MADRID.- España se seca por dentro, según alertan los estudios
que reflejan cómo la falta de precipitación regular en la península
incide directamente en los acuíferos.
El director del Centro de Investigaciones sobre Desertización,
Patricio García-Fayos, explicó hoy que la falta de lluvia
incide directamente en la cubierta vegetal que al deteriorarse provoca
la erosión del suelo, que pierde la permeabilidad necesaria para filtrar
el agua con el que se alimenta el subsuelo.
Este ciclo perverso hace que la superficie más desnuda y expuesta no
reaccione ni ante las lluvias torrenciales que esporádicamente azotan el
territorio español, sobre todo en zonas insulares y de costas,
asociadas a los modelos de cambio climático.
España, el más desértico de los países europeos junto con Grecia,
está abocada a la sequía crónica si no se toman medidas urgentes, señaló
el experto.
Según García-Fayos, biólogo, botánico y especialista en ecología
vegetal, el aumento de la aridez incide directamente en un aumento de
los incendios forestales, uno de los agentes más degradantes del suelo.
Aunque el panorama se presenta catastrófico, reconoció, y hay puntos
en España donde ya se ha alcanzado el "umbral de fragilidad", el punto
de no retorno, la reforestación es la única alternativa y está
prácticamente en manos de todos.
"Casi todos podemos sembrar un árbol", subrayó el investigador,
coautor en 2011 del libro "Restauración ecológica de áreas afectadas por
infraestructuras de transporte", editado por la Fundación Biodiversidad
para minimizar el impacto de la obra civil en el terreno.
García-Fayos recordó que la normativa vigente obliga a la obra
pública a contar con un plan de revegetación, al que además hay que dar
seguimiento, por lo que recomendó favorecer las especies autóctonas,
acordes con la climatología de la zona afectada y no optar por modelos
importados, de resultados desconocidos en España.
Sembrar no es una medida estética, sino una inversión en el suelo y en el agua del futuro, puntualizó.
El experto señaló que Almería, Alicante, Murcia y algunas zonas de Teruel
figuran entre las más áridas de España, aparte de Canarias, según los
parámetros que determina el Centro de Investigación que encabeza, con
sede en Valencia y dependiente del Centro Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC).
Entre los datos que analizan en sus estudios, además del limitante
del clima, aparecen la pérdida de vegetación silvestre, la agricultura,
la salinización del suelo y la carga que soporta por pastoreo.
La investigación se inició en 2004 y se complementa con trabajos
similares que se desarrollan en centros de Zaragoza y Almería, para
recoger datos de zonas de situaciones extremas en toda la península.
"Lo que pasa en España interesa en toda Europa, somos una especie de
laboratorio de lo que podría pasar en el futuro en el resto del
continente. España es el límite con África", subrayó.
La lucha contra la desertización, insistió García-Fayos, empieza
evitando la degradación de la cubierta vegetal, identificando los
riesgos y adoptando medidas.
"Hasta que no se invente la lluvia artificial, y no conozco ningún método de éxito, es mejor sembrar", recomendó.
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) declaró en marzo que la
falta de precipitaciones situaba España en un periodo de "sequía
meteorológica", con un año hidrológico (del 1 de octubre de 2011 a 1 de
septiembre de 2012) un 36 % por debajo de la media de precipitaciones y
una irregularidad pluviométrica sin precedentes históricos.
El portal de internet aguaymapas.com, elaborado con datos del
Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, ofrece información sobre la
situación del agua en España, embalses, precipitaciones anuales, riesgo
de inundaciones, consumo y la evolución de la aridez, de sureste a
norte, desde hace 70 años.
La ONU, que promueve la celebración mañana del Día Mundial del la
Desertización, recuerda que las personas que viven en las tierras más
áridas del mundo, un 40 % de la superficie del planeta no cubierta por
agua, son algunas de las personas más pobres y vulnerables al hambre.
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