No ha anunciado medidas adicionales agresivas el jefe de la Reserva
Federal americana, Jerome Powell, en su esperada declaración pública
del miércoles. Se viene manejando la hipótesis de que la Fed tome la
senda de los tipos de interés negativos, pero Powell no está por la
labor.
Su argumento rechaza esta idea porque considera que no añaden
estímulos a la actividad económica ni al gasto, que son funciones que
corresponden básicamente a los Gobiernos y que el banco central ha de
moverse en la gestión monetaria, en la aportación de liquidez ante toda
con el objetivo de ampliar las posibilidades del crédito.
En Estados Unidos están crecientemente preocupados por el nivel de
desempleo y por la forma de reforzar la actividad económica para poner
freno al impresionante aumento del paro que se ha contabilizado en el
último mes y medio, periodo durante el cual la primera economía del
mundo ha pasado de tasas de paro mínimas históricas a niveles máximos.
Un golpe muy fuerte que se ha producido en apenas dos meses y que
supera el de la anterior crisis de hace diez años, que ya había puesto
las cosas en su peor fotografía desde hace muchos años. El análisis de
las autoridades estadounidenses, no solo de la Reserva Federal, ha
empeorado de forma muy acusada en el curso de unas pocas semanas debido a
la intensidad con la que está sufriendo este país los efectos de la
pandemia. Las actitudes poco severas con las que se había afrontado el
asunto hasta hace unas pocas semanas se han modificado seriamente en un
corto espacio de tiempo.
El inquilino de la Casa Blanca ha empezado a
tomarse en serio el problema y no es para menos, vista la magnitud de
las cifras.
Ha aparecido una visión más realista de las cosas y ahora se habla de
una crisis de larga duración, desde luego nada que ver con aquellos
pronósticos de ida y vuelta de apenas un año o año y medio de duración.
La gravedad de la pandemia se contempla ahora como de mayor intensidad y
más duración, por lo que las medidas económicas se están analizando
ahora con más rigor y con mayor profundidad en su impacto futuro.
Las
cifras de parados han aumentado de forma espectacular en un tiempo
demasiado corto como para no tomar en consideración la necesidad de una
acción más vigorosa del Gobierno, que a la postre es lo que acaba de
urgir Jerome Powell.
La economía estadounidense está mostrando además en esta crisis que
su proverbial agilidad para reaccionar y actuar con un dinamismo que
era la envidia del mundo ya no cuenta con esta ventaja. De hecho, China y
algunos otros países asiáticos, pero sobre todo China, han tomado la
delantera a la hora de poner en marcha mecanismos de rápida reacción,
con masivas operaciones de reconversión y adaptación industrial que
pueden incluso arrebatarle el liderazgo económico a la América de Trump.
Es esta sensación la que empieza predomina en algunos sectores de la
sociedad americana, con una severa crítica a la forma en que el Gobierno
ha reaccionado ante el problema. Estados Unidos tiene en estos
momentos la oportunidad de demostrar su liderazgo económico mundial o
dejarlo en manos de rivales más ágiles y con mayor capacidad de
respuesta.
Powell ha venido a demostrar en las últimas semanas, desde la
Reserva Federal, que la gobernación del país no pasa únicamente por
activar la política monetaria con más o menos ingenio y movimientos
mecánicos de los tipos de interés. Hay más medicinas e instrumentos que
manejar en momentos de inéditos problemas como los que estamos
afrontando.
(*) Periodista y economista
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