MADRID.- Javier Ortega Smith
(51 años) nunca cae en el limbo. Cada vez que el secretario general de
Vox abre la boca, obliga a posicionarse. Hay quien le aplaude -"por fin
alguien que dice lo que piensa, alguien políticamente incorrecto,
¡bravísimo!”- y, por las mismas, hay quien le aborrece -"¿acaba de
airear su negacionismo sobre la violencia de género?”-. Con él no hay
término medio, no hay virtud aristotélica, según El Español.
Nacido en Madrid en 1968, la figura de Ortega Smith pivota sobre tres pilares fundamentales: la política, la abogacía y su carácter bronco
y belicista. Y sobre todos ellos planea España y España. Pero, ¿es tan
bronco como parece o es impostado? ¿Es un joven falangista reconvertido
en liberal o sigue guardando nostalgias en el cajón? ¿Está orgulloso de
ser El Tarzán de Gibraltar o simplemente es un Boina Verde con reminiscencias? ¿Qué significa Ortega Smith para Santiago Abascal?
Esta es la historia de un niño bien cuyo abuelo fue letrado mayor del
Ayuntamiento de Madrid, y que siguió sus pasos como abogado, aunque en
2018 cobraba menos que un cajero de Mercadona. Pero ahora ha llegado a
convertirse en una figura indispensable dentro del núcleo duro de Vox,
compuesto por él, Santiago Abascal, Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros.
Sin embargo, de todos ellos, su estilo y tono le han llevado a ser el
que peor cae entre una gran mayoría de ciudadanos. Es el Gabriel Rufián
de la derecha.
Aunque ha destacado por figurar como acusación en el juicio del procés, el resto de su carrera como letrado ha tenido un perfil bajo. Cuando entró en el Congreso por primera vez su renta no iba más allá de 23.000 euros
en todo 2018. Con tendencias falangistas, ahora es diputado de Vox en
el Congreso y concejal en el Ayuntamiento de Madrid.
La suerte le
cambiará ya que un diputado del Congreso suele cobrar en torno a 68.000
anuales y un concejal 66.000. Entre esos cargos pasa ahora sus días de
soltero y, como anécdota, está en búsqueda y captura en Gibraltar.
Porque las leyes españolas, bien, pero las de otros países, ya si eso.
“Es cierto que no tiene formas dulces, pero en su
electorado funciona. Ahora mismo la gente quiere romper con el discurso
de la nada”, explica a El Español una persona del círculo más cercano de
Ortega Smith y de la cúpula de Vox. La carencia de formas dulces se le
ha notado esta semana, cuando ha protagonizado una discusión con Nadia Otmani, en el Ayuntamiento de Madrid, quien le recriminaba frivolizar con la violencia de género.
“Tiene una formación militar y lo más importante
para él es la unidad de su país. Lo que hace lo concibe como un
servicio, primero en el Ejército y ahora desde Vox, y tiene claros
cuáles son sus enemigos”, añade la fuente.
“Como estrategia política
puede que un tipo más suave, aunque diga lo mismo, podría ser
beneficioso. Pero, visto lo visto, creo que el tono de Javier le está jugando a su favor”, comenta.
Sin embargo, estos comentarios sobre su figura
suelen ser la excepción. “Es que le hueles a distancia, está obsesionado
con el tema, un poco facha sí que es”, relata otra persona, cercana a
Santiago Abascal, que ha coincidido con Ortega Smith en numerosas
ocasiones. “Él sólo tiene un tema de conversación y siempre habla de lo
mismo: de España, de España, y de España. A veces acabas hablando del
tiempo, como todos, pero él siempre lo acaba llevando a España”, añade.
“Es el más brusco y altanero del núcleo duro. Es al que más le gusta
sobresalir. Hay otros, como Enrique Cabanas, que están desde el
principio pero mantienen un perfil más bajo y el público general no sabe
quiénes son”, apuntala.
Familia, Monasterio y Cristina Seguí
Pero antes de que Ortega Smith fuera alguien, ya lo fue su abuelo, Víctor Manuel Ortega Pérez.
El rastro de Víctor Manuel es relativamente fácil de encontrar entre
las páginas de sociedad de los periódicos de la época. Aunque empezó a
ejercer en la Segunda República, en 1931 se presentó a las oposiciones
para entrar en la asesoría jurídica del Ayuntamiento de Madrid, fue
durante el franquismo cuando alcanzó su culmen profesional.
Durante la dictadura, Víctor Manuel ejerció como
letrado mayor del Ayuntamiento y le concedieron la Medalla de Plata de
Madrid. Falleció en abril de 1962 y a su funeral acudió su amigo y
entonces alcalde de Madrid, José Finat y Escrivá de Romaní, hombre de confianza de Franco y de Ramón Serrano Suñer, antiguo embajador de España en Berlín y colaborador de la Gestapo nazi.
El padre de Javier Ortega Smith, Víctor Manuel
Ortega Fernández-Arias, siguió los pasos del abuelo y también se hizo
abogado, llegando a formar parte de la asesoría jurídica de Renfe.
Conoció a la madre de Javier, Ana María Smith-Molina Robbiati,
en el Buenos Aires natal de ella y se mudaron a vivir a España. Se
puede decir que les fue bien. El padre de Ortega tiene una mansión a su
nombre en la calle Arturo Soria de Madrid y la madre es descendiente de
unos constructores argentinos que regentan la empresa argentina Smith
Molina, todavía activa a día de hoy.
Su historia recuerda a la de su compañera Rocío Monasterio, presidenta de Vox en Madrid, cuyos antepasados hicieron fortuna en Cuba. Ahora que ella y su marido, Iván Espinosa de los Monteros,
están en entredicho por las irregularidades que la primera protagonizó
como arquitecta, el núcleo duro que rodea a Santiago Abascal se agrieta y
queda Ortega Smith como baluarte y persona imprescindible para el
presidente de Vox.
El matrimonio Ortega Smith tuvo cuatro hijos. Además del político, están Víctor Manuel, el primogénito, Fernando Eduardo y, la única mujer, María Elena.
Lo que se conoce de los dos hermanos es que han trabajado de
administradores en tres empresas y de la mujer, que colabora como
voluntaria en una asociación cultural que busca paliar los efectos del
fracaso escolar y transformar la realidad social de algunos jóvenes
madrileños en situación de vulnerabilidad.
En cuanto a parejas, a Javier Ortega Smith se le
conocen pocas. Es muy cerrado en lo personal y deja que se sepa poco de
su vida privada. La única que sí salió a la luz fue cuando mantuvo un
romance con Cristina Seguí, una de las fundadoras de
Vox, hace cinco años y durante solo unos meses. Actualmente, según ha
podido saber este diario, entre la formación se comenta que ha iniciado
una relación con otra miembro del partido. En eso se parece un poco a
Pablo Iglesias, endogámico en lo amoroso-político.
Abogado de 23.000 euros (al año)
Siguiendo esa tradición familiar que pasa de padres
a hijos, Javier Ortega Smith se hizo abogado. Cursó los cuatro primeros
años de Derecho en la Universidad Complutense y luego
se acabó graduando en la de Alcalá. Más tarde, se diplomaría por la
Escuela de Prácticas Jurídicas de ICADE y montó un pequeño despacho en
su casa, en un quinto piso del madrileño barrio de Chamberí.
El pasado 14 de octubre, el Javier Ortega Smith
abogado conseguía su mayor logro como letrado. Ese día se conocía la
sentencia del procés. Un triunfo. Entre todos los procesados
acumulan 89 años de cárcel y todos han visto cómo ha sido él (con un
equipo de más personas, todo hay que decirlo) el que aparecía en la
televisión lanzando preguntas a los separatistas catalanes. Ya desde que
Vox se personó como acusación, la formación de ultraderecha iba ganando
votos, poco a poco, hasta el punto en el que se encuentra ahora, como
tercera fuerza política con 52 escaños.
Sin embargo, ese fue su greatest hit. Si
no fuera por la política, si sólo fuera como letrado, lo más probable es
que Ortega Smith pasara desapercibido para gran parte del público
general. Antes de conseguir sentar a los miembros del procés en
el banquillo de los acusados y hacer su trabajo para conseguir
condenarles, el perfil de los casos que llevaba el secretario general de
Vox era muy bajo. Hacía sobre todo temas administrativos, multas,
recursos leves, indemnizaciones, etcétera.
Prueba de ese perfil modesto es que no amansó
demasiada fortuna durante su carrera profesional. En la Declaración de
Bienes y Rentas que tuvo que aportar cuando entró en el Congreso por
primera vez, tras las elecciones del pasado 28 de abril, se puede ver
que en la declaración de la renta de 2018 sólo había facturado 23.087 euros.
Un cajero de Mercadona cobra en torno a 25.000 anuales. Sin embargo,
también tiene algunas propiedades; dos viviendas, una en Madrid y otra
en Asturias, así como solares y fincas, algunas heredadas y otras de
propiedad compartida.
Se “cortaría la mano” por Abascal
Pero hay un trabajo como abogado que, aunque no se
le pagó con demasiado dinero, si es que se le llegó a pagar algo, sí que
ha condicionado el resto de la vida de Ortega Smith. Trabajó en el
departamento jurídico de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), presidida por un aún popular Santiago
Abascal. Desde ahí fue conociendo al futuro líder de Vox, trabajando en
algunos casos legales con él y representando a Abascal en la Audiencia
Nacional en 2012, después de que unos abertzale atacaran a miembros del
Partido Popular en Llodio.
Ambos se conocieron formalmente en una edición de
los premios Españoles Ejemplares de la fundación Denaes y fueron
estrechando su relación. Y ha crecido a nivel político y personal. Si
Santiago Abascal es la cara visible e Iván Espinosa de los Monteros es
el de las alianzas técnicas en Vox, Ortega Smith es la personalidad
dura, entre aquel grupo reducido de personas que forman el centralista
núcleo que toma las decisiones del partido.
“Hay una relación de confianza entre ambos brutal”,
explica la persona cercana a la cúpula de Vox. “Para Javi (Ortega),
Santi (Abascal) es su hermano, su padre, su todo. Le
admira totalmente y antes se va a cortar una mano que traicionarle”,
añade. “Sé que Santi se lleva bien con Iván (Espinosa) porque lo ve como
alguien muy capaz, pero en la persona en la que más confianza tiene es
en Javi, y es mucha”, añade.
Ya antes de que el partido creciera hasta los
niveles en los que se encuentra actualmente, Ortega Smith solía visitar
algunos fines de semana a Santiago Abascal en Amurrio,
la localidad vasca de la que procede. La rutina era prácticamente la
misma, salir al campo, a pasear o a montar a caballo. A esas
excursiones, que todavía hacen, se solía sumar el padre de Santiago
Abascal, antes de que éste falleciera.
La cercanía de ambos llega hasta tal punto que los
miembros de Vox que son críticos con el círculo cerrado que hay en torno
a ellos, lo consideran un “lacayo”. “Ortega Smith es el recadero.
Cuando Abascal estaba vegetando, antes de que le llegara la oportunidad
del procés, era Ortega el que iba por ahí a las provincias a organizar el partido”, comenta uno de ellos.
Pasado (y presente) falangista
A pesar de que con Vox pegó el pelotazo, esta
formación de ultraderecha no es la primera vez que Ortega Smith se mete
en política. Ya lo hizo en 1994, cuando tenía tan solo 26 años, y se
presentó a las Europeas en las listas de Foro, una plataforma ciudadana
liderada por aquel entonces por Eduard Punset. Ortega no se convirtió en eurodiputado.
Pero eso no es lo que más llama la atención, sino
su pasado -y presente reciente- abiertamente falangista, sin olvidar la
concepción totalitaria del Estado que tiene la Falange y aquellos
pistoleros que intentaron frustrar la transición hacia la democracia
tras la muerte de Franco. En un artículo publicado en la revista Así en 1986, Ortega Smith firmó un manifiesto conmemorativo del 50 aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma, entre otros.
“Cuando intentan desanimarnos diciendonos (sic.)
que estamos antiguados (sic.) o que nuestra doctrina pasa el tiempo y no
recoge aun (sic.) frutos, no hagamos el menos caso. Son precisamente
las derechas o las izquierdas con su más de cien años las que nos llaman
antiguados (sic.)”, escribía el propio Ortega, faltas de acentuación y
ortografía incluídas. “Hagamos cada día (sic.), poco a poco, Distrito a
Distrito, Pueblo a Pueblo, Español a Español, sin extremismos, sin
nostaligas, sin perezas, ni temores, la España de la Patria el Pan y la
Justicia, hasta que sepamos ganar para España, ese pueblo, esta
Juventud, y esta idea. ¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!”.
Ahí, Ortega Smith tenía tan solo 18 años y en las elecciones generales que se celebraron ese año Falange sacó sólo el 0,22% de los votos.
Quién le iba a decir lo que vendría después. En cuanto a su exaltación,
cabría pensar que, bueno, la juventud y sus cosas. Pero no tanto. El
pasado mes de noviembre de 2018, en una cena con varias personalidades
para presentar el proyecto político de Vox, volvió a loar la figura de
José Antonio Primo de Rivera. En esa cena había varios miembros de la Fundación Nacional Francisco Franco.
Según un vídeo publicado por La Marea, se puede ver a Ortega Smith de pie, con camisa rosa y junto al general Chicharro
(primo de Ortega y presidente de la fundación franquista),
deshaciéndose en elogios por el fundador de la Falange. El vídeo habla
por sí solo:
“Os agradezco este gesto, que lo recojo en nombre
de todos los que formamos este proyecto político de Vox. Yo, os confieso
que José Antonio Primo de Rivera para mí es uno de los grandes hombres
de la historia de España. Magnífico abogado, magnífico patriota, un gran
ideólogo político y que en su tiempo supo dar respuesta a necesidades
que se le requerían en aquel momento. Y se enfrentó, como nos estamos
enfrentando todos, a los enemigos de la patria. Los enemigos de la
patria han cambiado de nombre y de formas pero siempre son los mismos:
los que vienen amenazando nuestra unidad y nuestra libertad”.
‘El Tarzán’ de Gibraltar
Habiendo desgranado de dónde viene su familia, su
estrecha relación con Santiago Abascal, la posición de núcleo duro de
Ortega Smith dentro de Vox y sus tendencias hacia la Falange, hay un
elemento igual de clave que define al personaje tanto como los demás: su
militarismo. Miembro durante cuatro años de los llamados Boinas Verdes,
donde hizo la mili, Ortega Smith es más militar “de vocación que de
formación”, según explican fuentes cercanas a él.
En muchas ocasiones se
le ha visto hacer alarde de ello y en su casa tiene múltiples
recuerdos, fotografías y elementos de su paso por el cuerpo de élite del
Ejército.
Sin embargo, la mayor muestra de hombría testosterónica fue
cuando los de Vox, antes de ser conocidos y para acaparar titulares,
fueron al peñón de Gibraltar a dejar una bandera de España.
Según relató el propio Ortega a El Español, en 2016, él y sus 1,90 metros de altura fueron al peñón nadando desde Cádiz para desplegar una bandera de 168 metros cuadrados y 35 kilos de peso.
Lo tuvo que hacer de esta forma porque sobre él
pesa una orden de busca y captura por parte de las autoridades de
Gibraltar. Esto es porque dos años antes, en junio de 2014, cuando
todavía pertenecía a Denaes, robó un bloque de cemento del arrecife
artificial ubicado en aguas británicas para que los barcos españoles no
faenen.
La orden de detención seguía vigente en febrero de 2019. No deja
de resultar llamativo que alguien como Ortega, cuyo trabajo es defender
el imperio, que pide la extradición de los presos catalanes fugados,
haya quebrantado la ley en un país extranjero y se niegue a rendir cuentas ni asumir responsabilidades por ello.
“Le encanta lo de ser El Rambo de
Gibraltar”, explica a este diario un antiguo miembro de la formación que
estuvo presente cuando se desarrolló la acción de Gibraltar. De hecho,
según ha podido comprobar El Español, la fotografía de WhatsApp de
Ortega Smith es de él sujetando una bandera de España y el peñón detrás.
“Pero en realidad no nadó tanto como dijo. A la vuelta, nadó 50 metros y le sacó una barca de pesca de un simpatizante de Vox que le llevó hasta la costa de Cádiz”, añade.
“Pero en realidad eso fue una payasada. Yo siempre
me opuse. Primero, porque dejaron la bandera, la enseña nacional,
abandonada en suelo extranjero. Todos saben que, en batalla, cuando cae
el soldado que porta la bandera la tiene que coger otro, porque no puede
tocar el suelo”, añade. “Además, dejaron atrás a Nacho Mínguez, que fue detenido. Al pobre Nacho lo dejaron ahí”, comenta.
“El último acto de campaña para las elecciones de
2016, cuando sólo había 150 personas en la calle Juan Bravo (de Madrid),
consistió en traer la piedra que robaron del peñón, que tienen guardada
en un almacén de Valdemorillo y trajeron a Nacho, al que habían dejado
atrás, como si hubieran salvado América”, comenta. Y remata con una
reflexión: “¿El imperio de la ley? ¿En España, sólo, no?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario