia en el Sahel y en Libia, cuyas fronteras comparte Argelia.
El segundo mensaje, en clave interna, es el de dar una imagen de unidad y cohesión una vez sofocado el movimiento popular de protesta que surgió en 2019 y que provocó la caída del régimen del presidente Abdelaziz Buteflika. Como gesto de reconciliación, el Parlamento argelino prepara una ley para amnistiar a los presos del Hirak, como se conoce a la contestación civil. Actualmente 266 personas se encuentran en las mazmorras del régimen por expresar su oposición.
Con una salva de 60 cañonazos y el himno nacional dio comienzo el espectacular cortejo castrense, en el que participaron el presidente, Abdelmayid Tebune, y el jefe del Estado Mayor del ejército, el general Said Chanegriha, que desfilaron juntos en un Mercedes descapotable escenificando la simbiosis entre la cúpula militar y el Estado civil que caracteriza a Argelia desde su independencia.
El desfile se organizó a conciencia, con la vocación de ser el mayor de todo el continente africano. Carros de combate rusos T72 modernizados, helicópteros de combate, cazas Sukhoi, lanzacohetes, camiones de transporte de tropas y drones CH-4B de manufactura china pudieron ser vistos ayer pasar por la mayor avenida de Argel.
Las estrellas de la comitiva bélica fueron las baterías S-300 y los blindados BMPT-62, vistos por primera vez desde su última actualización, mientras que el paso de las tropas especiales arrancó aplausos en la tribuna. Desde el mar que baña la bahía de Argel participaron también dos submarinos y navieras de guerra, según los medios locales.
Más de 15 kilómetros de recorrido fueron cortados al tráfico desde el viernes hasta este miércoles en la capital argelina para la ocasión. Una multitud siguió el desfile tanto a pie de calle como desde los balcones, adornados con banderas. Entre los invitados más destacados figuraron en posición privilegiada el presidente palestino, Mahmud Abas, el tunecino, Kais Saied, y el nigeriano, Mohamed Bazoum.
Pudo verse el rostro del líder de Hamas, Ismael Haniye, y de los ministros de exteriores de los Estados vecinos, además del cuerpo diplomático acreditado en Argel, entre ellos el embajador de España, Fernando Morán
También en la tribuna de autoridades, al lado del presidente palestino, se sentó el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Brahim Ghali, al que se vio repuesto de salud, después de que en abril de 2021 tuviera que ser acogido por España para recibir tratamiento hospitalario urgente.
"Estos momentos tienen una profunda significación. El pueblo argelino puede constatar el desarrollo alcanzado por nuestro ejército en términos de profesionalismo y dominio de las tecnologías", dijo el presidente argelino durante su discurso.
El 5 de julio de 1962, Argelia proclamó su independencia de Francia tras 132 años de brutal colonización y ocho años de guerra con la metrópoli, que dejó cientos de miles de muertos. Argelia fue la única colonia francesa del continente africano que tuvo que empuñar los fusiles para desatar sus cadenas. Las relaciones con París son, desde entonces, delicadas.
Por eso cobró ayer especial relevancia la carta que le envió el presidente galo, Emmanuel Macron, a su homólogo argelino con motivo del aniversario expresando su voluntad para "reforzar los ya fuertes vínculos" entre ambos países.
El 5 de julio siempre se ha celebrado con pompa en Argel, pero esta costumbre cesó en 1989, cuando se abrió un proceso de apertura política que acabó en una década de guerra civil.
Toda una generación de jóvenes argelinos jamás ha conocido un desfile
militar. Una tradición que ahora parece estar de vuelta. En sus
precedentes, las exhibiciones militares se celebraban tanto el 5 de
julio como el 1 de noviembre, fecha del primer levantamiento contra los
franceses, en 1954.
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