TÁNGER.- Aldeas enteras del norte de Marruecos que dependían de las remesas enviadas por sus familiares en España sufren ahora las consecuencias de una crisis que para ellos ha significado el retorno a la precariedad.
Aiashi, un emigrante que se quedó
sin trabajo en España, pasó de enviar remesas a tener que pedir a su
mujer 130 euros para poder pagarse el viaje de regreso a Rehiyene, su
aldea natal cercana a Larache (norte de Marruecos), y donde antes de la
crisis el 70% de los ingresos de sus 2.500 habitantes procedían de lo
que les mandaban sus familiares desde el otro lado del Mediterráneo.
"Ahora
los que están aquí piensan en los que están en España y se les intenta
mandar dinero", comenta en un perfecto español Mohamed El Failalih, de
23 años, que vive en Azuqueca de Henares (Guadalajara), y que ha vuelto a
Marruecos para pasar el Ramadán.
Según el Consejo
de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME), la tasa de paro entre
los marroquíes que se encuentran en España es del 50,7%, más del doble
de la tasa general española, mientras que la población marroquí que no
recibe ninguna clase de prestación oficial era de 133.000 personas en
2010, sobre un total de 780.000 emigrantes en territorio español.
"En
Rehiyene, donde al menos 750 personas han emigrado a España en los
últimos años (para trabajar principalmente en la construcción), la
población gozaba de unas buenas condiciones de vida, pero hemos
regresado a la pobreza", declara Mustafa Belerrouk, alcalde en esta
aldea.
Mucha gente -añade Belerrouk- se
encuentran en una situación similar en los dos municipios y 17 comunas
de la provincia de Larache.
Antes de la crisis,
con el dinero que recibían desde España (entre 150 y 300 euros mensuales
por familia), los vecinos de Rehiyene construyeron casas, adecentaron
la carretera que conduce a la aldea, mejoraron sus televisores y
enviaron a sus adolescentes a las ciudades más cercanas para seguir su
escolarización.
La CME señala que entre 2007 y
2010 el envío de remesas de España a Marruecos sufrió una caída del 33%.
La única salida para muchos emigrantes ha sido la de volver a su tierra
natal en la que, además de los eventuales trabajos en el mercado
informal, el colchón familiar es básicamente lo que les permite
permanecer a unos y a otros a flote.
En Rehiyene,
donde algunas de las casas se han quedado a medio construir, los
estudiantes que recorren a pie diariamente cinco kilómetros de distancia
para ir a la escuela secundaria no pueden ahora continuar la enseñanza
en el instituto porque, una vez secas las remesas, sus padres ya no
disponen de medios económicos.
Los coches
escasean, no hay dinero para gasolina, y el burro y el caballo
representan para muchos el único medio de transporte para llegar al
hospital de Larache, situado a 25 kilómetros de la aldea.
"¿Ambulancia?.
Para cuando llega, la persona ya está muerta", comenta entre risas
Fátima, mientras que su hijo apunta irónicamente que lo que sí tienen es
un hombre en la aldea que "te saca las muelas y un centro de salud a cuatro kilómetros de distancia que cierra a las tres de la tarde".
Hipotecas,
créditos que no pueden afrontar, sueldos sin cobrar, desestructuración
del tejido familiar; en esta zona de Marruecos los dramas de sus
emigrantes en España no terminan con su vuelta al terruño.
"Uno
de los principales problemas es que muchas familias tienen a sus hijos
escolarizados en colegios españoles y la vuelta a Marruecos, además de
ser dolorosa, puede tener graves consecuencias en el desarrollo
familiar", explica telefónicamente desde Sevilla, Said Bentrika,
presidente de la Asociación por la Cooperación y Desarrollo con el Norte
de Africa (CODENAF).
Bentrika afirma que "es muy
difícil para un niño que empieza sus estudios en España ingresar en un
colegio de un pueblo marroquí con un sistema y una lengua diferentes. El
fracaso probablemente será de un 100%".
"Aquí un
niño de 10 años en lugar de estudiar se tiene que buscar la vida. Da
pena", dice El Failalih, mientras que Aiashi, que llegó en barco desde
Algeciras con los 130 euros que le mandó su mujer, contesta rotundo que
ahora España es cosa del pasado, pero volverá si la situación mejora.
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