La mayor parte de España se halla ya en la fase 1 de la desescalada, excepto la Comunidad de Madrid,
la ciudad de Barcelona y parte de su región metropolitana, así como
numerosas zonas de Castilla y León, la comunidad autónoma más extensa de
España, que siguen en una fase 0 con un poco más flexibilidad.
Las
autoridades de Catalunya (independentistas) y Barcelona (comunes y
socialistas) no han protestado. Los gobernantes de Castilla y León
(coalición del Partido Popular y Ciudadanos), tampoco. La presidenta de
la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, del Partido
Popular, acusa al Gobierno de buscar la “ruina” de los madrileños
y amenaza con denunciar al Ejecutivo central ante los tribunales.
Autonomías que la semana pasada protestaba airadamente, como la
Comunitat Valenciana y Andalucía, ahora muestran su satisfacción por el
pase a la fase 1. Durante esta última semana, la Generalitat valenciana,
presidida por el socialista Ximo Puig, ha sido protagonista de un
áspero enfrentamiento con el Gobierno central que nos debería llamar la
atención, puesto que sienta un significativo precedente político.
Ha
habido preocupación en Moncloa por esa colisión con la principal
autonomía gobernada por el PSOE. A principios de semana, Pedro Sánchez
llamó por teléfono a Ximo Puig para intentar rebajar la tensión. La
desescalada no es fácil.
Vivimos en el tiempo de la “cultura de estadio”, advirtió hace unos años el filósofo alemán Peter Sloterdijk.
La sociedad espectáculo presidida por un gran marcador electrónico.
Todo es susceptible de ser organizado en forma de clasificación
deportiva. La salida gradual del estado de emergencia provocado por un
patógeno del que aún se desconocen muchas cosas –médicos alemanes acaban
de descubrir que también puede infectar con virulencia los riñones, el
hígado y el cerebro- se ha convertido en una liguilla regional en la que
unos encabezan la tabla y otros no logran salir de la cola.
Hay
nervios. Hay miedo a una ralentización demasiado prolongada de la
actividad económica. Hay algo más que miedo en el sector turístico. Los
colistas son en estos las dos principales ciudades del país, tan
acostumbradas a competir entre sí y tan poco acostumbradas a figurar en
el lugar más bajo de la tabla. No es probable que el Gobierno establezca
en las próximas semanas un tratamiento distinto para Madrid y
Barcelona.
La desescalada no es fácil y divide a la sociedad entre partidarios
de la prudencia y de la aceleración. La divide casi por la mitad, según
un reciente sondeo de Metroscopia, empresa de investigación sociológica
que viene efectuando un sondeo diario desde la promulgación del estado
de alarma, hace ahora dos meses. El sondeo clasifica en cuatro
categorías la actitud de los españoles ante la crisis sanitaria.Veamos cuales son...
https://youtu.be/zqPp6A4D1kI
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