BERLÍN/PARÍS.-La red de supermercados alemana Edeka ha sido
protagonista de una fuerte y reciente polémica en el país de la
canciller Angela Merkel. Con carteles gigantes, Edeka, uno de los
actores importantes de la gran distribución en Alemania, se jactaba de
ofrecer "los precios más bajos". "El comer se ha ganado un precio: el
más bajo", se leía en los mensajes de la cartelería de Edeka, según www.eldiario.es
Junto
a firmas internacionales especialmente conocidas por sus ofertas como
Aldi o Lidl, Edeka lucha en un mercado altamente competitivo en
Alemania. De hecho, la distribución de alimentos en suelo teutón se
caracteriza por la presencia de abundantes y grandes actores. Lidl,
Aldi, Rewe, Edeka, Netto o Penny son sólo algunos de ellos. Todos, en
general, hacen buen negocio gracias a esa idea de ofrecer alimentos a
buen precio, es decir, al "más bajo", según los términos de Edeka.
Sin embargo, esos prósperos negocios no parecen
repercutir del todo positivamente sobre los productores de los alimentos
que ofertan Lidl y compañía en sus estanterías. De lo contrario, los
agricultores y ganaderos alemanes no estarían movilizados pidiendo,
entre otras cosas, "precios justos" para sus productos.
Esta
reivindicación ha tomado recientemente la forma de protestas con
cientos de tractores circulando por el centro de Berlín. Una idéntica
movilización marcó el tráfico a finales del pasado año en París, cuando
los agricultores galos bloquearon con sus tractores el Boulevard Périphérique la gran autopista de entrada de la capital francesa.
Las
impactantes imágenes de cientos de tractores bloqueando las arterias de
París y Berlín - las grandes metrópolis del continente europeo - han
generado ya algunos resultados políticos. En Alemania, la canciller
Angela Merkel se reunía esta semana con los responsables de la gran
distribución en la Cancillería Federal.
La idea de la jefa del Ejecutivo
germano era trabajar para "establecer una relación justa" entre
productores y distribuidores de manera que agricultores y ganaderos
puedan ganarse la vida "lo suficiente", según los términos que manejan
Merkel y sus ministros.
Un estudio muy citado estos días en Alemania a cargo del
Thünen-Institut – un centro especializado en la investigación sobre la
vida en las zonas rurales – da cuenta de la dinámica negativa en la que
han entrado los productores de alimentos germanos.
Según el citado
estudio, publicado en 2018, por cada euro que un consumidor gasta en
alimentos en Alemania, 21 céntimos van a parar al productor. En 1998, el
productor recibía 25 céntimos por cada euro consumido en el
supermercado.
En esta situación tiene mucho que ver
con que Lidl, Aldi, Rewe y Edeka representen un 85% del mercado teutón
de la distribución, según datos de la autoridad federal de competencia.
Si esto no fuera un problema, Merkel no se habría reunido el lunes con
los representantes de los grandes distribuidores. Sin embargo, de la
reunión no surgieron grandes ideas ni grandes soluciones.
Servicio de reclamaciones para productores
La
ministra de Agricultura, la también cristianodemócrata Julia Klöckner,
se esforzaba el lunes en presentar como un avance la próxima creación de
un servicio de reclamaciones en el que los productores podrán dar
cuenta de sus quejas ante prácticas de dumping en
los precios.
También está previsto que Klöckner protagonice próximamente
visitas a las explotaciones agrícolas germanas para acercarse a las
preocupaciones del sector. Pero hay quien ve con ojos críticos esas
iniciativa, especialmente desde el ecologismo.
Un ejemplo es Martin Hoffstätter, responsable de temas para la agricultura de Greenpeace Alemania.
Él dice a eldiario.es
que, aunque "Merkel invite a los agricultores a que le cuenten sus
problemas y Klöckner responsabilice a la gran distribución de estos
problemas porque esas empresas presionan mucho en materia de precios,
eso no tiene ningún efecto sobre la situación del sector primario".
"Lo
que han hecho Merkel y la ministra hasta ahora son llamamientos que dan
cuenta de que quieren dirigirse a los agricultores, pero en Alemania
falta una idea de dónde debe estar el sector primario en 20 ó 30 años",
añade Hoffstätter.
A su entender, Merkel y compañía
han entendido el potencial de las movilizaciones de los agricultores y
ganaderos viendo las manifestaciones ocurridas en Francia.
"Merkel ha
visto que, en Francia, las protestas de la gente del campo se han
traducido en movilizaciones de 'chalecos amarillos', y ese escenario
quería evitarse aquí, pero para evitarlo de verdad hace falta una
política de verdad y tener una visión sobre el sector", apunta
Hoffstätter.
Una Ley Macron ineficaz
En
Francia se aprobó a finales de 2018 a iniciativa del presidente francés
Emmanuel Macron una ley que tenía como intención equilibrar las
relaciones entre productores de alimentos y distribuidores.
Concretamente, esa ley buscaba, por un lado, frenar la venta de
productos agrícolas en la gran distribución a precios muy inferiores
(más del 10%) a los de producción y, por otro lado, se pretendía
reequilibrar la negociación comercial entre grandes distribuidores y
productores.
Sin embargo, esa "Ley Macron" - como se
conoce en Francia - no parece haber resuelto los problemas del campo
francés. "Hay productos que los productores franceses aún venden
perdiendo dinero. Por ejemplo, la leche", dicen a eldiario.es desde Francia fuentes del sindicato agrícola Confédération paysanne.
En esta organización denuncian incluso que las medidas han acabado
significando un aumento del precio de venta a los consumidores sin que
haya una repercusión positiva para los productores.
De ahí que algo más de 1.000 tractores bloquearan París el pasado mes de noviembre. El diario progresista galo L'Humanité
ha titulado de forma contundente sobre los efectos de esa iniciativa
del presidente francés: "La Ley Macron no ha terminado con el chantaje
de los distribuidores". Y de ahí también que organizaciones como la Confédération paysanne se definan "en lucha".
En Alemania, Merkel todavía no tiene su 'ley'. Sus problemas con el campo están lejos de haber terminado.
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