ROQUETAS DE MAR.- Las iniciativas solidarias se multiplican en Roquetas de Mar en estos
días de restricciones y medidas para combatir el coronavirus COVID-19.
En las últimas horas se están multiplicando los anuncios y ofrecimientos
para coordinar una acción para la fabricación masiva de mascarillas,
especialmente destinadas a los profesionales de la salud y las fuerzas
de seguridad, ante la escasez de las mismas.
En casi todos los casos son mujeres que han empezado a hacer
mascarillas para familiares y amigos y que han contactado con el
Ayuntamiento para ofrecerse a hacerlas. Una de las iniciativas más
organizadas es la de Natalia Martínez, propietaria de la Mercería Donna e
Bambina, que tiene ya un grupo de 20 costureras dispuestas a colaborar
de forma desinteresada.
Según explica a Ideal, dentro de la mercería tiene un taller y
muchas de sus clientas son costureras, que además están dispuestas a
ponerse a trabajar, «esto lo tenemos que solucionar entre todos»,
asegura. Por ello, se ha ofrecido al Ayuntamiento, concretamente al área
de Riesgos Laborales, para que sea el Consistorio el que coordine la
acción, especialmente en lo que se refiere al material necesario.
«No quiero tirarme a hacer mascarillas normales porque no van a
hacer el mismo efecto, lo que queremos es que consigan el material, si
tenemos que comprarlo entre todas estamos dispuestas, pero ellos son los
que lo tienen mejor ahora mismo, porque está todo cerrado y son los
únicos que se pueden mover», aseguraba esta mañana.
Martínez traslada en su nombre y el del resto de costureras, su
disposición a colaborar «como se pueda». La mayoría tienen sus propias
máquinas y talleres y experiencia. De hecho, ella misma ha fabricado
alrededor de medio centenar para su familia y sus amigos y calcula que
para hacer cada una se necesitan entre 3 y 4 minutos.
«He probado con mi marido y he usado tela de algodón 100% y una
entretela que hace de filtro, pero quiero hacerlas con el material
adecuado», declara.
Más independiente, otra roquetera que prefiere no dar su nombre
también se ha ofrecido para fabricar mascarillas. En su caso también
empezó haciendo una para su marido que es barrendero. «Estuve horas y
horas viendo cómo se hacían», explica. Tras dar con una forma, acabó
haciendo otra al carnicero de su barrio y desde que se ha corrido la voz
ha habido vecinos que le han encargado más, incluso dispuestos a
pagarlas, «pero yo no puedo cobrar esto», dijo a Ideal.
Asegura que ha hablado con una familiar que es médico porque no
está segura de que esas mascarillas sirvan, pero le han dicho que mejor
eso que nada, y ahora está a la espera de que se organice de alguna
manera este voluntariado para colaborar en lo que pueda.
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