MADRID.- Los últimos 20 años le han dado la vuelta a la educación.
Poco antes de entrar en el siglo XXI hubo un cambio de paradigma: el
sector, que hasta entonces había conseguido más o menos volar por debajo
del radar del mercado capitalista, pasaba a ser tan bueno como
cualquier otro para ganar dinero, según se relata en www.eldiario.es
El cambio también ha
afectado hacia dentro, en un doble movimiento interdependiente. En dos
décadas han variado los objetivos de la educación, cada vez menos
humanista y más centrada en el mercado laboral. Llegaron las
competencias, se fueron las humanidades. Como explica Carmen Rodríguez,
profesora de la Universidad de Málaga y miembro del Foro de Sevilla:
"Solo importa el resultado educativo, no los procesos. Lo mejor para
nuestros hijos ya no es una educación como bien social que forme
ciudadanos, sino que vayan a las mejores escuelas. En la base de todo
esto están las evaluaciones y la competición entre escuelas y entre
estudiantes". La escuela enseña lo que le interesa a la empresa y la
empresa se acerca a la escuela y la financia.
El pastel es goloso. Por un lado están los datos sobre el
capital humano que mueve: en 2019 y solo en la UE hay unos 137 millones
de estudiantes entre todas las etapas educativas, 20 de ellos en la
Universidad. Por otro, los puramente económicos: en lo que es
estrictamente negocio, el sector tecnológico en torno a la educación
movió en 2019 un total de 6.500 millones de euros en inversiones en todo
el mundo.
Con carácter general, los países de la UE
superan los 700.000 millones de euros anuales en gasto en educación, una
partida que no para de crecer. No de manera relativa –el porcentaje de
los presupuestos ha pasado del 4,41% del PIB en 2007 al 4,67% en 2017–,
pero sí absoluta: el PIB ha subido en este mismo periodo un 30%, por lo
que el gasto educativo lo hizo en la misma relación.
Las posibilidades de negocio son muchas: softwares
educativos, ordenadores para clase, tabletas, pizarras digitales,
cursos, academias, plataformas de gestión, aplicaciones, herramientas
educativas, educación online o consultorías educativas son los nuevos
campos abonados para la colaboración público-privada o la inversión
puramente privada, hablando en neolengua. Un ejemplo: en 2011 se descargaron 270 millones de aplicaciones gratuitas
(que no cuestan dinero) relacionadas con la educación y otras 36
millones de pago, según McKinsey. Las grandes multinacionales, como
Google o IBM o HP se han tirado de cabeza al sector con tácticas
similares.
Google ofrece varios servicios relacionados
con la educación. La plataforma G Suite for Education ofrece una serie
de herramientas gratuitas "para permitir que los educadores y los
alumnos innoven y aprendan juntos". Solo hace falta registrar el centro y
se accede a un paquete de servicios para gestionar las clases,
organizar deberes, evaluaciones, etc. Y todo gratis. Solo hace falta
registrarse y ofrecerle tu alma a Google en forma de información
personal.
Según sus propios datos, más de 80 millones de personas
utilizan ya G Suite en todo el mundo y más de 40 millones la herramienta
Google Classroom.
El gigante tecnológico también ofrece a profesores y
alumnos sus Chromebooks, unos dispositivos a medio camino entre la
tableta y el ordenador comercializados por diferentes marcas y en
diferentes rangos de precios pensados específicamente para la educación y
llenos de apps y herramientas.
Más de 30 millones de estudiantes del
mundo ya utilizan estos aparatos –a partir de 200 euros–, principalmente
los que fabrica HP, otra de las multinacionales volcadas en la
Educación que también cuenta con sus propia línea de productos, desde la
HP Touchpoint Manager, una aplicación para gestión educativa, hasta la
HP Classroom Manager, pasando por alianzas con entidades como Tablet
Academy, una organización de profesores del Reino Unido.
La premonición de De Sélys
Algunos
lo vieron venir. Corría 1998 cuando el periodista belga Gérard de Sélys
escribió: "La OCDE cifra en un billón de dólares los gastos anuales de
sus Estados miembros en favor de la enseñanza. Un mercado de tales
dimensiones es muy codiciado.
Actualmente, cuatro millones de
profesores, 80 millones de alumnos y estudiantes, 320.000 centros
escolares están en el punto de mira de los mercaderes. Pero se
necesitarán muchos esfuerzos para aplicar esos textos e informes que
exigirán un desmantelamiento de lo esencial del servicio público de la
enseñanza".
Se equivocó poco. Han pasado 22 años desde
la profecía de De Sélys. Los "esfuerzos" que comentaba el belga serían
necesarios para la mercantilización educativa se hicieron.
Dicho de otra
forma: recortes en Educación que rebajan la calidad, formación más
laboral que social, compra-venta de centros educativos, clientes
garantizados, bien por la obligatoriedad de la etapa, bien porque lo
impone el mercado, familias que gastan más cada año en educar a sus
hijos (12.290 millones de euros en 2016 solo en España) o el uso de
"competitividad", "empleabilidad" y "eficacia" como términos claves en
la educación configuran un nuevo panorama educativo, tanto dentro del
sistema como alrededor de él.
Sobre el cómo hemos
llegado hasta aquí hay versiones, según a quién se pregunte. Una
corriente de opinión ve todo un plan elaborado que viene desde hace más
de dos décadas, que incluye lobbies, informes y una
búsqueda casi desesperada de nuevos mercados.
Entre ellos se encuentra
Beatriz Quirós, catedrática de instituto jubilada y miembro del
sindicato STES. Otros, como el profesor Antoni Verger, de la Universidad
Autónoma de Barcelona, son más escépticos. "Sí, se habla de los lobbies,
de un informe de 1998... Pero es tan difícil acceder a información y
datos que no sabemos el impacto que pudieron tener esos informes",
sostiene. Lo que nadie duda, tampoco él, es del negocio educativo.
La versión que ve todo un plan trazado cuenta que la primera semilla de la mercantilización europea la sembró el lobby
empresarial europeo European Round Table (ERT). Es enero de 1989 y el
mundo vive un cambio de paradigma. La era de la explotación de recursos
ha quedado atrás, los mercados tradicionales se agotan y hay que buscar
nuevos, explica Quirós.
En paralelo, "el modelo de escuela que venía
funcionando ya no interesa más. No interesa la masificación de la
educación, el tipo de trabajadores que empiezan a necesitar las empresas
es diferente".
En ese contexto, el lobby empresarial
europeo escribe ese año el informe Educación y competencia en Europa.
Tras una reunión en la que participan los presidentes de Fiat, del
gigante francés de agua y saneamiento Lyonnaise des Eaux o Nestlé,
presentan su texto, en el que declaran sin sutilezas que "la educación y
la formación (...) se consideran inversiones estratégicas vitales para
el éxito futuro empresarial". Los grandes grupos de presión se ponen en
marcha.
El saber y la competencia
Paso a paso
se va haciendo camino. En 1995, la Comisión Europea presenta su libro
blanco sobre la educación y la formación, en el que explica: "Los países
europeos ya no tienen elección. Para conservar su lugar (…) tienen que
completar los progresos realizados en la integración económica con una
inversión en el saber y la competencia".
La línea de
pensamiento que marcaba las políticas educativas la resumió el
presidente de Coca Cola tres años después, en 1998, en el encuentro
mundial de la Global Alliance for Transnational Education (GATE).
Dice
Glenn R. Jones: "Desde el punto de visto del empresario, la enseñanza
constituye uno de los mercados más vastos y de mayor crecimiento (…). El
sector resiste a la tecnología, sus costos aumentan y hay demasiada
poca competencia. Se hace cada vez mayor la distancia entre la demanda
de formación y la capacidad de acogida de la enseñanza superior. Por
todas estas razones, los empresarios consideran que la enseñanza es un
extenso mercado por conquistar".
La OCDE, esa
organización económica hoy convertida por alguna razón en referente
educativo a través de su examen PISA, también aporta su granito de
arena. En 1996 ya es consciente de la dualidad del mercado laboral que
se avecina y de que las empresas no tendrán ninguna necesidad de tantos
trabajadores tan formados. Pero, políticamente, no es tarea fácil de
acometer. La OCDE aportaba entonces algunas ideas de cómo hacerlo,
también negro sobre blanco.
"Se pueden aconsejar
numerosas medidas que no crean ninguna dificultad política (…). Si se
les disminuyen los gastos de funcionamiento a las escuelas y
universidades, hay que procurar que no se disminuya la cantidad de
servicio, aún a riesgo de que la calidad baje (…). Sería peligroso
restringir el número de alumnos matriculados. Las familias reaccionarán
violentamente si no se matricula a sus hijos, pero no lo harán frente a
una bajada gradual de la calidad de la enseñanza y la escuela puede
progresiva y puntualmente obtener una contribución económica de las
familias o suprimir alguna actividad. Esto se hace primero en una
escuela, luego en otra, pero no en la de al lado, de manera que se evita
el descontento generalizado de la población", escribió Christian
Morrison.
Correlación o causalidad, la evolución del
gasto en Educación de los países refleja esta línea de pensamiento.
Desde el año 2000, casi en simultáneo al informe de ERT y la premonición
de De Sélys, el porcentaje respecto al PIB que se invierte en Educación
está estancado alrededor del 5% en todo el mundo. Pocos países alcanzan
el 7%, considerado la cifra mágica en Educación.
Es
cierto que la inversión absoluta sí sube, igual que lo ha hecho el PIB
durante estos años. Los países gastan cada vez más dinero en sus
sistemas educativos –también es más dinero a repartir–, pero como la
inversión relativa no aumenta son las familias las que intentan
compensar estas diferencias.
En España, por ejemplo, el gasto privado en
educación ha subido un 50% desde que empezó la crisis en 2008, pasando
de 8.700 millones de euros a 12.300 millones de euros, según datos del
ministerio.
El impacto de género
En esta
partida de ajedrez entre educación y negocios hay piezas que valen más y
piezas que valen menos. Suelen ser las mismas siempre. El gran negocio
educativo lo sufren más las mujeres que los hombres, explica Carmen
Rodríguez, profesora de la Universidad de Málaga.
"En
este marco globalizado, donde priman los intereses del mercado sobre los
derechos sociales, la educación colabora en el mantenimiento del
sistema, por su intervención o por la ausencia de esta", explica.
Rodríguez destaca cuatro aspectos en los que la mujer se ve
especialmente perjudicada por la "educación mercantilizada": la
desvalorización de la vida íntima, la híper-sexualidad como nueva
liberación, el mito de la libertad de elección y el conocimiento
escolar.
"Las personas más vulnerables son las que más
van a perder con estos nuevos modelos", opina la profesora. "Se
despolitizan los derechos sociales que son comunes a las mujeres y se
convierten en problemas individuales y de libertad de elección: la
violencia de género es un problema individual, no relacionada con la
estructura patriarcal o las relaciones de poder. La prostitución, los
vientres de alquiler, son problemas de elección personal", elabora.
Según
esta visión de Rodríguez, "la situación de las mujeres se ve doblemente
perjudicada: por un lado, por la pérdida de derechos sociales; por
otro, por el sometimiento a situaciones de empleo precarias como
consecuencia de una mayor incorporación al mercado laboral, pero como
trabajadoras secundarias que acceden a peores trabajos y además pagan el
impuesto reproductivo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario